"Yo llevaba semanas sin ver esto así", afirma a las 8:20 de la mañana un guardia de seguridad que vigila las escaleras mecánicas que dan acceso a uno de los andenes de Madrid Atocha. Antes de que el coronavirus nos metiera a todos en casa, la principal estación de trenes de Madrid era la puerta de entrada a la capital para miles de personas. Sin embargo, los vagones y los tornos no han tenido casi actividad desde que empezó el confinamiento hace ya casi un mes.

Hoy era un día especial en Atocha porque era la primera jornada laboral para muchos con la entrada en vigor de las nuevas medidas adoptadas por el Gobierno de Pedro Sánchez. Desde hoy, ya pueden salir a trabajar muchas personas de sectores no esenciales, como la industria o la construcción. Y los trabajadores de la estación han notado más ruido. "De seis a ocho ha habido jaleo", asegura un empleado de Renfe mientras observa desde lo alto las vías del tren. Allí abajo se ve gente, pero ni por asomo se asemeja al ajetreo de un día normal en Atocha.

Llama la atención que mucha gente no guarda la distancia de seguridad al entrar o salir de los vagones o al subir por las escaleras mecánicas. Hay muchas personas que no llevan guantes, algunas ni siquiera mascarillas. "Es que en las boticas están agotadas", comenta Juan, un ecuatoriano que retoma hoy sus labores en la construcción. Unos pasos más allá, recibe una de las cientos de miles que están repartiendo la Policía y voluntarios en la entrada de la estación.

"Yo regreso a casa con miedo"

"A mí me da miedo. Salgo de casa con miedo y regreso a casa con miedo", cuenta una trabajadora de la limpieza que no ha dejado de trabajar durante el confinamiento. Ella cree que el Gobierno se ha precipitado con las nuevas medidas. "Si estando todos en casa había tantos contagios, a ver qué pasa ahora. Mi miedo es porque vivo con cuatro niños pequeños, mi hija, mi hijo, mi nuera y mi yerno".

Un señor que trabaja de portero en la zona está de acuerdo. "Yo hubiera seguido con el confinamiento, porque por unos cuantos días no pasa nada, pero esto ya es el Gobierno el que lo dice y tenemos que acatarlo".

En la otra cara de la moneda está Juan, el trabajador de la construcción, contento por volver a salir y tener la posibilidad de llevar dinero a casa. "A mí me parece indispensable porque tengo que sustentar a la familiar. Tengo que pagar el alquiler, comprar comida... yo necesito trabajar para llevar dinero a casa".

Mascarillas en destino, en Avenida de América

En el intercambiador de transportes de Avenida de América, un nudo de comunicación clave para el este de la Comunidad de Madrid estaba preparado para recibir a todo los pasajeros con mascarillas quirúrgicas. Policía Nacional junto con voluntarios de Cruz Roja y Policía Municipal se han repartido los distintos niveles de acceso que cuenta la estación. A los recién llegados de los autobuses del corredor de Henares, una zona de la comunidad muy castigada por el Covid-19, les esperan los municipales. "Por favor cojan una mascarilla de uno en uno, manteniendo las distancias de seguridad". La mayoría de los usuarios ya tiene su propia mascarilla, pero no dudan en coger otra. Preguntamos a un pasajero que viene desde Alcalá de Henares, ha hecho el viaje sin mascarilla, las que reparten en el intercambiador son las primeras que le ofrecen.

Lo mismo le ocurre a otra usuaria de Metro que llega desde Villaverde en Metro, es la primera mascarilla que le ofrecen y no duda en aceptarla. Llevaba guantes pero no mascarilla, aunque asegura que había mucho espacio en el tren. La Policía Municipal desplegada en el intercambiador lleva desde las seis de la mañana y tienen orden de volver mañana. Les avisaron ayer por la noche de que su labor hoy iba a ser repartir mascarillas y esta mañana se han repartido los diferentes destinos. Los voluntarios de la Cruz Roja acompañan a la Policía Nacional en el reparto de mascarillas quirúrgicas. Hay muchas mascarillas, aseguran y no dudan en dar varias a los viajeros aunque lleven puestas "para que puedan cambiar de mascarilla", asegura el voluntario.