El 31 de julio de 2015 las autoridades aduaneras francesas encontraban en el yate Adix, que navegaba bajo bandera británica y se encontraba amarrado en el puerto deportivo de Calvi, el cuadro Cabeza de mujer joven, de Picasso. El barco, propiedad de Jaime Botín, expresidente de Bankinter y hermano de Emilio Botín, llevaba desde Valencia a Suiza el lienzo en contra de lo estipulado por la Justicia española, que había prohibido el traslado por su alto valor patrimonial. Comenzaba entonces una pelea entre la justicia y el exbanquero que ha acabado con él declarando este 4 de noviembre ante el juez acusado de contrabando de bienes culturales, por lo que la Fiscalía le pide 4 años de prisión.

Cabeza de mujer joven (1906), tasado en 26 millones de euros, llegó a las manos de Jaime Botín en 1977. Lo compró en la galería Marlborough de Londres y se trata de uno de los lienzos que Pablo Picasso pintó durante los tres meses que vivió en Gósol, un municipio de la comarca del Berguedá, en Lleida, que no llegaba, en 1906, a los 800 habitantes.

La importancia del lienzo de Picasso

Picasso, que entonces tenía 24 años, fue con Fernande Olivier, su compañera durante casi una década. Cuentan que para llegar allí tuvieron que realizar el último tramo sobre caballos y que fue una mula la que a su lado trasladaba su caballete y su pinceles. Al volver a París se llevó con él los cuadros que había pintado durante aquellos meses, unos 100 cuadros en algo más de 80 días.

Pero fue más importante lo que Picasso dejó en Gósol que lo que se llevó. Este periodo es esencial en el desarrollo de su pintura ya que es allí donde deja atrás los periódicos azul y rosa, donde los ocres le devoran y donde, según la mayoría de los expertos, empieza a intuirse el cubismo en sus obras. Además, sus lienzos de aquella época son escasos. Por eso, Cabeza de mujer joven, adquiere tanta importancia.

Pero volvamos otra vez al barco. Desde que Jaime Botín compró aquella obra, esta, según él, se había encontrado dentro del Adix, un velero de 64 metros de eslora donde, junto con una tripulación de 14 personas, el exbanquero pasa bastante tiempo. Se trata de un museo flotante, como describió el letrado Rafael Mateu que se encarga de la defensa de Botín a Vanity Fair en marzo de 2018. "Cuando lo compró, Jaime Botín trasladó una parte de su colección de cuadros. No solo el Picasso, también otras obras de arte de similar valor, un Turner, un Sisley, un Corot, un Scott, un Van Goyen, tablas flamencas del siglo XVII...", añadía.

No había habido ningún problema hasta que el 13 de diciembre de 2012 la casa de subastas Christie's pidió a la Secretaría de Estado de Cultura la exportación de la obra a Londres en nombre de Jaime Botín, considerando "dueño de pleno dominio" del lienzo. El banquero quería venderlo.

No se podía exportar al tratarse de un cuadro de "excepcional importancia"

Pero la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español denegó dicha autorización alegando que no existía "obra semejante en el territorio español, ya que es una de las pocas realizadas por su autor dentro del denominado periodo Gósol". Además, la conservadora jefe de Pintura y Dibujo del Reina Sofía, especializada en ese periodo, realizó un informe por petición de la Junta en la que catalogó el cuadro como de "excepcional importancia" y el director general de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas de España no sólo denegó el permiso, sino que que pidió que se declarara obra bien de interés cultural.

Pero a Jaime Botín le dio igual la prohibición del Estado. Y en contra de lo que el aseguraba, que el cuadro siempre se había encontrado en el yate, este lo llevó al Adix desde una de sus casas en Ciudad Real, cuando supo que le habían prohibido sacarlo del país. En julio de 2015 las autoridades francesas lo requisaron en el barco y cuando lo encontraron el cuadro se encontraba embalado y preparado para su salida ilegal a Suiza, tal y como documentaron con fotografías.

De allí pasó, el 11 de agosto de 2015, al Museo Reina Sofía de Madrid, donde fue depositada por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y donde permanecerá hasta que culmine la investigación sobre su supuesta exportación ilícita.

Los abogados de Botín alegaron que el cuadro no era español, se compró en Londres y siempre se había encontrado bajo bandera británica, que en ese momento no se encontraba en España y que fue Christie's y no Botín quien solicitó la exportación. Además, surgió otra incognita, el cuadro estaba a nombre de una sociedad panameña, Euroshipping Charter Company INC, la misma que tenía en posesión el yate Adix.

No sirvió de mucho y en noviembre del 2017, dos años más tarde, la Fiscalía pidió cuatro años de prisión para Jaime Botín, por supuesto delito de contrabando de bienes culturales y el Ministerio Público presentó en el Juzgado de Instrucción número 4 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) un escrito de acusación en el que solicitaba dicha pena y que se le condenase a una multa de cien millones de euros.

Este 4 de noviembre, Jaime Botín ha declarado ante el juez por este presunto delito de contrabando en un juicio que se prolonga durante varios días.