Su vida estuvo marcada por el legado: el que recibió -desestructurado-, reunió y aumentó antes de morir. Heredero, empresario, marido, padre... pero, sobre todo, ferviente coleccionista de arte. Se cumplen 100 años del nacimiento de Han Heinrich Thyssen-Bornemisza (Países Bajos, 1921-España, 2002), el barón.

"La gran pasión de su vida fue la pintura. En sus memorias dice que le ayudó a sobreponerse de reveses tanto sentimentales como de sus empresas", cuenta a EFE Juan Ángel López-Manzanares, conservador del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. En 1947, el legado familiar cae en sus manos tras la muerte de su padre. Tenía sólo 26 años cuando le tocó coger las riendas de una familia aristocrática que dependía de unas empresas que tiritaban tras las dos grandes guerras europeas.

El punto de partida de todo lo que vendría después fue Villa Favorita. Una lujosa mansión en Lugano (Suiza) que albergaba parte de la colección artística de su padre. Esa galería privada sólo abría sus puertas a invitados personales, hasta que en 1948 el barón ofreció la posibilidad al público de visitarla. Poco a poco Heini, en línea con la idea de su padre de que "después de Goya no hay nada de valor", adquirió más obras de maestros antiguos.

Las nuevas tendencias del coleccionismo de finales de los años cincuenta encandilaron al barón, que en 1961 hizo sus primeras compras dentro del arte contemporáneo. Después de quedar prendado del expresionismo alemán, continuó su affaire con otras vanguardias del siglo XX y más movimientos artísticos hasta los años ochenta.

La galería de Villa Favorita crecía y seguía con su colección de maestros antiguos; al mismo tiempo, Heini comenzó a hacer exposiciones internacionales de sus obras de arte contemporáneo. Esta muestra, que abarcaba desde el impresionismo al arte pop, aterrizó en España en 1986. Primero en la Biblioteca Nacional en Madrid y luego en Barcelona, en el Palau de la Virreina.

La pintura era lo que que le daba el verdadero valor dentro de su vida

Juan Ángel López-Manzanares

La tarea de reagrupar toda el catálogo de obras de su padre tuvo una dificultad extrema. El barón temía que cuando él muriera esta serie volviera a fragmentarse. Quería un futuro para sus cuadros. "La pintura era lo que ponía en perspectiva el resto de facetas de su vida, lo que le daba el verdadero valor dentro de su vida, era lo que le emocionaba y le entusiasmaba", explica López-Manzanares.

Heini trató ampliar la galería de Villa Favorita, pero no consiguió el apoyo financiero de las autoridades suizas y lo buscó internacionalmente. A las propuestas de Reino Unido, de la Fundación Getty y de varias ciudades alemanas se unió la oferta española, que acabó por ser la elegida.

El barón Thyssen y el Estado español firmaron el préstamo de 775 obras con una posible venta posterior. Este acuerdo tuvo mucho que ver con la influencia de su esposa, la española Carmen Cervera. Heini conoció a Tita Cervera en 1983 y después de cuatro matrimonios fracasados y cuatro hijos, logró con ella esa estabilidad que ansiaba.

Otro de los pilares fundamentales sobre los que se sostenía este trato fue la posibilidad de alojar las obras en el reformado palacio de Villahermosa. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza se inauguró en octubre de 1992 y en junio de 1993 se firma la venta definitiva de las obras al Estado por 350 millones de dólares. El precio resultó muy bajo para muchos expertos; aunque el motivo puede ser la imposición de que la colección permaneciese siempre unida, tal y como había soñado el barón, que falleció a los 81 años, en 2002 en Sant Feliu de Guíxols (Gerona).