¿Cómo viviremos juntos? Esta es la pregunta que deben responder los 112 participantes de 61 países en la XVIII Bienal de Arquitectura de Venecia, una edición marcada por atisbar el final de una pandemia que ha delimitado y agravado, entre muchas otras cosas, desigualdades sociales, raciales y económicas.

Y es que ese es precisamente el eje de la biennale que se reactiva este sábado , aún de pandemia, con pabellones por abrir, obras sin montar, eventos suspendidos y escasez de público, a pesar de sustentar eso sí, un oasis creativo que incita a la reflexión sobre la convivencia en el futuro a partir de un mundo que ha estado en pause durante más de un año.

El evento evidencia el giro social, e incluso político, que se viene dando a la muestra desde hace más de dos décadas y, en esta ocasión, comisariado por el arquitecto libanés y decano de la Escuela de Arquitectura, Hashim Sarkis, cuenta con sesenta pabellones nacionales, ubicados entre los Jardines, el Arsenale y el centro histórico de la ciudad de los Canales.

No podemos esperar a que los políticos señalen los caminos para un futuro mejor»

Hashim sarkis

«No podemos esperar a que los políticos señalen los caminos para un futuro mejor. Mientras ellos continúan dividiendo y aislando, podemos proponer alternativas para vivir juntos gracias a la arquitectura», ha señalado Sarkis en la presentación de una muestra, que dice, «es un laboratorio de propuestas de vida en común».

Entre todas, figura el proyecto de los españoles Domingo González, Sofía Piñero, Andrzej Gwizdala y Fernando Herrera, que, bajo el nombre Uncertainty (Incertidumbre), reflexiona con una arquitectura de impacto social, y desde distintas disciplinas, sobre un futuro desconocido y en continuo cambio.

Uncertainty aporta nuevas reflexiones y formas de ejercer un oficio que ha sabido evolucionar para adaptarse a todas las dimensiones y necesidades de una disciplina que, afectada por los estragos de la pandemia, es esencia y elemento principal de nuestro bienestar: «la exposición del Pabellón para esta Bienal no admite una respuesta concreta a la pregunta de Sarkis, sino que invita a generar infinitos interrogantes, que, sin embargo, guardan implícita una certeza: el futuro será juntos o no será».

Entre demás propuestas, destaca La casa infinita, del argentino Gerardo Caballero, que aborda la cuestión de la vivienda colectiva para defender el poder de la colectividad frente al individualismo, una idea, que también contemplan los chilenos Emilio Marín y Rodrigo Sepúlveda en Testimonial spaces.

La proximidad humana ha sido puesta en crisis»

lourdes silva

En la misma línea, Uruguay propone Próximamente: Visiones desde el territorio mínimo, una propuesta que responde a una cercanía espacial y temporal liderada por Federico Lagomarsino, Federico Lapeyre y Lourdes Silva: «a lo largo del tiempo, la mesa ha funcionado como un dispositivo de narración y convivencia, haciendo de ella un campo comunicacional potente, donde puede coexistir lo público y lo privado, lo doméstico y lo territorial. Esta mesa invita a tomar asiento, sumergirse en una conversación y ser parte de ella, en un momento en que la proximidad humana ha sido puesta en crisis», señalan los arquitectos en su presentación.

Suecia, Finlandia y Noruega, por su parte, bucean en Lo que compartimos, y transforman su pabellón en un proyecto de co-vivienda en el que resolver algunos de los retos sociales y medioambientales que enfrentan a las sociedades modernas.

La exposición incluye la presencia de cuatro países que participan en la Bienal por primera vez: Granada, Irak, Uzbekistán y la República de Azerbaiyán, además de las crecientes delegaciones de África, América Latina y Asia.

León de Oro a la trayectoria de Moneo

La exposición Internacional alberga eventos colaterales de organizaciones e instituciones sin ánimo de lucro, como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que presenta la exposición Revive el espíritu de Mosul, sobre la reconstrucción de esta ciudad iraquí devastada por la ocupación del grupo terrorista Estado Islámico en 2014.

Además, dentro de la programación, la Bienal entrega esta misma tarde el León de Oro a la carrera y trayectoria del prestigioso arquitecto español Rafael Moneo, Premio Pritzker 1996.

La decisión ha sido tomada por la Junta Directiva de La Biennale di Venezia, por recomendación del comisario: «Rafael Moneo es uno de los arquitectos más transformadores de su generación", ha señalado Sarkis.