Una mujer está sentada en un sillón. Lleva un vestido negro, guantes de ópera y mira coqueta tras un abanico blanco. Está dentro de una jaula. Es la obra Los sueños de encarcelamiento.
Un señor trajeado fuma un cigarrillo. A su lado, una chica se aparta bruscamente de él con recelo. Donde debería estar la cara del hombre vemos la cabeza de una tortuga con la boca abierta. Es Amor sin ilusión.
Ambos fotomontajes fueron creados por la misma mente. Una que nació en Alemania, llevó el influjo de las vanguardias europeas de entreguerras a Argentina, fotografió la pobreza y sintetizó en imágenes los sueños nocturnos de cientos de mujeres argentinas: la mente de Grete Stern.
Tauro de 1904, como Dalí
Judía alemana nacida en 1904, Grete Stern es una suerte de versión femenina de Salvador Dalí, nacido el mismo año y con apenas dos días de diferencia. Algo tienen los tauro. Y a pesar de que Stern no es tan conocida como el catalán, tanto sus obras como su vida son dignas de ser recordadas.
Su familia trabajaba en la industria, pero ya desde pequeña Stern parecía inclinarse por el mundo de la creación. Dio clases de piano, estudió dibujo y tipografía y trabajó como diseñadora publicitaria.
Pero fue en la Bauhaus, esa escuela en la que algunos de los grandes genios vanguardistas de los años 20 y 30 se formaron y llamaron casa, donde Stern aprendió lo que más tarde aplicaría en su vida profesional. También fue el lugar en el que encontró el amor: el fotógrafo argentino Horacio Coppola, con él migró a Londres en 1934 después de que el gobierno nacionalsocialista ganase las elecciones y Hitler se convirtiese en canciller de Alemania. Un año más tarde la pareja se casó, y en 1936 se instalaron definitivamente en Argentina.
Poco tiempo después se divorciaron, pero la relación de la artista con el país de su exmarido se mantuvo firme hasta su fallecimiento. Allí se integró en un fértil círculo artístico en el que pudo expresarse de manera libre, lejos de las restricciones que habían comenzado a imponerse en Alemania.
Argentina se convirtió en su hogar, y a su país de origen volvió en momentos muy puntuales. Adoptó la nacionalidad del país sudamericano y se convirtió, oficialmente, en lo que ella ya se consideraba antes de que los papeles le dieran la razón legalmente: una artista argentina.
¿Cómo se fotografía un sueño?
En el seno de esa sociedad en la que se integró de inmediato nació la que es considerada su obra más conocida: la colaboración que hizo en la revista femenina Idilio dentro de la sección El psicoanálisis te ayudará. Fue a partir de 1948, y su labor consistía en representar gráficamente los sueños que las lectoras mandaban a la revista. Ellas los describían, y el sociólogo Gino Germani y el psicólogo Enrique Butelman los interpretaban bajo el seudónimo de Richard Stern.
Para ilustrar las interpretaciones de Germani y Butelman, Grete Stern utilizó la técnica del fotomontaje, basada en mezclar imágenes de diferentes orígenes con el fin de crear un nuevo resultado único. Pero ella iba más allá de la mera descripción visual de los sueños de las lectoras. A las imágenes bizarras que solo puede crear el subconsciente, Stern añadía detalles feministas que criticaban la mentalidad de la sociedad del momento: mujeres que pisan clavos, encerradas en una botella, suspendidas sobre el abismo de un acantilado, caminando sobre los ladrillos superiores de una chimenea infinita o subiendo una roca a su espalda por una montaña empinada.
Críticas mordaces a la manera en la que la sociedad reducía a la mujer a un objeto supeditado a la figura masculina, y que Stern representó con imágenes de archivo y fotografías que hizo a amigas suyas y personas de su entorno.
Un total de 150 obras que creó entre 1948 y 1952 y de las cuales solo se conservan 46. Se han expuesto por todo el mundo. Hace nueve años, el Círculo de Bellas Artes trajo a Madrid la serie Sueños.
'Aborígenes del Gran Chaco'
El interés que Stern sentía por Argentina fue más allá de su exitoso trabajo para Idilios o la dirección del taller de fotografía del Museo Nacional de Bellas Artes del que se hizo cargo en 1956. También se cercioró de mostrar la realidad de Argentina a través de sus propias fotografías.
Comenzó en 1958, cuando realizó sus primeros retratos de indígenas. Pero fue en 1964 cuando quedó cautivada por la zona del Gran Chaco. Documentó la realidad de las personas que vivían allí, su dignidad y su pobreza, y creó Aborígenes del Gran Chaco, un ensayo fotográfico en blanco y negro conformado por más de mil imágenes que tomó durante los tres meses que estuvo en la zona.
Actualmente se considera uno de sus mejores trabajos, no solo por la calidad de sus fotografías, sino también por la falta de sensacionalismo de esos retratos a personas indígenas, centrándose en sus rostros y en sus artesanías, casas y paisajes.
Grete Stern hizo fotomontajes que ayudaron a cientos de mujeres a entender sus experiencias oníricas. Reivindicó un papel de la mujer muy degradado en la época. Mostró la realidad indígena de una manera natural y real. Y, sobre todo, fue artista. Argentina o alemana, su legado artístico va más allá de gentilicios.
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