Todo parece desenvolverse con normalidad en el nacimiento, crecimiento y desarrollo de la niña protagonista, hasta que la enfermedad hace mella en su cuerpo. Postrada en una silla de ruedas invoca a la música, pero solo puede mover los brazos. Hasta que llegan los Ángeles, unos ángeles celestes que con espíritu entusiasta van haciendo que esa chica pueda empezar a moverse. A pesar de los Demonios que maldicen. Ella les hará frente. 

El cante, el baile, la música, la danza, la amistad, las ganas de vivir le harán vencer, porque mantiene la esperanza, el sentimiento, el entusiasmo, la pasión. No es un milagro, no es magia, no es terapia, pero tampoco es derrota, vencimiento, tirar la toalla. Es no mirar hacia atrás, sino hacia adelante. Partir, no quedarse estancada. No es la espera, es la batalla. 

Patricia Donn, en un frágil cuerpo primero, después en la fortaleza de sus ganas, en sus pies, en sus brazos y manos, en su taconeo, en el ritmo que va marcando in crescendo, en la realidad de su lucha, acompañada de un excelente cuerpo de baile, tres bailarinas y un bailaor, y nada menos que seis músicos, dos voces de quejío flamenco más allá de los ecos, dos guitarras al son del rasgueo que penetra en el alma, un cajón flamenco y un chelo, nos idealiza en un espectáculo soberbio de elegancia. 

Entrega absoluta

Sobre idea y guion de Lucho Ferruzzo, con música original de Vavílov, Karl Jenkins, Manolo Sanlucar, Silk Road & Yo-Yo Ma y José J. “El Viejín”, Ángeles y Demonios nos transporta en sus sones, colores y movimientos, al mar en calma de las emociones, al viento favorable de los amaneceres, a la tierra del talento, a la historia que bien acaba. Entrega absoluta de sus ejecutores, tanto en la música como en las coreografías, en los solos y en la coordinación, esta historia tiene calado en el corazón. 

No es una historia de religión, a pesar del título, ni de creencias místicas, ni de fe; es una historia de superación, de creer en uno mismo, de liberación, de idealización del flamenco elevado a las más altas cumbres del arte. Porque es verdad que uno tiene que luchar contra sus propios demonios y, sin alas, volar zapateando el suelo, sintiendo el cante y el baile en carne propia. Así nos lo hacen sentir. 

Me temo que trasladar a palabras la poesía vivida en el espectáculo es tarea ardua. Este poeta/cronista no alcanza a manifestar con idoneidad los versos no escritos, pero sí bailados y cantados, del Ballet Flamenco Dramático Musical de Patricia Donn.

Lo mejor es que lo comprueben en carne propia. 

ÁNGELES Y DEMONIOS

Idea y guion: Lucho Ferruzzo
Coreografía: Patricia Donn
Bailarines: Felipe Clivio, Lourdes Sevilla, Adriana Gómez e Irene Flores
Música y cante: Rafita de Madrid, Batio, Rafa Jiménez, Eleazar, Israel y David Cerreduela

Hasta el 2 de julio en el Teatro EDP Gran Vía