¿Se podrían fabricar más vacunas contra el coronavirus en menos tiempo? Sí. ¿Y se podría vacunar de una forma más justa en todo el mundo? Sí. ¿Ayudaría eso a acabar antes con el virus? Sí. Entonces, ¿por qué no se está haciendo? La respuesta está en la industria farmacéutica y los derechos de protección intelectual.

Las matemáticas para explicar el párrafo anterior son sencillas: si cinco fábricas son capaces de producir X millones de vacunas, aumentando el número de fábricas se multiplicarán las dosis y se atajará antes el problema. Sin embargo, hay algo que escapa a los simples cálculos: para lograr eso, sería necesario que las empresas que tienen la fórmula la compartieran. Y no es una batalla sencilla. Hay miles de millones en juego.

"Estamos hablando de salud pública, del derecho a su acceso. Los medicamentos no deberían ser un lujo y todo esto debería estar por encima de cualquier consideración", señala a El Independiente Raquel González, de Médicos Sin Fronteras, una de las muchas asociaciones que está luchando para que las grandes corporaciones farmacéuticas accedan a liberar las patentes.

Esta situación podría empezar a cambiar este jueves, cuando hay una reunión en el seno de la Organización Mundial del Comercio en el que se debatirá la liberación de las patentes. No habrá ninguna decisión de calado, pero podría sentar las bases para conseguirlo a corto-medio plazo que las farmacéuticas compartan las fórmulas de las vacunas.

Esto permitiría a algunos países que tengan determinadas tecnologías producir vacunas, lo que aceleraría muchísimo la vacunación y la inmunización en el mundo. "Las reglas del juego tienen que cambiar y esto es una oportunidad. Si no se hace ahora, que estamos en una pandemia global... ¿cuándo se hará?", se pregunta Irene Bernal, investigadora de la organización Salud por Derecho. "Todo esto es una cuestión de voluntad política".

La OMC y el C-Tap

Aquí el problema entra en una maraña legal: ¿tienen las farmacéuticas la obligación de liberar patentes en un contexto de pandemia? ¿Hay algún mecanismo para obligarlas?

Según los expertos consultados hay tres maneras de que las farmacéuticas, que han recibido miles de millones de fondos públicos en los últimos meses compartan el conocimiento sobre el coronavirus. Una sería que lo hicieran de forma voluntaria, en la iniciativa de la ONU llamada C-TAP, y otras dos que llegarían activando sendas palancas legales: la primera a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que puede invocar una exención de las patentes, y la segunda con las llamadas "licencias obligatorias".

Las farmacéuticas tiene todo el poder y la legimitidad legal para hacer lo que le dé la gana

Raquel gonzález, de médicos sin fronteras

La C-TAP es el proyecto que lanzó la ONU en junio de 2020 para hacer de la respuesta al coronavirus un bien público común. El objetivo es que las empresas, países, centros de investigación y demás instituciones compartan el conocimiento tecnológico en una especie de código abierto. El proyecto sigue ahí y hay unos 40 países que los suscriben, pero no ha habido apenas respuestas.

Descartada esa estrategia pública común, quedan dos opciones para liberar patentes y acelerar la vacunación. Lo lógico sería hacerlo a través de la OMC y los Acuerdos sobre los ADPIC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio), firmados en 1994 y que regulan las patentes a nivel mundial.

La reunión del jueves es precisamente el Consejo de los ADPIC y ahí se debatirá si presentan la solicitud de exención. En cualquier caso, la petición formal no llegaría hasta marzo y una vez dado ese paso, la última palabra la tiene a Conferencia Ministerial de la OMC, el máximo órgano ejecutivo. Formado por 164 países, lo lógico es que estas decisiones se tomen por consenso, pero si no se llega, hay una votación en la que se necesita una mayoría de tres cuartos para la aprobación.

India y Sudáfrica fueron los países que lanzaron esta propuesta en octubre y desde entonces han logrado el apoyo de unos cien países, según Médicos Sin Fronteras. Pero tienen el rechazo de Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Japón o Australia, los países más ricos del mundo y donde se concentran las grandes farmacéuticas.

Las "licencias obligatorias"

La tercera vía sería a través de las llamadas "licencias obligatorias", un instrumento que permite a un país suspender de forma temporal una patente en caso de abuso del fabricante o interés público.

"El problema es que esto sólo sirve para un producto, es decir, un determinado vial o una materia prima, pero no para la cadena de fabricación completa de un fármaco", explica Raquel González, de Médicos sin Fronteras. "Además, es un proceso administrativo y burocrático muy lento. Por eso, India y Sudáfrica han elegido el otro camino: es un órdago, un peno al 15. Están diciendo: 'no queremos ir producto a producto, sino que queremos un marco lega que nos permita producir la vacuna'".

Por lo tanto, la gran esperanza de muchos países pobres está depositada en la OMC. La Universidad de Duke calculó que la vacuna no llegaría a algunos países hasta 2024 si los estados más ricos siguen haciendo acopio de las dosis. "Esto no se puede dilatar mucho más porque la pandemia sigue. Lo suyo sería que se resolviera en as próximas semanas", indica Irene Bernal, de Salud por Derecho.

La velocidad, vital para evitar nuevas cepas

“Igual que existe desigualdad dentro de nuestros países, la hay entre países y es obvio que ahora mismo lo que hemos hecho los países ricos ha sido poner dinero encima de la mesa para reservar nuestras vacunas. Pero no hay una estrategia de vacunación planetaria. Hay que liberar las patentes, la situación desde el punto de vista epidemiológico requiere la máxima velocidad en la vacunación”, afirma Manuel Franco, epidemiólogo y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).

Si no se vacuna en todo el mundo, no se controla la pandemia".

Fernando José García López, epidemiólogo

La liberación de las patentes tendría todo el sentido del mundo también para Fernando José García López, epidemiólogo y portavoz de la Sociedad Madrileña de Salud Pública. “En la medida en la que se liberasen las patentes se podrían administrar muchas más vacunas en todo el mundo. Esto es muy importante porque si no se vacuna en todo el mundo, no se controla la pandemia”. Para este epidemiólogo la patente dificulta, también, la vacunación en los países ricos: "Sería buena noticia que se liberara la patente porque facilitaría la vacunación en países como España, porque las empresas se podrían a producir".

El riesgo de prolongar la vacunación de gran parte de la población mundial es el riesgo de las mutaciones genéticas del virus. “Sa ha anunciado que las vacunas se pueden modificar con rapidez frente a una nueva variante que pudiera con la inmunidad de las vacunas, pero tendríamos que vacunarnos otra vez todos”, señala García López, que pone el ejemplo de la ciudad brasileña de Manaos, donde el Covid está arrasando con muchas reinfecciones en una población que había logrado la inmunidad de rebaño en la primera ola.

Las farmacéuticas: "Liberar patentes no aportaría nada"

El argumento que ofrece la industria farmacéutica es que la patente es una recompensa a todas las investigaciones y dinero invertidos. Sin ese aliciente, no habría tantos avances. El presidente de la patronal de la industria farmacéutica española, Juan López-Belmonte, cree que la iniciativa de Sudáfrica e India no tiene sentido.

"Muchos proyectos van con dinero público o utilizan hospitales públicos para ensayos clínicos, pero luego hay mucha opacidad"

Raquel González, de Médicos Sin Fronteras

"Eso no son soluciones que vayan a arreglar la situación actual. Las patentes tienen un doble objetivo, por un lado en el momento que la haces pones a la comunidad científica al frente de los avances y después te permite un cierto nivel de exclusividad comercial. No aportaría absolutamente nada", señaló hace una semana el presidente de Farmaindustria.

Raquel González, de Médicos Sin Fronteras, incide en que las farmacéuticas son muy poco transparentes la hora de presentar sus gastos en I+D. "Muchos proyectos van con dinero público o utilizan hospitales públicos para ensayos clínicos, pero luego hay mucha opacidad. En I+D meten muchas partidas de marketing, los congresos que organizan... eso no son gastos de investigación".

¿Tiene España capacidad de producción?

Ante la posibilidad de fabricar vacunas de las desarrolladas contra el Covid en España ante una eventual liberación de las patentes, Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), asegura que en el caso de las vacunas de Pfizer y Moderna habría fábricas que hacen “procesos parecidos.

"Pero hacer el componente de la vacuna, el RNA-mensajero no siempre es sencillo, en España alguna fábrica habría, pero no es fácil. Son las vacunas más complicadas tecnológicamente y las más costosas”. Sin embargo, la vacuna con la que ha habido más polémica por no cumplir sus compromisos contractuales, la de AstraZeneca, sí sería más fácil de producir en España, en el supuesto de que se ejecutara una licencia obligatoria. “La de AstraZeneca es más convencional, se puede hacer en grandes fermentadores de células que se infectan con los que sería la vacuna y luego se recoge y poco más, son tecnologías más sencillas de hacer”, explica Zúñiga.