A los niños no les suele gustar nada ir al médico. De forma habitual tienen miedo y, en ocasiones, saben que les espera una mala experiencia: una exploración de la boca con esa bajalenguas que les da náuseas, una desagradable extracción de sangre o una dolorosa inyección. Cuando la visita es a urgencias y se requiere, por tanto, una intervención rápida por parte de los facultativos, es más importante que nunca que tanto el menor como sus padres estén tranquilos para garantizar una máxima colaboración del pequeño paciente.

El objetivo principal es disminuir la percepción de dolor durante las actuaciones

Por ello, en el Hospital Quirónsalud Santa Cristina de Albacete han visto con buenos ojos incorporar las gafas de realidad virtual durante la atención de los niños en su servicio de urgencias pediátricas. ¿Su objetivo? Según aseguran, es disminuir la percepción de dolor durante las actuaciones y los procesos médicos que se desarrollan en este servicio.

El funcionamiento de estos dispositivos permite mantener la atención del niño fuera del procedimiento que se le aplica durante su asistencia, en operaciones de extracción de sangre o de aplicación de suero durante una reducción de fracturas, por ejemplo. «Estos dispositivos se utilizan en función de cada niño de una manera personalizada en aquellas situaciones que exigen disminuir la ansiedad», explica el doctor Enrique González Cortés, del equipo de Pediatría del Hospital Quirónsalud Santa Cristina.

Evitar un mal recuerdo

Entre los múltiples beneficios obtenidos con su utilización se encuentran la mayor rapidez en las extracciones de muestras o un menor uso de anestésicos en actuaciones dolorosas. Además, el efecto de amnesia retrógrada en la memoria del niño, que no recordará el episodio como algo traumático, mantiene una predisposición positiva ante futuras visitas a un centro sanitario, subrayan los profesionales del citado servicio de Quirónsalud Santa Cristina.

El uso de gafas de realidad virtual uno más de los procedimientos planteados por el servicio de urgencias pediátricas, que contempla «el entrenamiento de todo el personal para mejorar la empatía con padres y familiares y la comunicación y la información acerca de la técnica que se va a realizar para adecuarla a la edad y a la compresión del paciente», abunda el doctor González.

Beneficios para toda la familia

La participación activa de los padres y de los niños durante los procedimientos, el uso de escalas del dolor y su registro en la historia clínica para poder conocer la evolución, así como la utilización de un refuerzo positivo tras cada una de las intervenciones son igualmente necesarias.

«Todas estas actuaciones resultan muy beneficiosas, tanto para los menores como para sus familiares y el personal sanitario, puesto que está comprobado que los niños no sufren sin necesidad, de manera que su recuerdo de la estancia en el hospital deja de ser doloroso; mejora su estado de ansiedad y, con ello, el de padres y familiares», recalcan desde el centro

Diferentes estudios han demostrado que la implantación de estas técnicas de realidad virtual en la atención pediátrica de urgencia disminuye el tiempo de estancia hospitalaria e incrementa la percepción de la calidad de la asistencia.

¿Cuándo acudir a urgencias?

Desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) remarcan que, desde el punto de vista médico, «la urgencia supone una situación de enfermedad o de accidente que necesita un tratamiento inmediato por existir un riesgo sobre la vida, es decir, una situación grave», y recuerdan cuándo se debe acudir a las urgencias hospitalarias:

  • Vómitos repetidos e intolerancia de líquidos en cantidades pequeñas pero frecuentes. 
  • Diarrea abundante con afectación del estado general.
  • En caso de dolor abdominal localizado cerca de la ingle derecha o abdomen muy duro e hinchado. También si hay dolor testicular.
  • Fiebre en bebés menores de 3 meses.
  • Pérdida de conciencia, vómitos o conducta no habitual tras un golpe en la cabeza.
  • Fiebre alta acompañada de dolor de cabeza intenso, vómitos o manchas de color rojo oscuro que no desaparecen al apretar con el dedo (petequias).
  • Dificultad para respirar (si respira muy rápido, si se le marcan las costillas al respirar) o si tiene la llamada tos de perro.
  • Cuando, en casos de traumatismo, el niño presenta deformidad, hinchazón importante, rojez y calor o mucho dolor a pesar de haber recibido tratamiento adecuado.
  • Ante cualquier dolor (oídos, cabeza, abdominal, garganta…) que sigue a pesar del tratamiento adecuado (analgésicos).
  • Empeoramiento de la situación en niños con enfermedades de base (cardiopatías, diabetes, asma grave, cáncer…).
  • Ingesta de alguna sustancia tóxica (en este caso es importante acudir a urgencias lo antes posible).
  • Sospecha de atragantamiento.