Jess Franco, cineasta underground por antonomasia del cine español, fue una rara avis de la cinematografía nacional. Su nombre real era Jesús. El apellido, para su desgracia, el mismo que el del dictador que no le permitió desarrollar su cine con plena libertad. Sus películas, cuyas secuencias lésbicas y eróticas rozaban más el cine pornográfico que el de autor, fueron víctima de numerosas censuras. No había cabida para las vampiresas sáficas en el régimen franquista. "En España se creó una especie de prohibición moral de mi existencia: en los tiempos del franquismo yo, sencillamente, no existía", recordaba en un programa especial dedicado a su figura poco antes de su fallecimiento en 2013. Quizá fuera por ello que Jess Franco decidió autoexiliarse.
Hizo cine fantástico, cine de ciencia ficción e incluso spaghetti western, pero el terror sería siempre su género preferido. Y cuanto más de serie B, mejor. Firmó una excepción: El Conde Drácula (1970), una fiel adaptación del clásico de Bram Stoker protagonizado por el gran Cristopher Lee, quien llegó a interpretar al célebre vampiro en hasta siete ocasiones diferentes (la primera, en 1958). Pero, qué le iba a hacer: a Jess Franco le encantaban los vampiros. Y las vampiras.
El cine de la reivindicación
Pese a gozar de cierto reconocimiento indie de la época, las películas de Jesús Franco no siempre fueron bien acogidas por la crítica y el público, pero no desistió. Ahora, incluso la más pequeña de sus películas es abanderada y celebrada por el público. Así, la Filmoteca Española ha programado un ciclo dedicado a Jess Franco, recuperando y restaurando en alta definición seis títulos esenciales de su filmografía, ya sea su preliminar Gritos en la noche (1962) o su explícita Bésame, monstruo (1969).
Porque todo en el cine de Jess Franco era una reivindicación. Tío del escritor Javier Marías e íntimo amigo de Orson Welles, el malagueño era libérrimo, poliamoroso y disidente. Su cinefilia, una calcomanía de sí mismo. Su fama de rebelde hizo que, a comienzos de los 70, el director Luis Buñuel quisiera conocerle personalmente, tras haber leído en algún lado que ambos habían sido incluidos en una lista de directores "peligrosos" para los intereses de la Iglesia católica. Y no es para menos, Gritos en la noche es considerada una de las primeras películas de terror gótico del cine español, abriendo la puerta al denominado subgénero del fantaterror.
Con motivo de ello, la plataforma de cine español, FlixOlé, estrena el 11 de julio seis títulos del director de culto, incluido el sueño erótico que es Las vampiras (1971) y su parodia al cine de espías, El diablo que vino de Akasawa (1971).
Su éxito internacional le vino con Necronomicón (1968), película que rodó durante su exilio en Alemania y presentó en el Festival de Berlín. La trama seguía a una bailarina (interpretada por Janine Reynaud) de un club nocturno cuyo particular —y afamado— espectáculo de tintes sadomasoquistas culmina con la simulación de un asesinato. Entonces, entre el sueño y la vigilia, la protagonista empieza a dudar e qué es verdad y que es ficción. Terror y erótica, el sello personal del austero director malagueño.
El baile de los vampiros (lésbicos)
Su terror era más europeo y americano que español, y eso encandiló a todos por igual. Lo explotó al máximo. Su irrefrenable necesidad por rodar lo llevó a crear un serial cinematográfico en el que abundaba la subversión, el sexo y los vampiros. Su fama la cimentaron títulos como Las vampiras, una versión feminizada de la historia de Drácula que popularizó el arquetipo lésbico y sensual de estas criaturas de la noche (algo que ya había hecho, casi un siglo antes, el irlandés Sheridan Le Fanu en su novela corta Carmilla).
Máxima expresión del cine de Jess Franco, Las vampiras (Vampyros Lesbos, en su versión extranjera) conjugó de manera explosiva el terror y el mundo onírico con el erotismo integral. Desató toda su imaginación, psicodelia y musicalidad, entregándose por completo al deseo y el placer, con sus obsesiones proyectadas sobre su musa, Soledad Miranda.
Su obra influyó a numerosos directores, desde Quentin Tarantino al ya mencionado Orson Welles. El último, Sean Baker, quien en los créditos de su oscarizada Anora (2024) incluyó una dedicatoria de agradecimiento tanto a Jess Franco como a Soledad Miranda, además de emular en la carátula de la misma el cartel de Las vampiras.
Trovo bellissima la copertina del bluray di CC di Anora, che omaggia Vampyros lesbos di Jess Franco ❤️❤️🔥 pic.twitter.com/9nujSrI6uA
— Giulia Sabor (@giulia_sabor) January 15, 2025
Las películas incorporadas en FlixOlé se incluirán en una colección especial compuesta que recorre la filmografía de Jess Franco, desde sus inicios vinculados al cine de terror y policiaco hasta documentales sobre su vida, pasando, por supuesto, por sus extensas incursiones en el cine de exploitation y erótico. El reconocimiento a su trayectoria culminó en 2009, cuando obtuvo el Goya Honorífico, haciendo justicia a la compulsiva trayectoria de un todoterreno del cine. A un hombre que, pese a todo, ansiaba crear.
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