El concepto 'álbum' en la música ha sido, desde que tengo memoria, patrimonio de los elepés. Así les hemos estado llamando durante décadas, en oposición a single, que hace referencia a una sola canción. El 'larga duración' es un muestrario de diferentes temas de un artista o varios, en el caso de los recopilatorios.
Ahora se habla de playlist.
Hay dos “lobos de mar” del océano de la industria musical española que decidieron crear un álbum de música, pero no es un disco. Deseaban poner su dosis de remedio a algo que consideraron que era un mal endémico de nuestros días: la ignorancia. Es curioso pensar que nadamos en la abundancia de la información y se quedan abajo los datos fundamentales.
“Aparecí por el estudio y mi hija estaba grabando a un chico que cantaba bien. Le dije al muchacho que se parecía a Camilo Sesto. Me miró extrañado y me preguntó quién era ese. Al día siguiente comí con Carlos Sanmartín y me contó que unos muchachos a los que daba clase no sabían quiénes eran Pink Floyd. Nos escandalizamos y decidimos hacer algo”, comenta Pablo Pinilla. El que fuera productor de lo más florido del pop español de los 90, entre otros muchos honores, me habla emocionado de un proyecto claramente valiente y extrañamente físico. Se embarcaron durante varios años en crear un álbum… de cromos, de los de toda la vida, con todos los artistas musicales que pudieran incluir. Y así consiguieron 1478, con un total de más de 10.000 canciones, nada menos. Pero no iban a limitarse a unos cromos sin más. Había que darle un punto sonoro, y a cada uno de los artistas les añadieron un código QR que te lleva a escuchar su música en Spotify.
Así nace Canciones. Un trabajo “de chinos” en el que se metió junto a Pablo uno de los ases de la industria discográfica de las últimas décadas: Carlos San Martín. El ex-ejecutivo lleva 55 años en esto del lado comercial de la música, y ha dirigido varias discográficas, en España y Argentina. Tuvo que tener su punto de emoción al incluir, por ejemplo, a Héroes del Silencio, el gran fichaje de EMI cuando él era su presidente en España. “Había que hacer algo para devolver a la música algo de lo que nos ha dado. Nos ha ofrecido tantos momentos buenos... Ha sido un curro enorme de varios años, pero ha valido la pena. He tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta y hasta me han pagado (a veces incluso bien) por hacerlo. Pensamos ¿Un libro? Hay demasiados. ¿Una enciclopedia? Demasiado serio. Pensamos en algo que hemos hecho todos, sobre todo los mayores: una colección de cromos.”
El álbum tiene un peso considerable, y cada página tiene densidad. Hay contenido. De sobra. Nada más abrirlo, nos encontramos con poetas españoles que nunca tuvieron disco propio, pero cuyas obras han sido parte importante de nuestra música. Los estilos van desde la copla hasta el reguetón, pasando por el pop y el rock o los discos más surrealistas que alguna vez se publicaron. Sí, uno puede encontrar a Rosalía apenas unas páginas más allá de Juanito Valderrama. Por supuesto, los discos más extravagantes de “la movida” tienen su sitio. Es un sitio en el que ver de nuevo la portada de Zombies, por ejemplo.
Pedir las autorizaciones legales para poder publicar las portadas fue un trabajo enorme: “algunas compañías se enteraban por nosotros de que tenían esos artistas en su fondo de catálogo. ¿Eso es nuestro? Nos preguntaban. En el álbum puedes encontrar cosas de las que nadie habla, pero existieron. Los propios artistas eran a veces los primeros sorprendidos de que se le diera por fin un sitio a la música que hicieron en su momento. Cuando trabajamos con los artistas más antiguos, que salieron en discos de pizarra, nos encontramos con el problema de que no tienen portada, y hubo que buscar fotografías de cada uno. En ocasiones el artista estaba muerto, y en otras muchas otras, la compañía no había subido a Spotify canciones de ese cantante. Hubo de todo”, comentan los ejecutivos.
Buena parte de la gracia de los cromos estaba en conseguir todos, comprando a ciegas en sobres cerrados en los quioscos, pero estos últimos apenas existen
Reconozcamos que buena parte de la gracia de los cromos estaba en conseguir todos, comprando a ciegas en sobres cerrados en los quioscos, pero estos últimos apenas existen. Por lo tanto, ofrecen el “pack” del álbum con todos los cromos, y una versión “para perezosos” en los que ya vienen impresos. “Así no te pasa lo típico de que te falte uno para acabar la colección y nunca lo encuentres”, añaden. Cuentan, orgullosos, que Joaquín Sabina pidió que no le molestaran hasta que no terminase de pegar todos, y ahora luce completo en su salón.
El trabajo ha sido enorme, y no sin dificultades: “este país vive la música intensamente, pero no tenemos ayudas del Gobierno, ni de ninguna institución, y creemos que un proyecto como este debería tenerlas. Es cultura. Las discográficas nos han abierto sus puertas, y curiosamente las más complicadas han sido las independientes. Spotify, a pesar de estar nosotros enviándoles miles de escuchas desde el código QR de cada artista, no ha dicho nada. Ni las gracias. Hemos sido noticia en varias cadenas televisivas, y cada vez que nos sacan en algún telediario, inmediatamente vendemos 5 o 10 unidades. No pretendemos industrializar esto, y por eso no vendemos lotes a las librerías que nos lo piden. Si lo van a poner a precios asequibles ¿a cuánto tendríamos que vendérselo para que saquen su margen?. “
Alguien podría pensar que en google ya se encuentra todo eso. Pues no. No sin cierto tono de autocomplacencia lógica, Pablo y Carlos dejan claro que eso no está en internet. Es un auténtico trabajo manual de orfebrería que no publicará ninguna discográfica o plataforma actual. Tiene, además el valor de lo exclusivo. Durante los últimos tres años tuvieron serias diferencias en más de una ocasión, porque afortunadamente estuvieron siempre en bandos distintos de la música, pero eso enriqueció el producto.
En cuanto al tipo de público, les ha sorprendido el dato de que son mayoritariamente mujeres las que compran su álbum. “Seguramente se trata de fans de algunos de los artistas, que quieren revivir la emoción de tenerlo en cromos. La mayor parte de los compradores nos cuentan que es un regalo. Claro, se encuentran que regalar un CD se queda corto, los vinilos son caros y con esta opción aciertan seguro, porque están incluidos con toda certeza los favoritos del agasajado. Queremos que la gente lo disfrute tanto como nosotros al hacerlo”.
Pues la verdad es que en medio de tanto consumo musical de usar y tirar, con tan poca información relevante de los artistas, dar a un hijo o a un cliente un álbum con toda la música de un siglo que puede escuchar cuando quiera, es un buen regalo. Básicamente porque no lo encontrará en ninguna red social, y conviene que nuestros vástagos valoren también lo físico de algo tan trascendente como la música. En el futuro, aparecerá en sus casas como uno de los pocos objetos tangibles que quedarán de una de las mayores revoluciones culturales que ha tenido nuestro país: nuestra historia musical.
Para aquellos que deseen saber más: https://cancioneselalbum.com/
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