Si perdemos, en medio de la niebla de la saturación de contenidos, el poder de prescribir nuevos talentos, estamos perdidos. Así que cuando aparezca algo que cataloguemos, reconozco que subjetivamente, como muy bueno, hagamos sitio. Será según nuestro criterio, pero no podemos perder ese punto de apoyo que ha elevado a los cielos a los más grandes artistas. Alguien fue el primero que, en su momento, encontró interesantes a Sam Cooke o Elton John. Fue el propio Sir Reginald Dwight quien se me adelantó al asegurar públicamente que la de Jalen Ngonda es una apuesta ganadora. Démosle su espacio.

Rompe esquemas. Ni está publicado en los 60 ni esa es una voz de mujer. Este norteamericano de Maryland que vive en Londres se crió musicalmente en la cuna del fenómeno más importante de la historia de la música. El Liverpool Institute for Performing Arts le vio ponerse al piano una y otra vez, extrayendo las entrañas de la esencia del soul hasta mimetizarse con los sonidos y la estética que marcó el inicio de una muy prolífica era musical.

Sus portadas, herederas de la tradición setentera, reflejan algo más que un homenaje. Es una inmersión total en una época en la que nuestro joven talento no había nacido. Con apenas 30 años ahora, Jalen seguramente envidiará en el fondo de cada nota compuesta y cantada por él a los que construyeron el templo musical de un estilo que tuvo inmensos éxitos internacionales. Se ha reconocido hijo estilístico de Cooke, Otis Redding y hasta de Aretha. Siempre declaró devoción por Marvin Gaye, y también por Beach Boys. Los de California aparecen siempre referenciados como los grandes inspiradores del pop que heredamos hace más de medio siglo. Leyendo entre notas, en alguna de sus canciones aparecen sospechosos arreglos vocales surferos entre violines.

Maestros del 'falsetto'

En la prueba de darlo a escuchar sin dar más información ni fotografía, los entrevistados aseguraban mayoritariamente estar ante una voz de mujer. Así de depurado es su falsete. Grandes artistas han usado este recurso para volverse andróginos, despojarse de carga varonil y poder serpentear con comodidad en nuestro oído. Para no salirnos del universo soul, el propio ídolo de nuestro artista lanzó al mundo su “cura sexual” cantando así.

Los arquitectos de la armonía costera que tanto inspiró a los más grandes, los propios Beach Boys, usaron lo que allí se denomina falsetto para añadir una capa de armonía y textura a su música. Brian Wilson siempre se lucía en ellos.

Por quedarnos en las postrimerías de la época en la que hubiera vivido feliz Ngonda, la explosión de la música disco vino de la mano de la fiebre del sábado noche. Cantada en esta modalidad, ahora sería impensable escuchar aquel impacto con voces rotundamente masculinas. 

Contrariamente a lo que se podría pensar, el falsete puede servir para aumentar la energía y potenciar la sensación de euforia de una canción. Lo consiguió nada menos que Michael Jackson en "Don't Stop 'Til You Get Enough"

Por reafirmarme en esta curiosa propiedad, muchos ejemplos ilustres los encontramos, precisamente, en el más rotundo heavy metal. Rob Halford, de Judas Priest, más conocido como The Metal God, es famoso por su capacidad para alcanzar notas altísimas sin ningún problema. Temas como "Painkiller" lo demuestran.

Mucho más suave y delicado quiso ser Prince siempre que usó este recurso. Para ser maliciosamente aterciopelado y juguetón, así acarició el oído de sus fans en “Kiss”.

No nos equivoquemos. No es solamente cosa del pasado. Uno de los artistas más premiados de los últimos años también sabe entonar varias octavas por encima de su voz natural. The Weekend lo hace en “Call Out My Name”.

Hasta uno puede encontrar vídeos en los que se confronta, por ejemplo, a ídolos contemporáneos como Sam Smith y Justin Timberlake para comprobar quién afina mejor en ese altísimo rango vocal.

Acabaré con el que es, para mí, el mejor ejemplo de buen uso en esta materia. Lo pone en práctica uno de los más de 50 músicos que han pasado por una de las mejores bandas del siglo XX: Earth, Wind and Fire. Phillip Bailey siempre fue conocido por su impresionante falsete, en grandes temas del grupo como “Fantasy”

Y si este músico excepcional se une a otro tan universal como Phil Collins, el resultado es este explosivo e histórico “Easy Lover” que marcó el centro de los 80. 

Es curioso, sí, cómo un uso tan singular del órgano fonador puede recrear de forma tan fiel los matices de la voz humana. Y bueno es que haya herederos de esa fortuna como la joven promesa Jalen Ngonda, que ya se dejó acompañar por una completa orquesta en la radio de las radios, BBC.

Le iba a desear suerte, pero no la necesita. Solo buenos prescriptores dispuestos a hacerle sobresalir del más mediocre de los momentos musicales del pop.