Vida Sana

Caminar al colegio supone dos tercios de la actividad física recomendada en niños

Niños asistiendo al colegio.
Niños asistiendo al colegio. | EFE

Un niño que va caminando o ir en bici al colegio (un kilómetro de ida y vuelta) llega a casa con al menos dos tercios de la actividad física recomendada. Un gesto que supone, además, que tenga niveles más altos de actividad física y mejor condición cardiovascular respecto a los niños que van en transporte motorizado. Prevenir la obesidad, aumentar la autoestima, potenciar las relaciones familiares y mejorar el medioambiente son otras de las ventajas de esta práctica, que ha querido destacar en el comienzo de curso la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Además, andar al colegio aumenta el tono muscular, contribuye a mejorar la estabilidad de la marcha de los niños y se asocia con una mejora de su composición corporal, aptitud física  y cardiorrespiratoria. Esos 20 minutos de paseo incrementan la resistencia de la columna lumbar (11%), flexibilidad (8%), equilibrio (69%) y la aptitud cardiocirculatoria (hasta un 13%) respectivamente. Son datos del documento "Caminando al cole", que ha presentado esta mañana la AEP.

Caminar es una de las estrategias que pueden emprenderse para luchar contra la obesidad infantil creciente. “Cerca del 23% de nuestros escolares tiene sobrepeso y en torno a un 18% padece obesidad. Caminar un kilómetro de ida y otro de vuelta al día, -distancia media entre el colegio y el hogar-, supone realizar hasta 2/3 partes del ejercicio diario recomendado en los menores”, ha afirmado María José Mellado, presidenta de la AEP.

“Los niños que caminan o van en bicicleta a la escuela tienen niveles diarios más altos de actividad física y mejor condición cardiovascular que los niños que no viajan activamente a la escuela”, asegura el doctor Juan Antonio Ortega García, coordinador del Comité de Salud Medioambiental (CSM) de la AEP. Por su parte, el doctor Julio Álvarez Pitti, vocal de actividad física del Comité de Promoción de la Salud (CPS) de la AEP, explica que “la realización de esta actividad física ayuda a disminuir los valores de presión arterial, mejora la capacidad de regulación de los niveles de azúcar de la sangre mejorando la sensibilidad a la insulina, disminuye los valores de triglicéridos, incrementa los valores de colesterol (HDL) y contribuye a mejorar la condición física cardio-respiratoria”. Caminar al colegio se ha asociado a un menor índice de masa corporal y contribuye a disminuir el exceso de peso a través de un incremento del gasto calórico, además de que contribuye a prevenir la obesidad abdominal independiente de otros factores de carácter demográfico, dietas, porcentaje de grasa corporal o minutos dedicados a la actividad física. “Estos resultados pueden ser especialmente prometedores para los jóvenes con obesidad, ya que caminar al colegio puede ser una estrategia fácil de implementar en la actividad diaria y efectiva para controlar y reducir la obesidad”, asegura el doctor Ortega.

Por su parte, el doctor Álvarez Pitti indica que ir caminando al colegio supone además una mejora en la condición física muscular, ya que tonifica los músculos y permite incrementar la masa muscular, sobre todo del tren inferior y espalda. “Este incremento de la masa muscular es fundamental para un buen tono corporal y control postural. Además, se mejoran otros componentes de la condición física como son el equilibrio y la coordinación”, matiza.

Otros beneficios para la salud

La actividad física puede ser influyente en la plasticidad y flexibilidad cerebral. El ejercicio a largo plazo favorece el riego sanguíneo cerebral, la creación de nuevas conexiones neuronales, la transmisión neuronal en el hipocampo y la expresión de genes relacionados con factores de crecimiento nervioso. “Los resultados de los estudios sugieren que la actividad física que tiene lugar inmediatamente antes del colegio predispone al aprendizaje efectivo, observando mejores habilidades verbales, numéricas y de razonamiento en los que llevan a cabo un transporte activo al centro educativo. La actividad física tiene efectos positivos en el nivel de concentración y reduce los comportamientos hiperactivos o autoestimulatorio”, asegura el doctor Álvarez Pitti.

Por otro lado, a nivel emocional, se ha demostrado que la práctica de la actividad física diaria incrementa la autoestima y disminuye el riesgo de caer en trastornos del área emocional (ansiedad, depresión). Además, “favorece los momentos de encuentro entre padres e hijos y fomenta el establecimiento de nuevas amistades, potenciando el sentimiento de pertenencia al grupo”, concluye el vocal de actividad física del CPS.

Ir caminando al cole beneficia al planeta

La Contaminación Atmosférica Urbana (CAU) es uno de los mayores retos en salud medioambiental del presente siglo para la OMS. Es responsable del 19% de toda la mortalidad cardiovascular. Los niños son más vulnerables a la CAU porque respiran más veces por minuto e inhalan mayores volúmenes de aire por kg de peso que los adultos, por la inmadurez anatómica y funcional del sistema respiratorio en crecimiento y por su menor estatura. En los colegios situados cerca de autopistas o calles con alta densidad de tráfico – con frecuencia provocado por los propios padres en las horas de entrada y salida del colegio- los niños están expuestos a contaminantes del aire que se asocian con alteraciones del sistema nervioso central en los test de atención y conducta. “Médicos y científicos estamos de acuerdo en que el uso del automóvil incrementa la CAU y esto se asocia significativamente con una disminución del rendimiento académico, memoria de trabajo, atención y deterioro de la función pulmonar en los niños”, asegura el doctor Ortega.

Durante la etapa escolar niños y adolescentes pasan 40 horas a la semana en escuelas, institutos y guarderías. La escuela no es solo el lugar donde aprenden, sino donde con frecuencia pasan más tiempo a lo largo del día. Estos lugares generan preocupaciones en los padres por las exposiciones medioambientales. Al mismo tiempo, la enseñanza (educación, instrucción y aprendizaje) debe contemplar el conocimiento de los contaminantes medioambientales (Consultar anexo 1. Tabla 1) y sus efectos adversos potenciales en la salud y en los ecosistemas naturales. Desarrollar una Guía de Acción de Salud Ambiental Escolar dotará de competencias a la enfermería pediátrica escolar. “Las escuelas deben ser lugares seguros para que nuestros niños y niñas aprendan, jueguen y convivan libres de los riesgos medioambientales físicos, químicos, biológicos y sociales”, asegura el doctor Ortega.

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