Amor turbulento, de ese que atrapa y del que uno no puede salir vivo. Se enamoraron al instante y con la rapidez con la que un relámpago dibuja su trayectoria en el cielo, pero como con todo lo tóxico, salir de sus garras resulta demasiado complicado.
Amy Winehouse conoció a Blake Fielder-Civil en 2005. Él trabajaba en una productora y ella contaba con cierta notoriedad en el panorama musical tras el lanzamiento de su álbum Frank. Él tenía novia, pero eso poco importa cuando se trata de un flechazo. En el oscarizado documental de Amy (2015, Asif Kapadia), Blake constata en todo momento que ambos eran muy similares. Compartían ese aura autodestructiva que les hacía conectar al unísono.
La problemática surgió cuando Blake decidió continuar con su pareja, momento en el que Amy estaba perdidamente enamorada de él. Blake era un mujeriego, habitual de las fiestas y de la consumición desmesurada. Era cuestión de tiempo que ella mutara hacia un símil de su amado. «Cuando rompimos, me volví completamente loca, era una imprudente. Enloquecí. Todo me recordaba a él. Buscaba algo en la nevera y lo veía. Subía las escaleras, veía sangre en las paredes y pensaba en él, pero era (sangre) de mis puños», contó ella tras la primera separación.
Sumida en una depresión por su ruptura, Amy volvió a centrarse en la música y creó Back to black (2006), el álbum con el que consiguió notoriedad mundial. Su éxito provocó la reconciliación con Blake, con quien se casaría en Miami en 2007. Ya unidos en santo matrimonio, Amy comenzó a consumir crack, heroína y sucedáneos. El consumo fue a más, su carrera musical caía en ciernes y Blake fue arrestado y llevado a la cárcel por asestarle un golpe a un camarero en un pub
Sin Blake, Amy no era nada, y su cuerpo, su adicción, su bulimia y el acoso de la prensa comenzaban a mermarla. Sus fans pedían más a la cantante, incapaz de continuar con su carrera musical a pesar de las numerosas etapas de desintoxicación a las que se sometió. El 23 de julio de 2011, a los 27 años, falleció en su casa de Camden Town a causa de una intoxicación aguda por alcohol.
Desde entonces, Blake ha generado mucha controversia al declarar que él no fue «culpable» de la muerte de Amy, considerando que ambos eran dos personas muy dañadas y nocivas. «No creo que la haya arruinado, no. Creo que nos encontramos el uno al otro y ciertas personas deben darse cuenta de que ella tenía otras adicciones antes de conocerme», dijo al Times. «No era una joven feliz (…) y me parece una falta de respeto insinuar que yo era un maquiavélico titiritero».