Un autorretrato inacabado de una joven Frida, un vestido de Tehuana o una carta a Diego desde Paris. Todo se escondía entre cuatro paredes muralistas que unían lo antiguo con lo contemporáneo y la naturaleza con las creaciones del hombre. Porque así era ella, un todo y un nada; pintora mexicana icono pop de la cultura de México; del dolor y del color -porque «nada es negro, realmente nada», escribía en su diario-; y pintora de las raíces indígenas y del Olimpo de grandes artistas.

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en la Casa Azul del barrio mexicano de Coyoacán, el mismo lugar que la vio morir en 1954 cuando dejó atrás más de dos centenares de obras, un romance tan pasional como tormentoso con el también pintor Diego Rivera (México, 1886 – 1957), y la huella de un carácter rebelde que rompió con los convencionalismos: «Yo quisiera poder hacer lo que me de la gana detrás de la cortina de la locura. Así, arreglaría las flores -todo el día-, pintaría el dolor, el amor, y la ternura, me reiría a mis anchas de la estupidez, de los otros, y todos dirían: ¡Pobre! Está loca. Sobre todo me reiría de mi estupidez, construiría mi mundo, que mientras viviera estaría de acuerdo con todos los mundos», escribió. Y todo ese mundo ve ahora la luz, sesenta y siete años después de su muerte, en El Universo Frida Kahlo, el libro que, coeditado por Editorial RM y el Museo Frida Kahlo, contiene cerca de 300 imágenes inéditas que estuvieron guardadas en 'la habitación de Frida': «Cuando Frida Kahlo murió Diego Rivera donó la Casa Azul de Coyoacán al pueblo de México para que se convirtiese en el museo de Kahlo. Sin embargo, los archivos fotográficos de la artista eran también los de él. Poco antes de morir, pidió a su albacea, Lola Olmedo, que sus papeles no vieran la luz hasta 15 años después de su muerte. Y así, durante 50 años aquellos armarios y cómodas repletas de fotografías permanecieron sellados hasta que en 2006 la luz iluminó sus secretos. Había fotografías, textiles, joyas, cartas, recortes de periódicos, dibujos o afiches de propaganda, entre otros. Todo se ha clasificado durante tres años. En un trabajo sin precedentes, este libro contiene todo el universo de Frida a través de la exploración del legado de esta figura indispensable de la cultura y arte del siglo XX. La obra reúne imágenes nunca antes vistas y un abanico de ensayos de los mejores especialistas, en una edición de exquisita factura», señalan desde la editorial en palabras para El Independiente.

Unida a su vida personal, El Universo Frida es reflejo, y aunque ella misma lo negara, de una masiva influencia surrealista del arte e influjo expresionista. Y es que pese a que su vida estuvo marcada por la polio de su infancia y dolor enteramente físico después de que a sus 18 años tuviera un grave accidente de autobús que la dejo postrada en cama durante mucho tiempo, su sufrimiento define un arte que ronda principalmente en autorretratos que audazmente pintaba mirándose a un espejo y con los que Frida construyó sin querer un personaje: «Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida».

"Odio el surrealismo, me parece una manifestación decadente del arte burgués. En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mí misma"

La obra, de 256 páginas, consta además de doce ensayos firmados por especialistas en la artista como Jessica Serrano, Luis Enríquez, Paulina García, Gerardo Estrada o Circe Henestrosa, que plasman tras un estudio sin precedentes producto de cinco años de investigación y análisis de los archivos de Frida, la vida -a través de sus recuerdos-, de la que acabaría convirtiéndose en una de las pintoras de la historia y un referente social y cultural de México y fuera de sus fronteras: «El universo Frida Kahlo recoge un abanico de ensayos escritos por especialistas de las temáticas que abordan que permite refrescar y actualizar la rica diversidad de temas, ideas, conceptos y emociones generados entorno a dos figuras icónicas y fundamentales en el México modern: Frida Kahlo y Diego Rivera».

Frida Kahlo, artista y mito

Mujer de cejas abundantes e incipiente bigote, minusválida y comunista. Frida Kahlo no se asemejaba nada a lo que sería un icono de moda convencional del siglo XXI, sin embargo, lo es.  Su eterno legado ha calado más allá de su sublime trabajo artístico, y es que la pintora mexicana, rompió sin saberlo los valores estéticos femeninos de la época.

Frida fue aquella mujer adelantada a su tiempo que, de manera intuitiva y naif, como su pintura, llegó a los principios fundamentales de esa filosofía clásica que repite “soy mi propia musa” a la vez que concibe un amor poligámico, polifacético, profundo, eterno o superfluo. Como el que tuvo con Diego Rivera, con quien contrajo matrimonio por primera vez en 1929 y por segunda en 1940, o secretamente con Chavela Vargas.

Al igual que Dalí, Kahlo creó su propio personaje con su forma de vestir y arreglarse, con vestimentas y abalorios indígenas, con su negativa a depilarse y su pasión por la cerveza.