Parece exagerado ¿verdad?. No es mío. Por eso está entre comillas. La idea de que el 3 de febrero de 1959 fuera el día en el que murió la música es patrimonio de cierta canción, considerada una de las más importantes de la era del rock and roll: American Pie. Este videoclip fue creado en 1989 para poder poner imagen a ese tema que es Historia.

Era noviembre de 1971 cuando el cantautor norteamericano Don McLean publicó el single que cambiaría su vida y por el que sería siempre recordado, aunque haya sacado otros 20 álbumes y siga componiendo. En esos ocho minutos (reducidos para el vídeo) hace un repaso de dos décadas de historia de los Estados Unidos. Nada menos. Se trata de una especie de noticiario en forma de tema musical con radiografía incluída sobre la muerte de los años 50 y el nacimiento y la revolución que supusieron los años 60 para el mundo. Los que ahora peinan alguna cana, pero no demasiadas, seguro que recuerdan la versión que volvió en pleno siglo XXI a ser número uno. Esta vez, cantada por Madonna:

No recuerdo si lloré cuando leí sobre su novia viuda,

pero algo me conmovió muy dentro el día que la música murió.

Así que adiós, Miss American Pie

¿Por qué Don Mc Lean hablaba del “día que la música murió”? Porque siendo un jovenzuelo “paperboy” (esos que aparecen con gorra y gritando “¡extra, extra!” en las películas) pasó aquel frío martes, 3 de febrero de 1959 repartiendo periódicos en la calle Spring de Los Angeles, con una portada que hablaba de la muerte por accidente de avioneta de quienes para él, eran sus ídolos.

Muchos amantes de la música de los 60 consideramos (y me incluyo) que Buddy Holly estaba destinado a ser una auténtica revolución mundial. Si no llega a morir ese día, hubiera sido algo parecido a The Beatles, con toda seguridad. Solamente le dio tiempo a sacar tres discos, y con ellos ya era toda una estrella. Aún no habían empezado los locos 60 y su música era rotunda, clara, maravillosamente negra, y deliberadamente blanca. Su aparición en el necesario show de Ed Sullivan le terminó de catapultar.

Blanquito. Delgado. Todo gafas. Sonriente. Perfecto en la ejecución y relajado al cantar. ¡Pero qué estilo, amigos! Quizá otros le reconozcan por "Peggy Sue". El rock and roll era suyo y tenía solamente 22 años.

Otro que se marchó de entre los vivos tal día como hoy en 1959 por culpa de aquel accidente es Ricardo Valenzuela, alias Ritchie Valens. 17 años tenía cuando no paraba de dar conciertos gracias a “La bamba”. De la fulgurante carrera de esta estrella, que murió al caer del cielo como un meteoro, se hizo una película en 1987, protagonizada por Lou Diamond Phillips.

La otra estrella que acompañó en el trance hacia la muerte a estos grandes de la música de entonces era The Big Bopper, su complemento perfecto. Humorista, cantante, presentador… era un showman que sabía ser justo lo que necesitaba un buen concierto musical para ser todo un espectáculo.

Aquella madrugada fue fría, con vientos importantes en el Mason City Municipal Airport en Iowa, Estados Unidos. Roger Peterson, un muchacho con apenas un año de experiencia como piloto, ni se atrevió a rechistar cuando las más grandes estrellas de la música le dijeron que ni por asomo pensara en cancelar el vuelo. El trayecto en autobús hasta Fargo, Dakota del Norte, para su próximo concierto, pintaba largo y con nieve en la carretera. Así que había que despegar sí o sí. Y por supuesto, cancelar el concierto no era una opción. Roger no sabía que iba a morir con la música minutos después.

Poco antes de la una de la madrugada, el avión, un Beechcraft Bonanza, despegó con fuerte viento lateral. Los bandazos de la tormenta de nieve sacudían a la nave como si fuese una coctelera. El malogrado Roger consiguió despegar y quitar los flaps, pero solamente hizo falta una ráfaga súbita de viento de cola para tumbar al aparato, irremediablemente en pérdida contra la nieve del suelo. Suponemos. Porque sepa el lector que las avionetas nunca llevaron “caja negra” ni puede saberse nunca con certeza las causas de un accidente aéreo en el caso de este tipo de aparatos.

Lo lógico es pensar que se aprendió la lección y desde entonces, la música no volvió a perder a sus estrellas por “tener que volar sí o sí”. Pues otra muchacha, con también 22 años de edad y un enorme futuro como cantante por delante, murió por la misma causa el 25 de agosto de 2001. Esta vez en Abaco, en las Bahamas. Yo me consideraba fan de Aaliyah desde que lanzó en 1994 “Back and Forth”, un maravilloso ejemplo de cómo el R&B puede acariciar el pop cuando se tienen apenas 15 años. En la letra afirma tener “mente de jazz” y el ritmo del “Soul Train”. Su álbum se llamaba “La edad es solo un número”.

El 3 de febrero de 1959 fue un día marcado para siempre con el drama de la muerte de estrellas fugaces que cayeron del cielo cuando más les necesitaba la música.