La tuberculosis y el Covid tienen en común que son enfermedades infecciosas y de declaración obligatoria. Ambas pandemias se transmiten por el aire pero mientras en una parece que las vacunas permiten ver algo de luz al final del túnel, la otra puede estar a las puertas de un empeoramiento en 2022 y 2023. Así lo advierte la Organización Mundial de la Salud en el Informe Global de Tuberculosis: las muertes por esta enfermedad han aumentado por primera vez desde 2005 y el número global retrocede al de 2017. Los nuevos diagnósticos y tratamientos se han frenado, por lo que la organización espera que los fallecimientos sigan creciendo en los próximos años.

En total, la OMS estima que más de un millón y medio de personas murieron en 2020 a causa de la tuberculosis, una cifra que en 2019 era de 1,4 millones. Este repunte supone un frenazo en la lucha global contra esta pandemia a la que globalmente los países pretendían vencer en 2030. Los nuevos diagnósticos notificados a los Gobiernos cayeron de 7,1 millones en 2019 a 5,8 millones en 2020 y el número de personas que se estima padecen la enfermedad sin estar diagnosticadas es de 4,1 millones en 2020 según estima la OMS, muchos más de los 2,9 millones estimados el año anterior.

"Es un freno importante a la enfermedad que era previsible", afirma Joan Caylá, presidente de la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona, "los casos de Covid han acaparado la atención y eso ha afectado a otras enfermedades de declaración obligatoria. Incluso en España los casos han caído en picado, imagina el impacto en países con sistemas sanitarios menos desarrollados".

El 98% de los casos de tuberculosis se notifican en los países de ingresos bajos y medios (LMICs) y el informe señala que el gasto mundial en diagnóstico, prevención y tratamiento de esta enfermedad cayó de 5.800 millones de dólares a 5.300, menos de la mitad del objetivo anual establecido en 13.000 millones para 2022.

Todo ello contribuye, según el informe, a alejar los objetivos globales en tuberculosis y que ya partían de cifras poco favorables. La reducción de muertes de 2015 a 2020 había sido del 9,2%, solo una cuarta parte del hito del 35% establecido para el pasado año. La caída en diagnósticos fue del 11% entre 2015 y 2020 cuando el objetivo estaba en un 20%.

"La caída de los diagnósticos es un grave problema porque el pronóstico de la enfermedad varía mucho. Lo ideal es diagnosticar la infección tuberculosa latente, que se da cuando el paciente aún no tiene síntomas. Y si la enfermedad está activa también es importante detectarla antes de que esté avanzada, cuando el tratamiento es más complejo", subraya Caylá, que cree que "es momento ahora con la caída de la pandemia de recuperar el tiempo perdido".

El informe de la OMS confirma las dificultades en general para el cumplimiento de los objetivos y plantea la necesidad de acciones para mitigar y revertir la situación. Establece como prioridad restaurar el acceso a los servicios esenciales de diagnóstico y tratamiento, al menos al nivel de 2019.

Este informe confirma los datos anticipados por el Fondo Mundial de la Lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria en agosto, que calificaba de "devastador" el impacto de la pandemia. Cifraba la caída de personas que pudieron recibir tratamiento contra la tuberculosis farmacorresistente en los países donde invierte el Fondo Mundial en un 19%. Quienes pudieron ser tratados contra la tuberculosis ultrarresistente se redujo incluso más, un 37%. Y el número de pacientes seropositivos con tuberculosis que recibía tratamiento para ambas infecciones disminuyó un 16%. En el lado contrario, aumentó un 13% el número de niños expuestos a tuberculosis que recibieron terapia preventiva, un total de 194.000 niños.