"En semanas", España dispondrá de un test serológico de detección del coronavirus con una fiabilidad mínima del 98%, cercana al 100% y muy superior a la de las pruebas diagnósticas actuales. Es la primera tecnología relacionada con el SARS-CoV2 que sale del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que se acaba de presentar en la sede del centro.

Cuatro equipos de investigación del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) han trabajado contrarreloj para desarrollar este test de anticuerpos que pretende dotar de capacidad de producción propia a España y solventar los dos problemas que, como ha destacado el responsable de la estrategia comercial del CSIC, Javier Maira, han afectado a los test serológicos desde el inicio de la pandemia: "Había dos problemas, de disponibibilidad, y de fiabilidad. Este test, de tecnología española, los solventa".

La investigadora del CNB Mar Valés, que dirige uno de los cuatro grupos científicos que han desarrollado los tests, ha destacado el objetivo que se plantearon. "Queríamos un test que nos diera muchísima información con una técnica factible en todos los hospitales e incluso en laboratorios de apoyo", ha explicado.

La técnica elegida fue la ELISA (uno de los más utilizados en la actualidad) y "la novedad y la parte más complicada del proyecto ha sido elegir las proteínas virales a identificar", como ha destacado Valés. Y ahí dio el equipo con una de las claves del éxito del proyecto: "Elegimos proteínas que ya se utilizaban para tener algo seguro pero también nuevas. Elegimos la proteasa, que no se había utilizado hasta ahora en ningún ensayo con coronavirus, con la fortuna de que ha funcionado muy bien".

"El valor añadido de la proteína proteasa es que nadie sabía que podía generar inmunidad, porque no está en el virus, no viaja con el virus por el organismo y hasta que no entras en las células que infecta no se sintetiza. Con lo cual el sistema inmunitario se va a encontrar con esa proteína una vez ha hecho el daño celular y nadie pensaba que iba a generar muchos anticuerpos pero sí que los genera", ha explicado.

El trabajo prosiguió con los ensayos clínicos en dos hospitales madrileños, primero en La Princesa y posteriormente en La Paz, que han podido confirmar la fiabilidad del test, tanto en su sensibilidad como especificidad (que no se escapen falsos negativos ni positivos).

Por último, el CSIC se había propuesto también que el test solventara esa dependencia del exterior que tanto afectó a la capacidad diagnóstica en los inicios de la epidemia. "Queríamos disponer de herramientas diagnósticas producidas en España. Para nosotros la producción española era fundamental", ha destacado Valés.

El CSIC ha protegido estos hallazgos mediante una patente y material biológico y, con estas bases, negociado y finalmente llegado a un acuerdo con la empresa salmantina Inmunostep. A esta compañía le ha otorgado la explotación de la licencia del test en formato ELISA con unas condiciones que facilitarán, según ha destacado Maira, "que se traslade a un precio más asequible al de los actuales, será un test de unos pocos euros pero no me atrevo a decir cuánto".

El CEO de Inmunostep, Ricardo Jara, ha afirmado que el test estará disponible para su comercialización "en semanas" aunque ahora depende del trabajo conjunto entre su empresa, el CSIC y los hospitales colaboradores. No obstante, en ese breve tiempo la empresa comenzará una producción que en principio será de unos 14.000 test diarios. "Esperamos abastecer el mercado nacional e incluso el internacional, tenemos acuerdos con empresas para responder a un posible pico de la demanda", ha afirmado Jara.

La tecnología del test no estaba en un principio dirigido a la producción del test rápido, aunque los investigadores han visto que es posible adaptarla y se encuentran ya en proceso de negociación con otras compañías para la posible fabricación.

"Esta es la primera tecnología que el CSIC ofrece a la sociedad en relación con el COVID-19 pero se está trabajando en otras que presentaremos pronto", ha asegurado Maira. El centro trabaja en desarrollo de fármacos y vacunas, materiales para mascarillas, estudios y control de aire en aeropuertos y tecnología para abordar el problema de las residencias o el análisis del impacto social de la pandemia.