Las zanahorias, conocidas científicamente como Daucus carota, son una de las hortalizas más consumidas y apreciadas a nivel mundial. Su color naranja vibrante no solo resulta atractivo para la vista, sino que también indica la presencia de nutrientes esenciales para el organismo. Ricas en vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes, aportan múltiples beneficios para la salud.
Se cree que proviene de Asia Central, especialmente de la región que hoy corresponde a Afganistán, donde se cultivaba hace más de 5.000 años y se valoraban tanto por sus raíces comestibles como por sus semillas con propiedades medicinales. En la actualidad, una de preguntas más frecuentes entre nutricionistas y consumidores es si conviene comerlas crudas o cocidas. La respuesta depende de los nutrientes que se busquen aprovechar y de la forma en que se incorporen a la dieta.
Beneficios generales de la zanahoria
Todos hemos oído alguna vez que el consumo de esta verdura es esencial para la salud visual, y es cierto: su contenido en betacaroteno, un antioxidante que el cuerpo transforma en vitamina A, resulta fundamental para mantener una visión saludable y prevenir problemas como la ceguera nocturna. Pero no todo se queda ahí: las zanahorias aportan muchos más beneficios. Además, esta vitamina protege la piel y contribuye a retrasar los signos del envejecimiento.
La combinación de carotenoides y vitamina C fortalece el sistema inmunológico y protege las células del daño oxidativo causado por los radicales libres. Su fibra regula el tránsito intestinal, mejora la digestión y aporta sensación de saciedad, siendo un alimento ideal para quienes buscan mantener o controlar su peso. Por si fuera poco, los antioxidantes, el potasio y otros nutrientes de la zanahoria ayudan a mantener niveles saludables de colesterol y presión arterial, mientras que la vitamina K contribuye a la coagulación de la sangre y a la cicatrización de heridas. Además, su bajo índice glucémico favorece la regulación del azúcar en la sangre, convirtiéndola en un alimento recomendable para personas con diabetes o que buscan prevenirla.
Zanahorias crudas: frescura y nutrientes preservados
Consumir zanahorias crudas permite aprovechar al máximo la fibra y algunas vitaminas sensibles al calor, especialmente la vitamina C, que contribuye a reforzar las defensas del organismo. La textura crujiente y el sabor natural de la zanahoria cruda la hacen ideal para ensaladas, snacks y jugos frescos, aportando saciedad sin añadir muchas calorías. Al no someterlas a calor, tampoco se pierde agua ni nutrientes esenciales. Sin embargo, ciertos compuestos como el betacaroteno no se absorben con la misma eficiencia cuando se consumen crudas, ya que el cuerpo necesita descomponer la pared celular de la verdura para acceder a este antioxidante.
Zanahorias cocidas: mayor disponibilidad de betacaroteno
La cocción transforma la estructura de la zanahoria y hace que el betacaroteno, antioxidante que el organismo convierte en vitamina A, sea más fácilmente absorbido. Esto potencia los beneficios sobre la visión, la piel y el sistema inmunológico. Además, las zanahorias cocidas son más fáciles de masticar y digerir, lo que resulta útil para personas con digestión delicada o para niños.
La preparación al vapor, hervida, asada o ligeramente salteada permite conservar gran parte de sus nutrientes, mientras que la cocción prolongada o con exceso de agua puede disminuir la vitamina C y otros antioxidantes sensibles al calor. Incorporarlas en sopas, guisos, purés o salteados aumenta la variedad de la dieta y potencia la absorción de sus compuestos beneficiosos.
Formas de consumirlas
No existe una manera única y “correcta” de consumir zanahorias; cada preparación ofrece ventajas distintas. Comerlas crudas permite aprovechar al máximo la fibra y la vitamina C, aunque se pierde parte del betacaroteno que se libera mejor al cocinarlas. Por otro lado, cocidas facilitan la absorción del betacaroteno y mejoran la digestión, pero se reduce el contenido de vitamina C y algo de fibra. La combinación de ambas formas en la dieta diaria es la opción más equilibrada. De esta manera, la zanahoria se convierte en un alimento versátil, nutritivo y sabroso, que aporta beneficios complementarios según cómo se consuma y resulta indispensable en cualquier dieta equilibrada.
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