El PIB de los países desarrollados tiene un lastre que quizás no se relaciona a primera vista, pero cuya influencia es directa. La menstruación es, a través del obstáculo que supone para el desarrollo de las mujeres, un importante freno al crecimiento económico de muchos países, especialmente los subdesarrollados.

En Es solo sangre, la periodista sueca Anna Dahlqvist recoge algunos de los datos que confirman esta situación. Según Unicef, la falta de baños limpios y acondicionados para que las niñas puedan cambiarse durante su menstruación afecta al 30% de las escuelas de todo el mundo, más del 50% en los lugares más pobres. Para muchas de ellas, la única opción frente a eso es no ir al colegio.

Según la UNESCO, el 10% de las niñas faltan al colegio cuando menstrúan, pero la cifra es mucho mayor en otros estudios, que la elevan incluso al 70% en determinadas zonas de África.

Y estas cifras son de suma importancia. Porque la asistencia a la escuela se traduce en que las mujeres den a luz más tarde. En que tanto ellas como sus hijos gocen de una salud mejor. Cada año de escolaridad en un país como Uganda, las mujeres incrementan su salario y mejora la educación que a la vez tendrán sus hijos.

Y la espiral llega más lejos, como recoge Dahlqvist. La educación de las niñas repercute directamente sobre PIB o el desarrollo económico del país. Prueba de ello es, por ejemplo, que solo 2 de 130 países de ingresos bajos y medianos han conseguido llegar a un equilibrio de género entre sus escolares. Más de 62 millones de niñas que deberían ir al colegio no lo hacen.