Cultura

'Aida', la ópera monumental e intimista de Verdi, abre la temporada del Teatro Real

Piotr Beczala (Radamès), Jamie Barton (Amneris), Alexander Vinogradov (Ramfis) junto con el Coro Titular del Teatro Real y figuración.

Piotr Beczala (Radamès), Jamie Barton (Amneris), Alexander Vinogradov (Ramfis) junto con el Coro Titular del Teatro Real y figuración. Javier del Real

La temporada lírica arranca en el Teatro Real con retraso -debido a la renovación del suelo del escenario- y con una producción de la casa, Aida, la obra monumental de Giuseppe Verdi (1813-1901) que implica a cerca de 300 artistas entre el coro, bailarines, músicos y solistas. Se considera la obra más popular de Verdi, tiene más de 150 años pero su historia de amor, celos y ambiciones de poder no ha perdido vigencia.  

Aida, princesa etíope esclava de Egipto está enamorada del guerrero Radamés, pero este es objeto de deseo de Amneris, hija del faraón. La lucha por este amor imposible, la ambición de poder y las imposiciones religiosas se funden en el argumento de esta obra que Verdi estrenó en El Cairo, en 1871.

Los reyes presiden el estreno de esta producción titánica del Teatro Real que se ya se pudo ver en el arranque del segundo año de la reapertura del Real, en 1998. “Esta Aida se apoya en nuevas tecnologías implementadas en el teatro en los últimos 25 años que han permitido actualizar la producción. Lo más importante es la interrelación de los personajes con lo que yo llamo los personajes sociales: el pueblo, el poder religioso y el poder político. Esto es una constante en las óperas de Verdi que toca siempre estas situaciones y hacer que el público las comprenda un poco más es la parte más compleja”, afirma el director de escena Hugo de Ana que conduce su histórica producción con las modificaciones de 2018 y actualizaciones para esta reposición. El estreno de hoy se podrá seguir en directo en MyOperaPlayer y Radio Clásica lo emitirá en diferido.

La puesta en escena del Real es descomunal, pirámides que ocupan la escena, grandes desfiles de artistas, bailarines y el coro, pero lo más destacable de esta Ópera de Verdi según Nicola Luisotti, director musical de esta producción, es el tema. “Es una historia de amor, celos, amistad y guerra, son muy apropiados para hoy. La historia de Aida parece hablar de nosotros hoy, van vestidos de egipcios pero somos nosotros”.

Luisotti, que dirigió musicalmente el regreso de Nabucco a Madrid la temporada pasada, subrayó las diferencias entre ambas obras de Verdi. “A diferencia de Nabucco, que es una ópera de un Verdi muy joven y apasionado, en Aida es un hombre maduro que conoce muy bien el teatro, lo que se aprecia en el uso del coro y la orquestación y el canto. Son obras muy distintas, pero sin Nabucco no habría Aida”, afirma.

Abajo izquierda, Carlos Álvarez (Amonasro) y Krassimira Stoyanova (Aida). Abajo, derecha, Jamie Barton (Amneris) y Piotr Beczala (Radamès) y el Coro Titular del Teatro Real.
Abajo izquierda, Carlos Álvarez (Amonasro) y Krassimira Stoyanova (Aida). Abajo, derecha, Jamie Barton (Amneris) y Piotr Beczala (Radamès) y el Coro Titular del Teatro Real.

La marcha triunfal del acto II es el momento más emblemático de esta obra de Verdi, pero como destaca el director musical “es la parte marginal, lo central es la intimidad entre los personajes”. Aida está salpicada de momentos íntimos de los personajes y las grandes despliegues escénicos corales.

“La grandeza de Verdi consiste en no integrar los dos planos individual y colectivo de la obra, sino en simplemente superponerlos. Más allá de esas escenas de masas tan fáciles de caricaturizar, hay que insistir que esta es una obra que expresa, ante todo, el amor, los celos, la nostalgia y la humillación de unos personajes encerrados en alcobas, en parajes clandestinos, en la oscuridad de la noche o entre las piedras de la propia tumba. En los claroscuros de esos espacios íntimos reside la auténtica grandeza de esta obra portentosa”, describe Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real.

Es precisamente lo que hace la escenografía de Hugo de Ana, integrar los planos colectivos e individuales. Las pirámides y los templos amplifican el poder político y religioso en contraposición a los desiertos que subrayan los momentos más intimistas de los solistas.

Grandes voces verdianas

Krassimira Stoyanova, primera soprano de esta producción encarna a Aida, “un personaje muy fuerte y muy raro”, afirma. “Verdi escribe un aspecto muy distinto en cada acto. Al principio es una mujer asustada  y luego cambia. En los siguientes actos es una princesa enamorada y en la parte final es un personaje pleno; una mujer furiosa, enamorada y torturada por su padre”. Un personaje que para ella, como soprano “ofrece muchas posibilidades musicales y actorales”.  

Krassimira Stoyanova, primera soprano, en el papel de Aida.
Krassimira Stoyanova, primera soprano, en el papel de Aida.

Tres repartos reunirán en el Real a grandes voces verdianas en las 19 representaciones previstas hasta el 14 de noviembre, como las sopranos Krassimira Stoyanova, Maria Agresta, Roberta Mantegna y Anna Netrebko (Aida); las mezzosopranos Jamie Barton, Sonia Ganassi y Ketevan Kemoklidze (Amneris); los tenores Piotr Beczala, Yusif Eyvazov y Jorge de León (Radamés); los barítonos Carlos Álvarez, Artur Ruciński y Gevorg Hakobyan (Amonasro) y los bajos Alexander Vinogradov; Jongmin Park y Simón Orfila (Ramfis).

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