A Víctor Manuel de Saboya su madre le sacó las cartas cuando era un niño. "Aquí dice que vas a ser rey de Italia", le dijo, después de más de una década exiliados en Portugal tras el referéndum que en 1946 había eliminado la monarquía del país mediterráneo tras el apoyo de su abuelo Víctor Manuel II a Mussolini.

Su historia, la de un futuro rey de Italia al que le costaba recordar su país, y la del verano de 1978 cuando un disparo con su rifle mató a un niño de 19 años la cuenta ahora Beatrice Borromeo, esposa de Pierre Casiraghi, en un documental, El príncipe que nunca reinó, que se puede ver en Netflix.

Y no sólo eso, de los tres capítulos, el último adquiere especial relevancia en nuestro país porque el eterno príncipe habla sobre cómo vio como Don Juan Carlos dispara el arma que acabó con la vida de su hermano menor. "Tengo muchas cosas que contar, pero no puedo. Cosas sobre Juan Carlos", revela el protagonista que durante muchos años fue amigo del que luego sería rey de España ya que compartían lugar de exilio.

"Era muy poco educado con mi mujer y conmigo cuando teníamos desencuentros. Y no sé por qué, porque siempre fuimos muy amables, y él lo sabía. Yo estaba allí. Estábamos en el exilio y solíamos dispararles a tarros y botellas en la playa de Cascais", asegura.

Y continúa, que en 1956, "Juanito la armó gorda. Le disparó a su hermano y lo mató. Se llamaba Alfonsito. No le disparó directamente, sino a través de un armario. Yo estaba allí. Fue un accidente al cien por cien, ¿eh? Escondí mi arma inmediatamente. Si no, me habrían vuelto a culpar".

Porque años más tarde, tal y como recoge el documental tanto con vídeos e imágenes de archivo como con entrevistas actuales, Víctor Manuel de Saboya fue acusado de haber matado en agosto de 1978 a un joven de 19 años que había atracado junto a unos amigos su barco en la isla francesa de Córcega.

Dirk Hammer había salido de excursión desde Porto Rotondo, Cerdeña, después de que unos amigos de su hermana, Birgit, la invitaran a dar una vuelta en barco. Su padre le dijo que se fuera con ella, que no la dejará sola. Cuando intentaron volver, después de pasar el día comiendo y divirtiéndose en Isla Caballo donde se encontraba el príncipe y su familia, la climatología no se lo permitió y tras haber tenido algún rifirrafe con Víctor Manuel este apareció por la noche cerca de los barcos con un rifle.

Lanzó dos tiros, uno al aire y el otro algo más bajo. Este último le dio a Hamer que tras dos meses ingresado, y la amputación de una pierna, acabó muriendo. El príncipe pasó preso dos meses en Francia, de manera preventiva, pero nunca fue condenado lo que nos lleva a otra de las protagonistas de la docuserie, la hermana del fallecido.

Birgit aparece constantemente en El príncipe que nunca reinó porque vio como ocurrió aquel incidente y también porque fue la única de su familia que luchó con cierta cordura por hacer justicia. Porque cuando su hermano murió los Hamer al completo intentaron que Víctor Manuel fuese a la cárcel pero cuando ya lo dieron por perdido, el padre aceptó una suma miserable de dinero por parte de la familia italiana y eso lo distanció de su hija.

Ella se fue a París a trabajar como modelo y a dedicar gran parte de su tiempo a que la gente no se olvidará de lo que había pasado. Iba en persona a los periódicos franceses para que siguieran con el tema aunque su lucha no tuvo mucho éxito. La justicia no tardó en dar carpetazo al asunto, incluso en el capítulo dos se puede ver como el abogado del príncipe dice ante la sala que la última vez que alguien de la realeza había estado en aquel tribunal fue con María Antonieta.

Además, las noticias comenzaron a centrarse el padre de Hamer porque tras ser diagnosticado con un cáncer de testículos elaboró una teoría médica, a la que puso el nombre de su hijo, asegurando que está enfermedad era causa de un daño emocional y que, por tanto, su cura también era mediante las emociones. Como asegura uno de los periodistas que más siguió el caso en este documental: "Su teoría emocional tuvo miles de adeptos y provocó cientos de muertos porque la gente dejó de tratarse a la manera convencional".

Al final, el documental deja ver como la justicia francesa miró hacía otro lado con el asesinato de Hamer y cómo las monarquías europeas en apuros se ayudaron mutuamente durante mucho tiempo. También, que la actual fortuna de Víctor Manuel viene de la venta de armas gracias a su amistad con el Sha Pahlevi. Y que pese a lo que ocurrió, las consecuencias sólo fueron de imagen.