La nutricionista y divulgadora Marián García, más conocida por Boticaria García, ha aconsejado huir de las "dietas monotemáticas, de alcachofa, de piña, de pomelos...":"No las deberíamos hacer ni aunque nos pagaran", así como los "gurus nutricionales" que no se basan en la ciencia.

En una entrevista con EFE, Boticaria García desentraña las claves de su último libro Tu cerebro tiene hambre (Planeta), en el que los lectores van a encontrar "estrategias prácticas", que pueden incorporar en su día a día, "para perder grasa y ganar salud haciendo algo diferente a los que nos han contado toda la vida".

"Nos han contado que para perder grasa lo que tienes que hacer es tener fuerza de voluntad. Realmente la fuerza de voluntad no tiene nada que hacer, es un David frente a Goliat frente a muchas cosas en nuestro cuerpo", asegura la divulgadora, quien también es farmacéutica.

Por eso, con este libro quiere rescatar "el espíritu de Érase una vez la vida" (serie de dibujos animados), con un lenguaje cercano divertido, y explicaciones con numerosos ejemplos para entender cómo funciona el cuerpo humano, "nuestras chichas" y el papel, entre otros, del adipocito -células grasas- para tratar de ganar en salud.

Y ofrece estrategias para la mente, para controlar "el hambre emocional" pero también para nuestras "tripas" o para que hagamos ejercicio físico y éste "no sea una penitencia". 

"Tenemos que empezar a entender cómo funciona nuestro músculo y cómo genera unos compuestos que son como una píldora natural para prevenir muchas enfermedades metabólicas, incluso esa polipílora natural sirve para generar neuronas. Podríamos decir incluso que para hacernos casi más listos", subraya García.

Luego hay otras partes que no hay que olvidar, que son los genes y el entorno a la hora de perder peso. 

La base de todo, insiste García, es perder grasa y ganar músculo y para lo primero resalta que "no hay ningún método infalible ni universal". 

"Todo lo que nos cuentan en las redes sociales, en Instagram, en Tiktok de "el método para perder grasa"...Olvídalo, no va a funcionar. El 90 por ciento de las personas que empiezan esas dietas en 6 o 9 meses han recuperado su peso con un efecto yoyo", sentencia.

La divulgadora sostiene que no hay milagros, y que hay dietas "que no deberíamos hacer ni aunque nos pagaran". Entre los ejemplos incluye las llamadas "detox" a base de batidos depurativos, de barritas o las que se basan en una ingesta muy baja de calorías.

"Ese tipo de dietas no hay que hacerlas ni en pintura, ni las dietas monotemáticas, de alcachofa, de piña, de pomelos, o cuando sea la dieta de algo, sal corriendo", apunta García, quien también llama a esquivar a los "gurús nutricionales" que no siguen la evidencia científica porque "pueden hacer mucho daño".

Analiza otro tipo de dietas que en lugar de tener un semáforo rojo lo tienen ambar, y otras, que tienen el verde.

Así, explica los pilares de la dieta, que en realidad, tiene que ser una intervención nutricional con los alimentos que hay que comer más (como fruta, verdura y legumbres) y menos, así como los alimentos que hay que cambiar por otros y la importancia de consumir productos de cercanía.

Aborda también la gordofobia porque "realmente hay un estigma muy grande": "Si no tienes un cuerpo normativo, no encajas", reflexiona García, quien añade que "hay gente que tiene cuerpos normativos y que realmente está obesa por dentro".

Considera que hay una línea "muy delgada" con respecto a la gordofobia y que por un lado es "imprescindible" cambiar el lenguaje y por otro no hay que olvidar que la obesidad es un problema metabólico, que va de la mano de otros futuros.

"Si no respetamos a estas personas y no hacemos que se sientan bien, la evidencia nos dice que son más proclives incluso a no cuidarse, es decir, una persona tiene que sentirse bien consigo misma y entender lo que está ocurriendo para querer dar el paso y hacer esas intervenciones nutricionales", resalta.

Asimismo, García señala en la entrevista que el "quid de la cuestión" también está en si se define o no como una enfermedad, como ha hecho la Organización Mundial de la Salud (OMS), un hecho que, a su juicio, tiene pros y contras, ya que por un lado puede quitar esa culpa a la persona pero "también es verdad que la palabra enfermedad tiene una carga negativa muy mala".

"La buena noticia es que se está trabajando desde las sociedades científicas por cambiar la palabra enfermedad por otras que sean más amables", asegura.