El reconocido fotógrafo Sebastião Salgado, de 81 años, falleció este viernes, según informó el Instituto Terra, que fue fundado por el brasileño. Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1998, durante su vida viajó a más de 100 países para retratar la naturaleza y la humanidad, utilizando en muchas ocasiones fotografías en blanco y negro, que convirtió en un sello personal.
En 1986 Salgado conmocionó al mundo con sus imágenes de la mina abierta de oro de Serra Pelada. Ubicada en el estado de Pará, en Brasil, la mina era un gran agujero en el que más de 50.000 mineros trabajan a diario sacando sacos de tierra y buscando oro. Completamente enlodados y bajo condiciones de trabajo inhumanas, las fotos de los buscadores de oro de la Serra Pelada dieron la vuelta al mundo.
Luego nos demostró que la explotación laboral era algo universal con Trabajadores, que publicó en 1993, en el que Salgado documentó durante seis años las condiciones laborales en industrias tradicionales alrededor del mundo, como minas, astilleros, campos agrícolas y fábricas. Las imágenes en blanco y negro, potentes y humanistas, mostraban la dignidad y el esfuerzo de los trabajadores, y se convirtieron en un hito del fotoperiodismo.
"He fotografiado muchas cosas que vistas desde aquí son duras, pero no son duras. Son la vida de la mayoría de la población de este planeta. Ustedes viven en un país protegido, rico que forma parte del principal grupo humano rico del planeta, que es Europa; el principal grupo cultural del planeta, y España es una parte importante. Los refugiados que he visitado y otras cosas que he fotografiado parecen la excepción, pero no lo son, la excepción son ustedes", explicaba el brasileño.
Esa mirada social se extendió a una sensibilidad sobre el medio ambiente que transformó su trabajo en un mensaje conservacionista que llevó por todo el mundo. El salto llegó con Genesis, una serie de fotografías en blanco y negro que celebran la naturaleza, las culturas ancestrales y los ecosistemas vírgenes. Un proyecto que realizó entre 2004 y 2011, con el que no abandonó su característico uso del blanco y negro y las fotografías de gran formato.
La reforestación del valle del Río Doce
Con todo, el gran proyecto de la vida de Salgado lo desarrolló junto a su mujer, Lélia. Fue la reforestación del valle del Río Doce, ubicado entre los estados de Minas Gerais y Espírito Santo, en el sudeste del país. Una región que antaño llegó a estar cubierta por un enorme bosque atlántico, pero que se fue degradando con el paso del tiempo.
Salgado conocía bien la zona, porque tenía allí una casa donde vivió desde pequeño. Así que cuando vieron que se estaba desangrando, tomaron la decisión de convertir la finca familiar de Sebastião en la sede del Instituto Terra. Una organización civil creada por la pareja, sin fines de lucro y con dos objetivos principales: restaurar el ecosistema y promover un desarrollo rural en la zona.
Lo primero que hicieron fue transformar la finca en una Reserva Privada de Patrimonio Natural, una distinción "inédita" (jamás se había otorgado a ninguna zona degradada) que se consiguió con el compromiso de que sería reforestada. A partir de ahí, plantaron en ese área de 700 hectáreas más de 2,5 millones de plántulas de 290 especies nativas de la mata atlántica. La finca, que llegó a ser casi una especie de desierto, alberga de nuevo hoy un bosque. Pero lejos de conformarse, el Instituto ha ampliado su área de trabajo y está en proceso de recuperar miles de hectáreas del valle y cerca de 2.000 manantiales.
En una entrevista con El Independiente en 2023, Lélia se mostraba orgullosa del trabajo que habían hecho. "Los animales han regresado", aseguraba con una sonrisa mientras explicaba que en la zona ya hay incluso jaguares y macacos. "Los pájaros suelen llegar pronto. Pero los felinos y los monos son los últimos en llegar a los sitios. Sólo vienen cuando ya existe en la zona toda una cadena alimentaria y saben que hay comida para ellos. Y los monos necesitan las copas de los árboles y las frutas. Es decir, que solo vienen cuando todo está listo. Y en nuestro bosque lo está", afirmaba.
Instituto Terra en 2001 (izquierda) y 2022 (derecha). SEBASTIÃO SALGADO
Ni siquiera ellos sabían explicar de dónde llegaron los animales, porque toda la zona de alrededor también está degradada. Aunque Lélia tenía una teoría: "Yo tengo la certeza de que se hablan entre ellos. Y saben que en esa zona están a salvo, hay comida y nadie los mata".
Sea como sea, el propio Instituto Terra tiene contabilizadas 172 especies de aves (seis de las cuales están en peligro de extinción); 33 especies de mamíferos (dos de los cuales están amenazados en el mundo y otros tres que están en extinción en Brasil); 15 especies de anfibios; 15 especies de reptiles y 293 especies de plantas viviendo en ese 'nuevo' ecosistema.
La iniciativa se ha financiado gracias a la colaboración de diferentes socios, desde el gobierno brasileño hasta el sector privado, pasando por fundaciones, donantes individuales de varios países y otras instituciones. En 2023, un centenar de personas trabajaban allí.
Además de eso, el proyecto tiene una vocación educativa para todas las edades. "Tenemos una escuela para jóvenes que estudiaron agronomía a nivel no universitario. Vienen y se quedan durante un año haciendo todas las actividades del Instituto. Aprenden a plantar, a trabajar con las plantas.... Hacen de todo. Y luego también trabajamos con los propietarios rurales de alrededor para que puedan trabajar otra vez en la agricultura, porque hasta ahora no se podía", resumía Lélia.
La pareja estaba más que acostumbrada a mirar a la cara a las tragedias humanas, que Sebastião llevaba décadas retratando con su cámara por todo el mundo. Pero, ¿se podía comparar uno de esos desastres humanos con los desastres ambientales que estamos viendo cada vez con más asiduidad? Lélia tenía clara la respuesta: "Es algo distinto. Pero la cosa es que, en general, los problemas del medio ambiente nos afectan también a los humanos, porque vivimos ahí y somos los mayores depredadores que hay en el mundo. El medio ambiente no necesita de los humanos, pero los humanos sí necesitan del medio ambiente".
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