Su majestuoso vestíbulo, el trajín de los pasajeros, los ventanales y el techo aguamarina han sido escenario de grandes películas de Hollywood. Con la muerte en los talones, El Rey Pescador, Huida a Medianoche, Tiempos modernos, Enamorarse, Superman (1978) o Regreso al Planeta de los Simios, son solo algunas de ellas, que han hecho que este símbolo de Manhattan de la vuelta al mundo.

Sus orígenes se remontan a 1913. Hoy hace 110 años, el 2 de febrero, se inauguró oficialmente la Grand Central Terminal, la estación de ferrocarril más grande de la época. Se levantó para sustituir a otra más anticuada y menos funcional. La Grand Central Station llevaba en servicio desde el año 1871, y necesitaba ser modificada con el fin de soterrar antiguas vías, reemplazando los trenes de vapor por trenes eléctricos y renovándose el edificio.

La estación antes de su remodelación en 1900

La estación en remodelación en 1903

Así es como nace una de las postales más conocidas de Nueva York. Cuando se construyó era una estación innovadora. Los trenes de vapor ya eran una cosa del pasado, y las vías pasaron a ser subterráneas. Tardó diez años en construirse y la inversión realizada para llevarla a cabo fue de unos 90 millones de dólares.

La estación en 1941

Es difícil imaginar Nueva York sin ella, pero la estación estuvo a punto de desaparecer en los años 60. En los 50 cayó en declive: los neoyorkinos comenzaban a preferir los automóviles y el avión al tren. Para salvarse vendieron la parte norte donde se construyó un rascacielos. En 1963 nació el Pan Am Building, el famoso MetLife Building que continúa en el extremo de Park Avenue. Pero, en 1968, la estación peligraba de nuevo, y se propuso construir otro rascacielos justo encima de la estación.

Muchos ciudadanos se manifestaron en contra de que destruyeran parte de su belleza arquitectónica. De hecho, la misma Jacqueline Kennedy Onassis, consiguió que nombraran la estación edificio histórico emblemático, zanjando así cualquier plan de construcción.

"La 'Grand Central Terminal' se alza como un símbolo universal entre el pasado y el presente de la ciudad de Nueva York"

Jacqueline Kennedy Onassis

Jacqueline Kennedy Onassis

Situada en la calle 42, con edificios anexos que van desde Madison Avenue hasta Lexington Avenue, la estación cuenta con una superficie de unos 194.250 metros cuadrados con 44 andenes y 67 vías, distribuidas en dos niveles subterráneos (41 en el nivel superior y 26 en el inferior). Pero lo que más llama la atención de la Grand Central es el impresionante hall de unos 1.100 metros cuadrados, uno de los más espectaculares del mundo. Su techo en forma de bóveda tiene una altura de unos 46 metros.

El Main Concourse, el vestíbulo principal, se caracteriza por tener el cielo al revés. En la pintura que decora su techo, diseñado por J. Monroe Hewlet y Helleu, de izquierda a derecha, se aprecian en la bóveda del vestíbulo más de 2.500 estrellas. Las constelaciones como Piscis, Aries, Tauro, Orión, Géminis o Cáncer que, sin embargo, están pintadas al revés, y no representa el cielo tal y como se ve desde la tierra. Aunque aún no se sabe si fue un desliz o lo hicieron aposta.

A contrarreloj

Otra de las curiosidades de la estación es que los relojes del interior de Grand Terminal no marcan la hora exacta, sino que están adelantados alrededor de un minuto para que los viajeros no se entretengan y no pierdan su tren. El reloj del exterior, en cambio, sí que marca la hora correcta. Se trata del reloj de cristal Tiffany más grande del mundo, con 13 pies (3,96 metros) de diámetro.

Otro de los famosos relojes se encuentra en el vestíbulo principal. Sus cuatro esferas son de ópalo y, su valor es de más de 10 millones de dólares.

'La galería de los susurros': el sonido viaja de esquina a esquina

Galería de los susurros

Uno de los rincones más curiosos de la estación fue obra del arquitecto valenciano Rafael Guastavino. El sonido viaja de esquina a esquina de la galería, lo que permite mantener una conversación como si fuera cara a cara, pero desde extremos opuestos. Se encuentra frente al Oyster Bar Como otras partes abovedadas de la estación.

La oficina de objetos perdidos más eficaz

Corriendo y de un lado para otro, es una de las características principales de una estación de tren. Por eso, se suelen perder muchísimos objetos. Desde carteras, gafas o teléfonos. Sin ir más lejos, la Grand Central Terminal recoge más de 50.000 artículos cada año, pero lo más sorprendente es que devuelve alrededor del 60%, lo que la convierte en una de las más eficaces de Estados Unidos.

Unas 750.000 personas recorren sus pasillos cada día, aunque no todos son pasajeros. La estación también dispone de tiendas y restaurantes. Y, por si fuera poco, entre sus paredes históricas se puede jugar al tenis en el Club de Tenis Valderbilt. Eso sí, por unos 90 y 260 dólares por hora.