Nuestras ciudades no son moles de rascacielos de más de cien plantas, ni el hueco entre ellos está infestado de vehículos voladores, tal y como la ciencia ficción más clásica nos insinuaba. El futuro más bien está lleno de residuos de plástico de décadas pasadas, temporales frecuentes, y también dispositivos conectados a nuestra piel. Mi entrevistado, Carlos Iglesias, está entre el selecto grupo de personas que maneja información relevante sobre cómo será nuestra salud en un futuro casi presente.

Pregunta.- ¿Es cierto que hemos cambiado tanto nuestro entorno que ahora el problema está en conseguir adaptarnos a él?

Respuesta.- Claro, lo llevamos haciendo desde hace mucho. Lo que llamamos “tecnologías disruptivas” son, por definición, las que hacen que se reestructure la forma en la que hacemos las cosas. En el último informe que elaboramos en mi empresa, Rumroom, conseguimos identificar ocho muy claras: mHealth, Healthbots, Quirófanos 5G, Impresión 3D y 4D, Nanomedicina, Realidad Virtual, Big Data, y Blockchain. Y la medicina que proponemos para el futuro creemos que ha de tener cuatro “p”: predictiva, participativa, personalizada, y proactiva. Es decir, se ha de anticipar a tus dolencias, ha de contar con información de todos y para todos, es importante que sea individualizada y que sea la medicina la que vaya al paciente, y no al revés.

P.- Suena muy bien, pero siendo concretos ¿en qué afectará todo esto a nuestro día a día?

R.- Pues por resumir, tu médico podrá saber tus enfermedades antes de que te ocurran. De hecho, a él le alertará el sistema en función de tu predisposición, situación, hábitos, etc. Podrá monitorizar en tiempo real cómo estás y prevenir que tengas un ataque, por ejemplo. Y todo esto será posible porque llevarás unos pequeños parches conectados de forma inalámbrica con tu smartphone, analizando tus datos.

P.- Parece caro ¿serán tecnologías para unos pocos?

R.- Al contrario. Un quirófano 5G puede permitir que el mejor cirujano del mundo opere en cualquier país donde pueda habilitarse. Imprimir en 4D es mucho más sencillo y reduce costes con respecto a comprar y enviar…

P.- ¿4D?

R.- Es como la impresión 3D que ya se conoce, pero añadiendo la gestión de los materiales con los que se fabrican los elementos, de forma que responden a estímulos. Por ejemplo, en Estados Unidos hay tres niños con traqueobroncomalacia que han salvado sus vidas gracias a una férula de materia orgánica que crece con ellos y se disolverá cuando se hayan curado.

P.- O sea, no estamos hablando de un futuro lejano. ¿Esto ya es presente?

R.- Por supuesto, vivimos ya en la era de los datos. Todas las grandes corporaciones basan sus estrategias en una capa de datos que los humanos no comprendemos. No sabemos por qué hay unos patrones que las máquinas sí detectan sobre la interacción de fenómenos. Por ejemplo, para calcular la dosis ideal para un diabético, se está empezando a usar inteligencia artificial relacionando factores que no sabemos por qué están conectados, pero lo cierto es que lo están.

P.- Más de uno se puede llevar las manos a la cabeza viendo que las máquinas son capaces de predecir tus enfermedades. Todavía hay quién recela mucho de la tecnología, pero tienen el riesgo de quedarse atrás. Ya vemos personas mayores con dificultad para hacer cualquier gestión bancaria porque se presupone que todo el mundo está digitalizado. ¿Esa brecha se está agrandando?

R.- Cada vez más, y sobre todo en un ámbito como es el mundo de la empresa. De hecho, el principal riesgo no es no conocer una tecnología, sino no saber para qué sirve o ni siquiera saber que existe. Cualquier persona todavía puede quedarse atrás o incluso aislarse del mundo en el que vive. Pero un directivo, cuyas decisiones influyen en la vida de otras personas, no es nada bueno que padezca analfabetismo digital. Y en evitarlo estamos.