A Jon Fosse este jueves le ha cambiado la vida. El noruego ha sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura del 2023 y aunque en nuestro país sus libros se venden hasta ahora a través de una pequeña editorial independiente, en el suyo lo hacen en cada librería y como churros.

Su influencia, tanto a nivel literario como teatral, es tal en Noruega que es considerado uno de los principales valedores culturales de un país que rinde culto a sus creadores. Hasta el punto de que hace algo más de trece años el rey, Harald V, le recompensó por su labor con una casa que se encuentra dentro del complejo del Palacio Real, en pleno centro de Oslo.

Fosse entró a vivir allí en 2010 cuando falleció su anterior inquilino, el compositor Arne Nordheim, y tras una reforma de algo más de un millón de euros

Se trata de la casa Grotten. Desde 1924 es la residencia honoraria, y que se cede de por vida, de los artistas más importantes del país. Fosse entró a vivir allí en 2010 cuando falleció su anterior inquilino, el compositor Arne Nordheim, y tras una reforma de más de 14 millones de coronas noruegas (algo más de 1 millón de euros).

Esta casa es un símbolo cultural del país. Fue un encargo de el actor y orador noruego Henrik Wergeland. Se levantó en 1841 por el arquitecto Hans Linstow. Se trata de una villa pintada de rosa, imitando a la piedra arenisca, y de estilo chalet suizo. Se sitúa en uno de los bordes del parque del Palacio Real, sobre un pasadizo de piedra. Y aunque al principio tanto el terreno como la casa fueron propiedad de Wergeland, este la tuvo que vender justo antes de morir por problemas económicos.

Monumento y privilegio

Hasta que en 1922 el Estado noruego compró la casa, esta fue una propiedad privada, pero en cuanto su titularidad fue estatal el rey asumió el poder de cederla al noruego o noruega que más fomentara la cultura de su país, y así ha sido desde entonces.

Se trata de un auténtico privilegio para quien la habita. El Estado noruego se encarga de absolutamente todos los gastos de la casa Grotten, desde las reformas hasta la compra de mobiliario, electrodomésticos y arreglos de todo lo que se pueda romper o ir estropeando con el tiempo. Además, el inquilino, en este caso Jon Fosse, no paga impuestos por ella ni gastos como agua, electricidad o calefacción.

"Es un edificio histórico-cultural que cuidamos mucho, y también es un premio honorífico que no debe acarrear requisitos ni gastos. El Estado cubre esencialmente todo lo que cuesta poder vivir allí. Mobiliario nuevo, reformas, seguridad, electricidad, todo lo que sea necesario", aseguró la directora de comunicación del Gobierno noruego al periódico VG en 2021.

"Es una buena casa para vivir. aunque está muy expuesta, pero de un modo extraño da una especie de seguridad a quienes viven en ella"

JON FOSSE

En ese mismo reportaje hablaba el ahora premio Nobel. Contaba que no fue una decisión fácil irse a vivir allí pero que ahora tanto él como su familia son felices en esta casa. "Era escéptico sobre si disfrutaría viviendo en la casa, pero ha resultado mucho mejor de lo esperado. Es una buena casa para vivir. Aunque está muy expuesta, pero de un modo extraño da una especie de seguridad a quienes viven en ella. Y lo que no es menos importante, a mi familia le gusta", contó entonces.

También que una de las condiciones que puso fue cambiar de domicilio cuando él lo considerase. Por eso, Fosse pasa épocas fuera de esta casa honorífica, en una vivienda que tiene a las afueras de Viena. También, aseguró en este reportaje que aunque lo pagaba el Estado, él era un hombre austero. "La equiparon con algunas sillas a petición mía. El resto del mobiliario lo compré yo mismo, y siempre voy a por lo más barato", aseguró.