Raúl es un artista de 26 años. Es de Badajoz pero vive en Madrid y pinta, como él mismo describe, “desde el goce del proceso de creación”. Estamos en el número 12 de la Calle Chimbo en Carabanchel, en el patio interior de Casa Antillón, un espacio creado por y para artistas de todas las disciplinas que hace las veces de taller y lugar de encuentro creativo. Ha colocado uno de sus lienzos en la pared de este antiguo taller de bicicletas y trata de encontrar las palabras para describir el cuadro que tenemos delante: “Es que no sé cómo explicarlo", comienza mientras coloca los brazos por encima de la cabeza, "por eso lo pinto".

Y, como él, muchos otros creadores que también pintan, esculpen, bailan o diseñan y que están repartidos en las 1.404 hectáreas que constituyen el madrileño barrio de Carabanchel.

Artistas de Casa Antillón. De izquierda a derecha: Celia, Álvaro y Raúl.

Antiguas imprentas, nuevas galerías

Si buscamos "Carabanchel" en Google Maps y hacemos zoom por sus calles a la altura del metro Urgel, nos encontraremos con galerías de arte pegadas las unas a las otras compartiendo acera con talleres de coche y tapicerías de muebles. De hecho, en la mayoría de los casos esos espacios artísticos dan una segunda vida a antiguas imprentas, un abrevadero de vacas (como ocurre con la Galería Belmonte de la calle Belmonte del Tajo) o una fábrica de cocinas (en el caso de la galería Veta en la calle Antoñita Jiménez).

Muchos almacenes, talleres y naves del distrito se han convertido en hogar de espacios culturales que han llegado al barrio de la mano de artistas y galeristas que buscaban metros cuadrados a precios más asequibles que los ofertados en el centro de Madrid.

Sabrina Amrani fue la primera en hacerlo, cuando en 2019 abrió su segundo espacio en la calle Sallaberry del distrito. "Necesitaba un lugar en el que los artistas pudiesen hacer instalaciones grandes, algo que es complicado encontrar en el centro", admite la galerista, cuyo primer espacio situado en Malasaña tiene una superficie mucho menor de los 600 metros cuadrados de su espacio de Carabanchel, y que pese a su situación excéntrica recibe al doble de visitantes que el de la céntrica calle Madera.

Adriana F. Pauly y Ada Cerdá también buscaban espacio para exponer aquellos proyectos de mayor tamaño. Nunca contemplaron la posibilidad de situar la_oficina en el centro de Madrid. Su galería está ubicada en una antigua carpintería de la calle Morenés Arteaga. "Además, aquí ya había una comunidad artística bien establecida. Conocíamos a creadores que se habían venido aquí y sabíamos que había un tejido cultural importante", señala Adriana.

Galería Veta.

Lo cierto es que la efervescencia del arte y la cultura no es algo nuevo en Carabanchel. Ya antes de que se anexionara a Madrid en 1948 se había construido la plaza de toros de La Chata (sobre la que a mediados de los 90 se edificaría el actual Palacio de Vistalegre) y Alfonso XIII había pisado sus calles para inaugurar la Colonia de la Prensa. Una vez se convirtió en un barrio más de la capital, y creció extraordinariamente para acoger a buena parte de la emigración que llegó a Madrid desde todos los puntos de España después de la Guerra Civil, Carabanchel siempre ha tenido su propio latido cultural. Allí estuvo la Sala Imperio durante La Movida, allí crecieron escritores como Lorenzo Silva o cineastas como Achero Mañas, y allí se escribieron las primeras aventuras de Manolito Gafotas gracias a la pluma de Elvira Lindo.

Distrito 11, la marca cultural de Carabanchel

La rica creciente actividad artística y cultural ha dado lugar a Distrito 11, una iniciativa que toma como nombre el número que ocupa Carabanchel en la lista de distritos de Madrid, así como el número de disciplinas que pretende fomentar, incentivar y promover: pintura, literatura, escultura, arquitectura, música, danza, cine, teatro, diseño, gastronomía y hostelería.

Creada por Carabanchel Distrito Cultural, Ecosistema ISO y la asociación de galeristas Círculo Carabanchel, además de artistas y creadores, el objetivo que persigue este proyecto es canalizar toda la efervescencia cultural del distrito a través de la rehabilitación de sus espacios.

Lo explicaba este viernes el concejal presidente del distrito, Carlos Izquierdo, durante la presentación del proyecto en la sede de Carabanchel del Istituto Europeo di Design Madrid (IED)."Actualmente contamos con 170 contenedores culturales, y con esta iniciativa lo que queremos es identificarnos de una forma que va a cambiar el futuro de Carabanchel".

Distrito 11 abundará en la identidad cultural propia del distrito, y profundizará en el proceso de descentralización que vive la capital en lo que a vida cultural se refiere. Algo con lo que Yosi Negrín, fundador de Casa Antillón junto con Emmanuel Álvarez, Marta Ochoa e Ismael López, celebra: "Nosotros entendemos que lo importante es descentralizar el arte, por eso nunca nos llegamos a plantear buscar un lugar del centro en el que establecernos". Un pensamiento que concuerda con la filosofía de su programa de residencia de artistas 2024/2025, cuya convocatoria ya está programada y gracias a la cual artistas emergentes tienen la oportunidad de crear en Casa Antillón y darse a conocer con su obra.

Casa Antillón.

Ni Soho ni Lisboa: "Carabanchel es Carabanchel"

En los últimos años ha quedado claro que, como reza uno de los lemas de un conocido portal inmobiliario, hay vida más allá de la M-30. No obstante, la circunvalación y el Manzanares siguen siendo una suerte de barrera mental para muchos madrileños, que artistas y promotores culturales audaces como Sabrina Amrani están contribuyendo a romper. "Existe esa frontera imaginaria del río que siempre he querido romper por mis artistas", defiende la galerista.

La explosión artística de Carabanchel no ha pasado inadvertida, y prueba de ello es el tercer puesto que ha alcanzado como "barrio 'más cool' del mundo en 2023" según la revista Time Out.

"Yo no sé si diría la palabra cool", confiesa Álvaro, artista plástico de Casa Antillón. "Lo cool es que en el chino de aquí abajo los chicles siguen costando 5 céntimos, y no como en cualquier tienda de otras zonas de Madrid", interviene Celia, otra de las creadoras que trabajan en el espacio. Raúl no oculta su temor de que artículos como ese provoquen que en Carabanchel suceda lo que "ya pasó con Malasaña". Para él, en el centro "todo parece de mentira, mientras que cuando vengo a Carabanchel, siento que es real: la gente trabaja y es un barrio normal".

Algo en lo que también coincide Sabrina Amrani: "Si tuviera que definir Carabanchel, sería como un barrio madrileño auténtico. No es Soho ni Lisboa: Carabanchel es Carabanchel".