La fractura de cadera es una patología importante, sobre todo en personas de edad avanzada. Este tipo de lesiones afecta a su independencia y a su calidad de vida, creándoles problemas de salud física pero también mental y emocional. 

El tipo de fractura depende del tipo de traumatismo y del estado de los huesos, los músculos y los tendones. Lo que está comprobado, especialmente entre los ancianos, es que un tratamiento precoz conllevará un pronóstico más favorable y una mejor recuperación. 

En los últimos años se ha incrementado el número de afectados por este tipo de fracturas, debido al aumento de la esperanza de vida. Según los últimos datos disponibles del Ministerio de Sanidad, correspondientes a 2019, en España se produjeron alrededor de 64.429 hospitalizaciones por fractura de cadera, con una mortalidad hospitalaria del 4,5 por ciento.

Un problema de salud pública

El doctor Ghassan Elgeadi, jefe del Servicio de Traumatología y responsable de la Unidad de Fracturas del Hospital Quirónsalud San José de Madrid, advierte que este tipo de fractura representa un «serio problema de salud pública» con un elevado índice de morbimortalidad. Las complicaciones médicas durante el ingreso hospitalario afectan a un 30 por ciento de los casos, generalmente personas mayores.

«Es una fractura compleja que altera las patologías de base de pacientes a menudo frágiles»

doctor ghassan elgeadi

«Es una fractura compleja que no solo afecta a la calidad de vida funcional, sino que altera las patologías de base de pacientes a menudo frágiles», subraya el especialista de Quirónsalud.

De acuerdo con el último Registro Nacional de fracturas de cadera (RNFC), correspondiente a 2020, el paciente frágil que se fractura la cadera suele ser una mujer con una edad media de 86 años con deterioro cognitivo en el 40 por ciento de los casos, además de un deterioro funcional previo.

El tratamiento: la cirugía de urgencia

La intervención quirúrgica se considera hoy en día la principal vía de tratamiento. Una operación considerada de urgencia para diminuir así las complicaciones asociadas, tales como el encamamiento prolongado, la desnutrición o las posibles infecciones respiratorias. Por ello resulta clave la intervención precoz, de forma que se benefician de ser intervenidos en las primeras 24-72 horas, siempre y cuando la situación médica lo permita. «Está comprobado que quienes son intervenidos quirúrgicamente en los primeros tres días tras la factura reducen significativamente las complicaciones que puedan derivarse de esta situación, ya que podrán volver a su rutina lo antes posible», valora el doctor Elgeadi.

Para ello, es necesario un manejo multidisciplinar de cada caso (traumatología, medicina interna, rehabilitación y anestesia). Tras el estudio preoperatorio y la evaluación anestésica, se valorará el tratamiento más idóneo según el estado del paciente dadas las condiciones de salud en las que se haya producido la fractura.

Excepciones a la solución quirúrgica

Las doctoras Amaia Martínez y Carolina Hernández, del equipo del doctor Elgeadi en Quirónsalud San José, aseguran que el tratamiento quirúrgico de la fractura de cadera está indicado en prácticamente todos los pacientes, salvo en contadas excepciones: «Tan sólo en algunos casos muy seleccionados, como pacientes con patologías que contraindiquen la cirugía o que no sean capaces de afrontarla por su estado de salud, se puede optar por un tratamiento no quirúrgico. Sin embargo, esta decisión ha de tomarse tras una exhaustiva valoración médica, y en consenso con el paciente y los familiares».

El tratamiento conservador, según detalla la Sociedad Española de Traumatología y Cirugía Ortopédica (SECOT), es el menos utilizado en los casos de fractura de cadera, y consiste en la administración de analgésicos y en la reposición de sus constantes vitales en la medida de lo posible. No obstante, esta opción impide que la persona afectada recupere de forma temprana su movilidad y, en consecuencia, puede conllevar un importante riesgo vital.

La operación

Las especialistas de Quirónsalud San José detallan que la intervención quirúrgica consiste en sustituir el hueso roto por una prótesis con el fin de reestablecer la funcionalidad del paciente: «En primer lugar, se extrae el hueso roto que forma parte de la articulación de la cadera. Posteriormente, se prepara el fémur para colocar el vástago que permite anclar la prótesis al hueso. Finalmente, se coloca unida al vástago la cabeza de la prótesis que será la que haga las funciones de articulación».

En ocasiones se colocan prótesis parciales y cementadas. «El cemento viene preparado con antibiótico, lo que ayuda a prevenir posibles infecciones», aseguran. Entre los tipos de fracturas, el informe del RNFC apunta a que el 51 por ciento son pertrocantéreas (en los trocánteres que se encuentran por debajo del cuello del fémur), el 40 por ciento subcapitales (por debajo de la cabeza femoral, dentro de la cápsula articular de la cadera) y el 9 por ciento subtrocantéreas (en el extremo proximal del fémur). Las intervenciones más habituales son las osteosíntesis con clavos intramedulares (tratar la fractura mediante placas o tornillos sin sustituir el hueso fracturado, algo más frecuente entre pacientes jóvenes puesto que tienen el hueso en mejores condiciones), seguidas de la hemiartroplastia (34 por ciento) o prótesis parciales de la cadera.