Se estima que para 2025, unos 268 millones de niños de entre 5 y 17 años tendrán sobrepeso en todo el mundo, y 91 millones de ellos serán, de hecho, obesos. En Europa, España se sitúa a la cabeza, sólo superada por Italia y Chipre. El sobrepeso es más frecuente en los niños que en las niñas, y su prevalencia se incrementa en los que no desayunan, llevan una vida sedentaria y no tienen una regularidad horaria en las comidas o en el sueño

La doctora Ana Leal Orozco, subdirectora médica de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, pediatra y responsable corporativa del Proyecto InfaSENo Infancia con Sentido, una iniciativa de prevención contra la obesidad infantil, resalta que los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siéndolo en la edad adulta si no se modifican los hábitos a tiempo, teniendo más probabilidades de padecer a edades más tempranas patologías asociadas, como el síndrome metabólico y la enfermedad cardiovascular. Por ello la prevención en la infancia redundará en evitar la obesidad y sus enfermedades relacionadas en el adulto.

Los niños que no desayunan, no hacen ejercicio o tienen horarios irregulares en comida o sueño pueden ser candidatos al sobrepeso.

Además, añade la doctora Teresa Gavela Pérez, coordinadora del citado proyecto y médica adjunta responsable de la consulta de Obesidad Infantil del Servicio de Pediatría del hospital madrileño, dado que la obesidad es una “enfermedad crónica” y sin tratamiento farmacológico en la edad infantil es necesario enfocar los esfuerzos en estrategias de prevención basadas en la adquisición de hábitos de vida saludables.

En España no hay ningún tratamiento médico aprobado para menores de 18 años para la obesidad, explica el doctor Leandro Soriano, jefe del Servicio de Pediatría de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid. No obstante, se recomienda un abordaje multidisciplinar de la obesidad infantil con un seguimiento individualizado de los casos que incluye tratar las posibles comorbilidades y trastornos asociados, no sólo los físicos, sino también los psicoafectivos (baja autoestima) o sociales (acoso o exclusión escolar).

Por todo ello nació esta iniciativa ‘InfaSEN’(Sueño, Ejercicio, Nutrición) o ‘Infancia con Sentido’, desarrollada por un equipo multidisciplinar de profesionales sanitarios de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos de Móstoles e Infanta Elena de Valdemoro y el General de Villalba),así como de los centros de Atención Primaria de sus respectivas áreas de referencia, para prevenir la obesidad.

“Las estrategias de prevención deben implicar no sólo a los profesionales sanitarios, sino que fundamentalmente requieren extenderse también al ámbito familiar y escolar. Los tres pilares básicos para luchar contra la obesidad infantil, que defiende esta iniciativa, y que avalan los estudios científicos son: dormir más y mejor, realizar de forma regular ejercicio, y seguir una dieta saludable, remarca la Dra. Leal.

En el caso concreto del sueño, la doctora Gavela explica que existen ya numerosos estudios que avalan la relación de la obesidad con la alteración del patrón del sueño y con la cronodisrupción. “Está demostrado que los niños y adolescentes dedican menos horas que hace unas décadas a dormir, todo fruto de la sociedad de 24 horas en la que vivimos, los problemas para la conciliación familiar, o los aparatos electrónicos que ‘contaminan’ el descanso y favorecen el sedentarismo, así como la alteración de los ritmos circadianos”, subraya.

Por ello, esta especialista avisa de que a veces las alteraciones del sueño son causa de obesidad, por lo que ve fundamental mantener una regularidad tanto en el número de horas que se duermen, como en el horario en el que se lleva a cabo.

Los niños tienen más resistencia deportiva que los atletas profesionales.

Sobre el ejercicio físico a la hora de prevenir la obesidad, la doctora Gloria Bermejo, especialista del Servicio de Rehabilitación del hospital madrileño, recuerda que son muchos los beneficios que tiene la práctica deportiva también en la reducción de los problemas asociados, sobre todo cardiovasculares.

“La actividad física regular y adecuada a cada grupo de edad, preferiblemente al aire libre, y en grupo o familia para hacerla más apetecible, hace que el niño crezca con una estructura ósea y muscular más fuerte, previniendo dolores articulares. Mejora a su vez otros parámetros asociados, como la interrelación personal, la ansiedad, la depresión, el estrés, la autoestima, el rendimiento escolar y la autogestión de su salud”, afirma.

Respecto a la alimentación, Elena Amador, DUE del Servicio de Pediatría del hospital, resalta que lo más importante es adquirir unos buenos hábitos de nutrición en la primera infancia, para después consolidarlos y evitar su abandono en la edad adulta. Para ello se dan recomendaciones acerca de la cantidad y calidad de los alimentos a consumir.