El mercado lleva décadas empujando a los vinos jóvenes; sus sabores sencillos llegan a un público más amplio y su distribución ha arrinconado a los añejos en los puntos de venta, pero su raigambre en las bodegas ha evitado que la moda –traidora y fugaz– haya eliminado a los vinos de guarda de los botelleros. Cargan en su complejidad los años, el terruño y la historia de dónde se hacen. Son costosos de elaborar pero generan un capital cultural con el que impregnan valor a sus denominaciones de origen. No hay ningún problema en beber jóvenes pero, si te gusta la fruta, ha llegado el momento de madurar. El vino, como la vida, es mucho más complejo.

“El mundo del vino ha estado sometido a una dictadura de la juventud que impuso la apreciación de los bebedizos bisoños por encima de la de aquellos nobles elixires criados con paciencia en los rincones más oscuros de las bodegas”, afirma Carmen Fuentes del Sindicato del Gusto, asociación de expertos en gastronomía que organiza Los Vinos del Tiempo, el primer Salón de Añadas Antiguas y Vinos Añejos este lunes en el COAM, en Madrid. “Durante largos años, prevaleció la idea de que lo mejor que se puede percibir en una copa de vino son rotundos aromas de fruta fresca y los matices que aporta el roble nuevo como las notas de café, vainilla y madera”, añade Fuentes.

Según esta experta, la presión de los jóvenes ha sido más perjudicial para algunas regiones vinícolas que para otras. “En Rioja, la Ribera del Duero, el Penedès, Jerez o Montilla, entre otras zonas, la nobleza de los vinos añejos forma parte de la tradición vinícola del territorio”, afirma.

Durante largos años, prevaleció la idea de que lo mejor que se puede percibir en una copa de vino son rotundos aromas de fruta fresca y los matices que aporta el roble nuevo

Carmen fuent

“Es reivindicar nuestra tradición, nuestra historia y el magnífico legado que nos dejaron, en nuestro caso, quienes nos antecedieron en el Marco de Jerez”, afirma Juan José Mesa, director técnico y enólogo de Williams & Humbert. Su bodega cuenta con una colección histórica que se remonta a 1920. “La colección más completa y antigua del Marco de Jerez, algunas de las cuales han sido incluso subastadas en Christie's Londres y Nueva York. Una colección que abarca las añadas Single Cask, desde 1920 hasta 2001, año en el que se inicia un nuevo proyecto que incluye añadas de crianza biológica. Estas añadas representan la variación en el tiempo, al ser cada vino un reflejo de la vendimia y las condiciones climatológicas del año”, explica el enólogo.

Colección de vinos viejos en Jean Leon.
Colección de vinos viejos en Jean Leon.

Para Mireia Torres Maczassek, directora de Jean Leon y directora de Innovación y conocimiento de Familia Torres, hay que reivindicar los vinos de añadas antiguas porque son vinos únicos. “Solo los grandes vinos tienen la capacidad de envejecer bien y mostrar una buena evolución en botella a lo largo del tiempo y eso hay que ponerlo en valor.  Son vinos que muestran el valor de una manera de hacer, expresan el carácter de un determinado terruño y muestran el potencial de envejecimiento a lo largo de los años”, sostiene la bodeguera.

Según Borja Eguizábal, CEO de la riojana Bodegas Franco-Españolas considera que son vinos que hablan por sí mismos, vinos que “no tienen la necesidad de inventarse una historia en torno a ellos, porque son vinos que representan la historia real. En el caso de los vinos de añadas históricas de Bodegas Franco-Españolas son vinos que han vivido 3 siglos (XIX, XX y XXI)”. Considera que son la historia de una bodega y la de todas las personas que han trabajado en ella. “Eso merece un respeto y les otorga un nivel totalmente inaccesible para los vinos modernos, para los vinos que están empezando a escribir su propia historia y que en la mayoría de los casos, será difícil que consigan alcanzar los 133 años que actualmente cumple Bodegas Franco-Españolas”, asegura.

Marisol Bueno, propietaria de Pazo Señorans en Rías Baixas, defiende que es necesario reivindicar los vinos de añadas antiguas “porque las variedades de calidad alcanzan su máxima expresión con el tiempo”. Esta bodeguera confirma que está cambiando la tendencia y “cada vez hay un consumidor más interesado y más variedades de comida. Con lo que se encuentran más ocasiones para beber vinos diferentes”.

En este punto coinciden todos los bodegueros, la larga vida de estos vinos se encuentra en un momento dulce en el que los españoles aprecian su legado embotellado. Esta es la razón por la que se ha organizado este peculiar salón de vinos añejos. “Somos conscientes de esta tendencia y estamos convencidos de que uno de los rasgos más fascinantes del vino es su capacidad para madurar con nobleza, potenciando sus virtudes, a través de los años”, incide Carmen Fuentes. 

anuncio de Bodegas Franco-Españolas
Anuncio de Bodegas Franco-Españolas.

“Hay una parte de los consumidores que se guía más por las modas, por las tendencias, a la hora de seleccionar un vino. Pero como en el resto de los sectores, la moda es pasajera, viene y se va, no consigue la permanencia de los vinos de añadas históricas, de bodegas centenarias”, afirma el directivo de Bodegas Franco-Españolas. Considera que en nuestro país cada vez son más los que valoran este tipo de vinos. “Van unidos al esfuerzo por conservar joyas únicas, a la tradición y a la historia que, como en nuestro caso, son más de 133 años elaborando vinos de guarda”, añade.

Marisol Bueno vincula la madurez del mercado y el mayor conocimiento del consumidor a la demanda de los añejos, como ocurre en otros países.  Mireia Torres también cree que son más valorados en otros mercados porque se valora más la escasez ligada a la singularidad, y se entiende lo que eso supone. Se refiere a países del norte de Europa, como Alemania, Holanda o los países nórdicos en donde el consumidor también está dispuesto a pagar más. “Son vinos que no suelen estar al alcance de todos los públicos, sobre todo por un tema de escasez. Los precios tienden a ser más elevados, precisamente porque son escasos y la bodega dedica recursos en su conservación, y no todo el mundo está dispuesto a pagarlo. Son vinos para un momento de consumo concreto y para un tipo de consumidor determinado que aprecia la gran complejidad que da el envejecimiento en botella”, asegura Torres.

Es dar a conocer nuestra historia a un público cada vez más exigente; cada vez son más los que buscan descubrir las botellas más añejas

Borja Eguizábal, CEO de la riojana Bodegas Franco-Españolas

Foto: Bodeda Jean Leon

Inversión cultural

La clave para alcanzar la rentabilidad de un producto que cuesta tanto esfuerzo y recursos para elaborar, según Torres, radica en que son producciones pequeñas que se diseñan en paralelo a otras producciones más masivas de la bodega que no requieren las exigencias de los vinos de guarda. 

Pero los bodegueros consideran que estos altos costes de elaboración son toda una inversión en conocimiento del consumidor. El enólogo Juan José Mesa considera que la educación es clave. “Seguir y reforzar la línea ya iniciada en la promoción de nuestros vinos como las joyas enológicas que son, para lograr que puedan posicionarse de forma consecuente en el segmento de vinos de gran calidad”, afirma.

Una forma de inversión en capital cultural. “Es dar a conocer nuestra historia a un público cada vez más exigente. Esto antes era impensable pero ahora cada vez son más los que buscan descubrir las botellas más añejas, que están recuperando su valor en los mejores escaparates de nuestro país”, concluye Eguizábal.

El Fondillón, un vino con mucha historia

En 2020, Fondillón 50 años de MG Wines Group fue declarado por el Ministerio de Agricultura como Mejor vino de España y en El Independiente no fuimos a conocer la Denominación de Origen de Alicante para conocer la larga trayectoria histórica de este vino único.