Lo que ha ocurrido este lunes en las bolsas europeas conduce al pesimismo más absoluto, pues permite apreciar que todo está construido sobre un terreno lodoso y cualquier suceso impredecible podría provocar un hundimiento. No se observaba una caída de dimensiones similares en el Ibex-35 desde el día después al referéndum del Brexit. Aquello fue consecuencia de un acontecimiento político, lo que resulta más fácil de deglutir. En esta ocasión, el responsable ha sido un ser microscópico que ha desatado el pánico entre los inversores y entre la población mundial en general. Hace falta muy poco para que los ciudadanos pierdan la calma y la confianza.
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