Se desnudaban y cubrían algunas partes de su cuerpo con pieles de cabras que acaban de sacrificar. Salían corriendo por las calles de la Antigua Roma llevando nada más que esos trapos y una fusta con la que azotaban a todas las mujeres que se encontraban. Los Lupercales fueron una de las fiestas más conocidas de aquella época y se originaron, según cuenta la leyenda, para paliar una crisis de fertilidad y aumentar así el número de nacimientos.

Aunque estos festejos fueron prohibidos en el 494 por la Iglesia, su fama ha llegado hasta nuestros días como el antecedente de lo que hoy conocemos como San Valentín y que se celebra todos los 14 de febrero. Porque era justo ese día cuando jóvenes de la élite romana se reunían en una gruta para preparar lo que iba a ser la fiesta del año, que era el día 15 de el mismo mes, y que pretendía llenar sus calles de niños romanos.

"Marte, el dios de la guerra, se enamoró perdidamente de ella y la dejó embarazada de gemelos, los conocidos como Rómulo y Remo"

En el origen de la celebración se encontraba el lobo, representado por Fauno Luperco que era el dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina. La historia de este animal en la fundación de Roma es muy conocida.

La leyenda narraba que el rey de Alba Longa había sido sustituido por su hermano Amulio que mató a sus hijos varones y obligó a su hija Rea Silvia a vivir como sacerdotisa, siempre casta, para que no pudiese engendrar niños que le disputaran el trono. Pero Marte, el dios de la guerra, se enamoró perdidamente de ella y la dejó embarazada de gemelos, los conocidos como Rómulo y Remo.

Cuando Amulio se enteró envió a un hombre de confianza a matarlos pero este no cumplió con su misión y los abandonó en el río Tíber. Fueron encontrados por el pastor Fáustulo y amamantados por una loba hasta que ya adultos volvieron para matar a su tío y devolverle el trono a su abuelo, al padre de Rea.

Años más tarde, las mujeres de la ciudad comenzaron a tener cada vez menos hijos y ellos fueron preguntarle al oráculo de la diosa Juno qué podían hacer. "Madres del Lacio, que os fecunde un macho cabrío velludo", les dijo. Los sacerdotes interpretaron las palabras de la diosa e hicieron sacrificar una cabra y con su piel fabricaron una correa con la que azotaron a varias mujeres que a los nueve meses estaban dando a luz.

Y de esta leyenda viene esta festividad romana. Para ella se escogía a jóvenes e ilustres hombres de la ciudad con dotes para la caza, los llamados lupercos por ser "amigos del lobo". Se les reunía a todos el 14 de febrero en la gruta Lupercal, en el Monte Palatino, donde contaba la leyenda que la loba había amamantado a Rómulo y Remo.

Allí sacrifican a distintos animales, normalmente cabras, y con su sangre se pintaban la frente en un ritual de masculinidad y fecundidad. Al terminar la ceremonia se desnudan y se cubrían con la piel de los animales. Además, fabrican correas con esa misma piel para utilizarlas como látigos.

De aquella gruta salían a las calles azotando a las mujeres que se encontraban a su paso. Cuentan que incluso muchas mujeres casadas se acercaban y les ponían las palmas de las manos para que les golpeasen y así quedarse embarazadas lo antes posible. También que algunas que ya estaban en cinta se dejaban golpear con las correas pensando que así tendrían un buen parto. Incluso dicen que algunas se descubrían la parte superior del cuerpo para que fuese más fácil darles en la espalda con el látigo.

"Los historiadores aseguran que fueron festividades muy conocidas y a las que acudía mucha gente hasta que el cristianismo comenzó su expansión"

Todo el proceso estaba aderezado con vino por lo que a medida que pasaba el día el desenfreno era cada vez mayor y de vez en cuando se podía ver a una pareja manteniendo relaciones sexuales en mitad de la calle, un comportamiento que en cualquier otro día del año era considerado impúdico y estaba penado.

Para terminar, organizaban un gran banquete y guardaban la euforia hasta el año siguiente. Los historiadores aseguran que fueron festividades muy conocidas y a las que participaba mucha gente hasta que el cristianismo comenzó su expansión.

De los Lupercales a San Valentín

Aunque poco a poco fue bajando la carga sexual no sobrevivió más allá del siglo V cuando el Papa Gelasio I decidió prohibirla alegando que sólo la "vil chusma" participaba en aquella fiesta que a él le resultaba demasiado lasciva y cuya carga sexual era impropia de sus fieles. Puso punto y final a los Lupercales en el 494 y decidió usar esta fecha para conmemorar el martirio a San Valentín del año 269.

Se conoce esta fecha como el Día de los enamorados porque el santo había sido ejecutado por oficiar matrimonios prohibidos un 14 de febrero. Su historia se remonta a ese siglo III cuando el cristianismo comenzaba a tener algo de fuerza y cuando el emperador Claudio III prohibió a los jóvenes casarse para que se alistaran en el ejército y así no perder hombres para el combate. Valentín era sacerdote y decidió casar a los jóvenes enamorados y convertirlos al cristianismo. Fue encarcelado por desobediencia, lapidado y decapitado.