José María Guelbenzu, escritor, editor y crítico literario, ha fallecido este viernes en Madrid a los 81 años, según ha informado la editorial Siruela, con la que publicó su última novela, Una gota de afecto, en abril de este mismo año. Figura clave del ecosistema literario español de las últimas décadas, Guelbenzu fue autor de más de treinta libros, director editorial de Taurus y Alfaguara, colaborador de prensa y uno de los nombres esenciales de la narrativa y la crítica desde los años 60.
"Se ha muerto un gran autor y un testigo incontestable de lo que pasaba en la sociedad española en los últimos 50 años", ha declarado a Efe Ofelia Grande, directora de Siruela y amiga personal del escritor. En un artículo publicado este viernes en El País, Grande lo recuerda como "un maestro de la literatura, de la ironía, de la crítica, del sentido común y un ejemplo de lo que es ser un autor con mayúsculas". En su último encuentro, según cuenta, Guelbenzu le habló con serenidad de su decisión de no escribir más novelas: "Creo que con esto ya he escrito todo lo que tenía que escribir".
Nacido en Madrid en 1944, Guelbenzu estudió Derecho y Dirección de Empresas en ICADE y en la Universidad Complutense, pero desde muy joven se volcó en el mundo literario. Con solo 20 años colaboraba ya en Cuadernos para el Diálogo. En 1968 publicó su primera novela, El mercurio, y en los años siguientes compaginó la escritura con una intensa actividad editorial y periodística.
Claridad sin aspavientos
Al frente de Taurus desde 1977 y de Alfaguara desde 1982, Guelbenzu fue una figura central en la construcción del campo literario español de la democracia. Su obra narrativa abarca desde títulos como El río de la luna (Premio de la Crítica, 1981), La tierra prometida (Premio Plaza & Janés, 1991) o El hermano pequeño (Premio Torrente Ballester, 2010), hasta la serie protagonizada por la jueza Mariana de Marco, que cultivó dentro del género que él prefería llamar "crimen y misterio", reivindicando una etiqueta propia frente al auge de lo "negro".
Además de novelista, Guelbenzu fue editor de clásicos y contemporáneos –de Bécquer a José Emilio Pacheco, de Kipling a Don DeLillo–, prologuista, jurado de premios como el Nadal o el Nacional de Literatura, conferenciante y profesor. En 2007 recibió el Premio de Periodismo Fundación Sánchez Ruipérez por su artículo "Hubo una vez una novela", publicado en el Heraldo de Aragón.
Colaborador habitual y hasta el final de Babelia, el suplemento cultural de El País, su prosa se distinguía por la claridad, la ironía y una forma de lucidez alejada del estrépito. En palabras de su editora, fue "un hombre entrañable, cariñoso, divertido, capaz de pelearse cariñosamente durante semanas por una portada y de ser implacable en una crítica sin perder una gota de elegancia". Los restos de José María Guelbenzu se velan desde esta tarde en el Tanatorio de La Paz, en Madrid.
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