Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) no ha podido tener más reconocimiento como escritora. Acaba de ingresar en la Real Academia Española (RAE) para ocupar la silla X que dejó vacante el fallecido Francisco Brines y, en su dilatada trayectoria, además de la recompensa de las ventas millonarias de ejemplares, ha recibido el reconocimiento de los principales premios literarios del país como en Nadal, el Alfaguara y el Planeta; además de destacados galardones en Francia (Prix des Lecteurs) e Italia (Roma y Nazionale Vicenzo Padula).

Con semejante historial no parece muy capacitada para meterse en la piel de la protagonista de su nueva novela Los pecados de Marisa Salas (Planeta). “Marisa Salas podría ser yo y podría ser cualquier escritor, porque todos hemos tenido ese terror de publicar una novela y que no le vaya a gustar, ni le va a interesar a nadie”, afirma la académica. Marisa Salas publica una primera novela cuando tiene poco más de veinte años al mismo tiempo que otra chica de su misma edad, Carolina Cox, que también saca su primera obra. El libro de Marisa Salas pasa desapercibido para el público, pero el de Cox tiene “un éxito estratosférico, como ocurre con algunas primeras novelas”, explica Sánchez. Años después la novela de Marisa Salas es publicada por un autor desconocido, Luis Isla, que le roba el texto íntegramente y se convierte en un superventas. 

La escritora explica que el pecado de Marisa Salas está en su rendición, porque no pelea por ser escritora cuando tiene talento y se derrumba ante su primer fracaso, algo que la propia Sánchez no hizo, porque peleó para poder dedicarse a la literatura.

He sentido de todo, he sentido celos, he sentido competencia.. nos movemos en un mundo que es tremendo

“Los pecados de Marisa son todas esas emociones que da el fracaso, del que se tiende a echar la culpa a todo el mundo menos a uno mismo”, asegura. “Yo he sentido de todo, he sentido celos, he sentido competencia.. nos movemos en un mundo que es tremendo. El escritor es un ser muy desconocido. Publicas un libro, sales en pose en las fotos, así como pensativo, pero nadie sabe cómo has llegado a publicar esa novela, por todo lo que has tenido que pasar, cómo la has escrito y las frustraciones que has sentido. Esa es la trastienda. Yo he vivido las dos caras, por eso lo entiendo muy bien. He vivido años de publicar novelas con una repercusión discreta y luego, muy avanzado el tiempo, sí que he visto lo que era el éxito”, relata.

Clara Sánchez también conoce muy bien el mundo del cine donde el éxito y el fracaso se viven de otra manera. “Siempre he envidiado los equipos. Tú tienes un equipo en el cine y si una película fracasa, repartes ese fracaso entre todos, pero el escritor lo vive todo solo y solo se lo tiene que comer. Lo que explica que haya habido tantos suicidios en el mundo de la literatura”, afirma. Al estrés del juicio sobre la obra Clara Sánchez añade la ansiedad social que se cierne sobre los autores que también tienen que atraer como personas. “Tienes que gustarle a la gente y tienes que gustar a los periodistas”.

Isla es un espejo de muchos que publican pero que no escriben lo que publican, o sea, que no escriben lo que firman, las mesas editoriales están llenas de este tipo de cosas"

Clara sánchez

Autores que solo firman el libro

En este sentido, el joven y apuesto escritor que ha robado el libro de Salas cae bien al público, a la crítica y junta pilas y pilas de libros al lado de su foto en las librerías. “Isla es un personaje muy interesante y puede ser un espejo de muchos que publican pero que no escriben lo que publican, o sea, que no escriben lo que firman, las mesas editoriales están llenas de este tipo de cosas. Él supera todo muy bien porque no tiene ni idea de lo que está haciendo. Ha publicado un libro pero no lo está viviendo por dentro como un escritor de verdad que se tiene que ir forjando y batallando. Esto lo aprecio esos personajes que sacan una novela pero que no son escritores del túnel oscuro, como yo llamo, no han pasado por ese proceso y no tienen ni idea, no lo viven con miedo y el escritor vive con miedo. Esto está muy extendido, no lo digo yo, todo el mundo lo ve, porque la venta impera; algo de un nombre muy conocido que se pueda vender prácticamente solo o al que los medios puedan prestar mucha atención.. El público que no sabe qué comprar se va al nombre conocido que ve en la televisión todos los días. Eso se ve en ferias de libros, las colas grandes son de personajes muy conocidos”, afirma la académica de la RAE.

El público que no sabe qué comprar se va al nombre conocido que ve en la televisión todos los días.

En los últimos años se han sumado las redes sociales a la ecuación de marketing personal que los autores tienen que desarrollar para vender ejemplares. Un valor añadido para la venta y una carga para la ansiedad social del escritor.

“Si yo ahora tuviese que publicar mi primera novela y buscar editor, sería imposible. No lo haría, no lo haría. Es un mundo absolutamente desconocido para mí. Yo ya no sé cómo se venden los libros. Cuáles son los canales. El mundo de las redes sociales, para mí, es ignoto. No lo comprendo y es lo que funciona y es lo que manda. Los influencers y las influencers, esa gente sosa que sale ahí y que, sin embargo, gusta tanto. No lo entiendo”, confiesa la escritora que de ser así haría lo que hace la protagonista de su novela. “Ahora tiraría la toalla, no me consideraría capaz, claro, tendría otra edad, pero claro, también tendría otra edad”, afirma la autora dejando un hueco para una hipotética lucha en caso de tener que volver a vivir su trayectoria en la literatura. 

No entiendo a los influencers y las influencers, esa gente sosa que sale ahí y que, sin embargo, gusta tanto.

Una carrera que inició atendiendo a la lógica de su tiempo, estudiando Filología. “Yo escribía desde siempre y pensé que tenía que conocer el instrumento con el que iba a escribir y estudié filología por eso, para escribir, básicamente. Después de haber escrito mucho, a los 34 años, empecé a publicar y pasé por eso de mandarla a muchas editoriales, en fin, todas esas cosas. Ahora yo no sé cuál es el camino. Cuando yo empecé a publicar había un camino que, con tesón, podías ir avanzando por ese camino, pero es que el camino ahora se desdibuja para mí. No sé dónde está el camino”, afirma.

Con su recorrido vital literario cargado de premios y coronado con su entrada en la RAE, afirma tener su ego suficientemente alimentado, a su obra y a su figura solo le falta el juicio del tiempo. “No espero nada, esperar cosas del futuro sólo añade estrés innecesario, ya tengo bastante con el presente”. ¿Sería un pecado más?, le preguntamos. “Sí, hay demasiada gente que piensa en la posteridad y a mí no me interesa, con llevar dignamente mi presente y no adulterarme con cosas como las redes sociales… Para mí sería una impostura, no tiene nada que ver con mi forma de ser”, concluye.