Berlín ha dado a Paloma Sánchez -Garnica sus mayores alegrías como escritora. Todo lo que te cuente de la capital alemana le parecerá poco. Hemos recorrido con ella los escenarios de sus tres novelas ambientadas en al ciudad. En La sospecha de Sofía nos acercó a la historia del Berlín dividido por el muro, en  Últimos días en Berlín nos llevó al alzamiento y caída del nacionalsocialismo y en Victoria recorre la urbe de la posguerra, destrozada y tomada por soviéticos y aliados, hasta la división física de sus calles por el muro. Tres novelas que transcurren en la ciudad que, además de muchos lectores, le han servido para ser finalista y ganadora del Premio Planeta, editorial con la que ha publicado los tres libros. 

Para enseñarnos el Berlín dividido, pero todavía no partido por el muro de Victoria, la autora nos lleva hasta el aeropuerto de Tempelhof, el primer aeródromo de la ciudad que hoy es un parque urbano para los berlineses. Desde la torre de control nos habla del momento histórico en que el mundo casi estalla en una nueva guerra. Allí, Sánchez-Garnica recuerda el papel crucial de este lugar durante el puente aéreo de 1948-1949, cuando los aliados mantuvieron con vida a Berlín Oeste en medio del bloqueo soviético. 

“Tempelhof estaba situado en la zona aliada y es donde aterrizan y despegan los aviones del famoso puente aéreo. En junio de 1948 Stalin cierra todas las vías de acceso a Berlín oeste y los aliados se quedan con tres posibilidades; ceder la zona oeste de Berlín, que es lo que quería Stalin; plantar cara y arriesgarse a otro conflicto mundial o resistir. Y esto hacen a través del puente aéreo”, explica la escritora. 

Victoria, la protagonista encarna ese espíritu de resistencia y esperanza. Ambientada en el Berlín de la posguerra, la obra narra la vida de una mujer que hace lo que sea necesario para sobrevivir, ella, su hija y su hermana. La protagonista, Victoria, representa a tantas mujeres que, en medio de la devastación, lucharon por sacar adelante a sus familias. Ella es matemática, pero para comer hará los trabajos que sean necesarios, incluso, prostituirse. Este es un aspecto crucial en las novelas de Sánchez-Garnica, centra sus historias en personas que, como cualquiera de nosotros, se ven o se verían avasalladas por los acontecimientos. 

Paloma Sánchez-Garnica.
Paloma Sánchez-Garnica, en la torre de control del aeropuerto de Tempelhof. | Javier Ocaña.

“Lo que la literatura me da tanto en forma de lectura y, sobre todo, en forma de escritura -escribo para aprender- es un conocimiento de cómo todos esos grandes acontecimientos influyen y condicionan al ser humano, a los seres humanos, como cualquiera de nosotros. Cómo gestionan sus sentimientos y sus maneras de relacionarse, su capacidad de decidir, su capacidad de controlar su propia vida en contextos diferentes. Estas tres novelas me han ayudado a entender mucho de lo que somos por lo que es la historia de Europa a lo largo del siglo XX. Sobre todo -a partir del ascenso de nazismo y durante toda la Guerra Fría- comprender, a pie de calle, lo que supuso”, afirma. 

Las cosas que sucedieron, sucedieron a gente gente como cualquiera de nosotros y estas cosas pueden volver a ocurrir

Paloma Sánchez-Garnica con sus libros de Berlín.
Paloma Sánchez-Garnica con sus libros de Berlín. | R.O.

El universo berlinés de Sánchez-Garnica se despliega en tres novelas independientes, pero conectadas por el escenario y la reflexión histórica. Últimos días en Berlín, ambientada entre 1933 y 1945, explora el ascenso del nazismo y las purgas estalinistas. A través de las víctimas, especialmente las mujeres, la autora muestra las consecuencias de la guerra y la brutalidad de la época.  Victoria, cronológicamente la siguiente, abarca desde 1946 hasta la construcción del Muro en 1961. En ella describe la reconstrucción de la ciudad y la vida cotidiana en una Berlín ocupada y dividida, pero aún con libre tránsito entre sectores. 

La sospecha de Sofía, la primera de las tres que publicó, arranca en 1968 y se adentra en el Berlín del Muro, mostrando la vida de las familias en ambos lados, especialmente en el sector soviético, hasta la caída del Muro. En esta ocasión España también es escenario de la trama y los protagonistas se mueven entre la Alemania paranoide que construyó un sistema institucional y social panóptico que restringía cualquier forma de libertad, hasta la anacronía ultraconservadora y personalista del franquismo en España.

Si la historia de Berlín a ella le ha enseñado a comprender mejor la historia espera haber aportado su pequeño granito de arena.  “Yo aporto lo que a mí me aporta la lectura, cualquier lectura, esa la sensación de no solamente el entretenimiento, la lectura tiene que ser algo más que entretenimiento”, afirma. Esta es su advertencia, su alerta al lector: “No alarma ni amenaza, pero sí alerta para entender que las cosas que sucedieron, sucedieron a gente gente como cualquiera de nosotros y estas cosas pueden volver a ocurrir y por lo tanto depende mucho de cada uno de nosotros que no pasen”.

La editorial Planeta lanzará a finales de octubre un estuche con las tres novelas berlinesas de Paloma Sánchez-Garnica, de las que la escritora no es capaz de señalar una preferida. “No tengo una novela preferida, entre las tres, porque cada una tiene su momento. Es verdad que con Victoria he conseguido el Premio Planeta, pero para llegar ahí he tenido que escribir las dos anteriores. Todo es una evolución. Esto es un oficio y creo que la última siempre es la mejor, porque he aprendido de todo lo que llevo escrito anteriormente y mi ambición para la siguiente es escribir mi mejor novela, mi mejor narrativa, mejor vocabulario, mejor estructura, mejor perfil de los personajes. Es una ambición continua de mejorar y de escribir la mejor novela”, asegura la autora. Ahora está inmersa en su refugio malagueño donde se encierra a escribir, tramando una nueva historia. Asegura que ya no estará ambientada en Berlín.