Los adultos permanecen, de media, entre nueve y 10 horas sentados al día. Un grado de sedentarismo “alarmante” que un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia (Nueva York) han relacionado ahora con un mayor riesgo de muerte. La investigación ha concluido que el sedentarismo es un factor de riesgo de muerte prematura independientemente de los hábitos de ejercicio adicionales.

El estudio, publicado en Annals of Internal Medicine, ha demostrado que el riesgo reside en el tiempo sentado, aunque se puede mitigar si se realizan movimientos cada 30 minutos.

El riesgo se puede mitigar si se realizan movimientos cada 30 minutos, dice el estudio

La investigación ha seguido a un grupo de casi 8.000 adultos estadounidenses mayores de 45 años (participantes en un estudio sobre infartos) con la novedad de que lo ha hecho a través de dispositivos acelerómetros instalados en la cadera de los participantes. A lo largo del estudio, durante cuatro años, murieron 340 participantes cuyo sedentarismo se analizó y relacionó con un mayor riesgo de mortalidad, independientemente de la edad, sexo, raza, índice de masa corporal o hábitos de ejercicio.

Períodos más largos sentado, mayor riesgo

El estudio ha subrayado que pasar períodos de una a dos horas sin levantarse es peor que pasar el mismo tiempo pero con pausas. En concreto, los investigadores vieron que los participantes con períodos de sedentarismo más breves tenían el menor riesgo de mortalidad. “Si tienes un trabajo o un estilo de vida en el que pasas largos períodos sentado, sugerimos levantarse cada media hora. Este cambio de comportamiento puede reducir el riesgo de muerte, aunque no sabemos de momento cuánta actividad sería óptima”, ha afirmado Keith Diaz, investigadora asociada del estudio.

El estudio alerta de que estar una o dos horas sin levantarse es peor que pasar el mismo tiempo pero con pausas

La autora del estudio ha destacado que este estudio “está elevando la alerta entre sanitarios e investigadores de que sentarse es realmente el nuevo tabaco”, ha advertido Monika Safford, jefa de la división de Medicina Interna del New York-Presbyterian Medical Center, investigadora de uno de los estudios de los que se han extraído los datos para esta investigación.