En 1996 el editor Barry Cunningham aceptó un manuscrito que llevaba pasando de editorial en editorial desde hacía meses. Se trataba de 'Harry Potter' y su autora era Joanne Rowling. Cunningham solo le puso una condición para publicarlo: cambiar su nombre por unas iniciales para que una firma femenina no provocara el rechazo de los lectores. Rowling aceptó.

Su historia es la más sangrante de esta serie de autoras que tuvieron que modificar su nombre para poder ser leídas, para poder salir a luz. Se trata de una mujer que a finales del siglo XX vuelve a sufrir una discriminación feroz dentro del mundo literario, más propia de otra época.

Su libro, todos los libros de Harry Potter, son a día de hoy un hito. Su fortuna se cuenta en millones de libras, siendo una de las mujeres más ricas de Reino Unido. Siendo una de las pocas que ha podido alcanzar el éxito absoluto en un mundo predominante masculino. Hoy su nombre es reconocido a nivel mundial, su firma, la de una mujer que conquistó a millones de lectores.

Joanne Kathleen Rowling (Yate, Reino Unido, 1965) nació en la pequeña localidad británica de Chipping Sodbury, cerca de Bristol, en una familia de clase media sin ninguna aspiración literaria. Los primeros años de su vida los pasó haciendo cajas, cambiando de lugar, de hogar. Su padre era ingeniero en Rolls-Royce y su trabajo le llevó de localidad en localidad con sus hijas, su mujer y la casa a cuestas.

También con los libros. Joanne fue una lectora apasionada desde pequeña. Estaba obsesionada con las novelas, primero con que se las leyeran, después con hacerlo ella, en agarrarlas con fuerza. Fueron aquellas historias las que provocaron una imaginación desmesurada, aquellos personajes lo que dieron paso a los suyos.

Con tan solo seis años apareció el primero, un conejo al que llamó Rabbit y al que le dedicó un cuento. A partir de entonces, cada mundo que se generó en su cabeza, cada aventura, se la contó a su hermana Dianna, con la que compartió historias que, quizás, les hacían sentir menos solas.

Fue en uno de sus hogares, en Winterbourne, donde conoció a un vecino, a un niño de su edad que se llamaba Ian Potter. Fue después de aquello cuando los Rowling se volvieron a mudar y a ella el nombre de su amigo se le quedó grabado. Esta vez aparecieron en el condado de Gwent, en Forest of Dean, un lugar donde el río Wye se convirtió en su mejor atracción y el colegio en su peor pesadilla.

A su profesora Mrs. Morgan y a todos los asumió también como parte de su imaginación, de sus personajes

Allí apareció la profesora Mrs. Morgan, una mujer que se convirtió en la peor pesadilla de Joanne que, como ella misma se definió, "pecosa y gafotas", tuvo también complicadas las relaciones sociales con sus compañeros. A ella y a todos los asumió también como parte de su imaginación, de sus personajes y creó gracias a sus desplantes y humillaciones decenas de historias. Fueron los malos de los cuentos.

También la causa de dejar aquella escuela primera y entrar en la de Wyedean, donde se hizo fuerte, dura, mayor y comenzó a narrar. Cuentan que en aquel lugar se convirtió en una narradora de primera. Hizo un grupo pequeño pero fuerte de amigos a los que embaucó con sus historias. Se reunían alrededor de ella para escuchar con atención. Hicieron de Joanne su mejor forma de pasar los recreos. Durante esa época, de adolescente, también comenzó a escribir aunque jamás le enseñó una línea a nadie.

Al terminar la escuela secundaria pensó que debería dedicarse a algo relacionado con los idiomas, que le fascinaban, y se matriculó en la Universidad de Exeter donde estudió literatura, lengua y francés y de donde salió queriendo ser secretaria bilingüe. Y lo consiguió, nada más terminar y tras pasar un tiempo realizando un trabajo de investigación en Amnistía Internacional, se puso manos a la obra.

Pero la ilusión le duró poco. Se dio cuenta que aquello que había imaginado como el trabajo perfecto era en realidad rutina y rutina y se desencantó. Además, su madre murió tras sufrir durante años esclerosis múltiple, la que más confiaba en ella se fue cuando a Joanne la cabeza le tambaleó.

Decidió dejarlo todo. Tenía 26 años y necesitó alejarse de lo que ya conocía. Apareció en Portugal, en la ciudad de Lisboa, donde se puso a dar clases de inglés. Fue una época bonita al principio, tuvo mucho tiempo para escribir, para pensar, para conocerse; pero apareció Jorge Arantes. Era un periodista de televisión del que Joanne se enamoró rápido y profundo.

Joanne entró en una fuerte depresión y, como aseguraría, pensó en quitarse la vida

Durante los primeros meses, incluso los primeros años, su vida siguió tranquila. Pero, un año después de casarse con él, en 1993, nació su hija Jessica y Arantes ya llevaba un par de meses dedicado al alcohol y a comportarse de forma violenta. El matrimonio no duró mucho y Joanne, viéndose sola y desamparada, vio cómo las cosas se complicaban, tanto, que tuvo que pedir una orden de alejamiento de su exmarido. Tanto, que llegó a asegurar que entró en una depresión tan fuerte que pensó en acabar con su vida. Pero tenía a su hija, cuyo nombre eligió como homenaje a una brigadista británica que había combatido en la guerra civil española, y decidió recoger el petate y volver a Gran Bretaña con ella.

Fue a principios de 1990 y aparecieron las dos en Edimburgo, intentando acercarse a Dianna, su hermana. Allí las historias de Harry Potter resurgieron en su cabeza. Contó que fue durante un viaje en tren años atrás, cuando este se paró durante horas por una avería, cuando empezó a pensar en los magos, en aquel andén imaginario, en Harry, ese huérfano en el que ya se sentía muy representada.

«De repente, la idea de Harry apareció en mi imaginación, simplemente. No puedo decir por qué, o qué la desencadenó, pero vi la idea de Harry y de la escuela de magos muy claramente. De pronto, tuve la idea básica de un niño que no sabía quién era, que no sabía que era mago hasta que recibió una invitación para asistir a una escuela de magia. No he estado nunca tan entusiasmada con una idea», aseguró en una entrevista.

Con un comienzo ya en marcha que había escrito antes de irse a Oporto, nada más llegar a Escocia, la imaginación le volvió a aquella historia. Con una niña muy pequeña a su lado acabó pasando las tardes en una cafetería "porque en el paseo de mi casa hasta allí se dormía y así podía trabajar".

12 negativas y 1500 libras

En 1995 terminó el manuscrito. Tenía a Jessica con apenas dos años y un montón de páginas de magos, magia, castillos... Era Harry Potter y la piedra filosofal y la agencia Christopher Little Literary Agents aceptó rápidamente ser su representante y buscar un editor para aquella historia. Pero pasaron los meses, el manuscrito cambio 12 veces de manos y todas las editorales lo rechazaron.

Lo vi en el escaparate de una librería. Todos mis compañeros de colegio ya lo tenían y le pedí a […]