El glioblastoma es el cáncer cerebral más agresivo. Tras el diagnóstico, la esperanza de vida media es de tan solo 15 meses y la calidad de vida de los pacientes se ve muy mermada en el proceso. En los últimos años, además, ha habido “un desierto de buenas noticias en relación a los tratamientos contra este cáncer”, en palabras de la directora del presidenta del grupo español de investigación en neurooncología (GEINO).

Por ello la búsqueda de nuevos tratamientos es tan importante en este tipo de cáncer, uno de los que se considera tiene más necesidad de nuevos fármacos que permitan mejorar la perspectiva de los pacientes. Según una reciente revisión publicada en la revista Cancers, cada año se diagnostican en Europa entre 3,19 y 4,17 casos por cada 100.000 habitantes.

"Las vacunas de ARNm no son una estrategia nueva, la investigación lleva años aunque ahora se ha puesto de moda con el Covid", explica Marta Alonso, investigadora del Grupo de Terapias Avanzadas para tumores sólidos del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra.

El éxito de las vacunas del Covid ha aupado esta terapia y como resalta un reciente informe de la consultora Iqvia, el número de ensayos con vacunas de ARN mensajero se ha multiplicado desde los 34 ensayos en marcha en 2020 a 127 en 2022. El glioblastoma es uno de los tumores sobre los que se enfocan estas vacunas, precisamente por la falta de opciones que tienen las más de 22.000 personas que cada año en Europa reciben este diagnóstico. Unos nueve ensayos están previstos entre 2022 y 2029, según los datos de la consultora.

Tratamiento actual del glioblastoma

Actualmente las opciones terapéuticas son limitadas. "El tratamiento convencional es una cirugía donde los neurocirujanos operan lo que pueden sacar de ese tumor, porque como el cerebro es un órgano tan esencial y primordial tienen que tener cuidado para no dejar al paciente sin movimiento de un brazo, sin habla o con algún otro problema", explica Martínez. "Tras la cirugía, el mismo tratamiento desde hace 15 años consiste en radioterapia focal en la zona del tumor y quimioterapia en pastillas", añade.

Con estas opciones, la expectativa de vida ronda los 15 meses y la supervivencia a cinco años es tan solo del 5%, como destacan los datos del estudio de Cancers. "Aunque se haga cirugía muy amplia, quimio y radio, son tumores que vuelven a salir y cuando lo hacen a veces hay pocas opciones de tratamiento. Por eso son tumores casi huérfanos, porque los tratamientos son poco esperanzadores y se busca otro tipo de abordaje", apunta la presidenta de Geino y portavoz de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Cuando el tumor vuelve o se mantiene tras el primer tratamiento, las opciones de los oncólogos son limitadas. "Queda en manos del oncólogo ver opciones y la participación en ensayos clínicos", indica Alonso.

La esperanza de las vacunas de ARNm

El Covid ha multiplicado los ensayos con estas vacunas, que no obstante tienen más de tres décadas de investigación a sus espaldas. El ARNm fue descubierto en 1961 aunque no fue hasta 1990 cuando se comprobó que era posible introducir ARNm modificado a ratones. En 1992 se consiguió corregir una enfermedad en el cerebro de una rata con esta tecnología.

Durante años se fueron venciendo obstáculos como la inflamación y sobre todo la forma de introducir el ARN en el cuerpo sin que se degradara. Pero ya en los años previos a la pandemia esta tecnología ofrecía datos prometedores frente al cáncer.

En 2018 un artículo en Nature calificaba el futuro de las vacunas de ARNm como "extremadamente brillante" y establecía como ventajas "su seguridad", su eficacia y su rapidez de producción. "El futuro de las vacunas de ARNm parece prometedor, y es probable que los conocimientos sobre los mecanismos inmunológicos detallados por los que funcionan se amplíen sustancialmente en los próximos años", concluía la revista Inmunology en otro artículo de 2021.

La investigación en glioblastoma lleva ya años, primero en modelos experimentales y después en distintos ensayos clínicos. "Se han hecho varios ensayos en fase 1 con buenos resultados pero al pasar ya a fase 3 no han mostrado beneficio hasta la fecha", explica la portavoz de SEOM. Sobre el porqué de estos fracasos, la investigadora subraya que "en fase 1 las pruebas se hacen en muy poquitos pacientes, se busca qué dosis hay que administrar, se mira muy bien qué tipología de pacientes, etc. En fase 3 ya es un estudio grande, con 200 o 300 pacientes en los que se compara el tratamiento convencional con ese más vacuna. Y esos estudios hasta la fecha han sido negativos. No había diferencias entre los tratamientos convencionales y los que añadían los fármacos experimentales", lamenta Martínez.

No obstante los ensayos continúan en marcha y el glioblastoma junto a los cánceres de la sangre aglutinan la mayor parte de los ensayos en vacunas de ARNm, como destaca el informe de Iquvia. "Está por ver su eficacia, parece que durante algún tiempo al menos sujetan o paran el cáncer", indica Alonso, en cuyo laboratorio se trabaja con otro tipo de terapia, llamada de virus oncolíticos.

Cómo funcionan las vacunas de ARNm

La introducción de una secuencia de ARN en la vacuna enseña a las células cómo replicarse estimulando la respuesta inmune frente a las proteínas tumorales. "El ARN mensajero es como el libro de instrucciones que nuestras células pueden leer e interpretar para fabricar antígenos. Esos antígenos son los entrenadores del sistema inmunitario para conseguir que produzca anticuerpos, que son los soldados que luego nos pueden defender del virus", explicaba a El Independiente la química y divulgadora Déborah García Bello.

En el caso del cáncer, en lugar del material genético del virus "se eligen ciertas proteínas tumorales, que se expresan en los tumores, para hacerlas visibles y que el sistema inmunológico las detecte y pueda luchar contra ellas", indica Martínez.

Otras estrategias de inmunoterapia

Las vacunas de ARNm son solo una de las estrategias de inmunoterapia, que es el tratamiento que se basa en la estimulación de las defensas naturales del cuerpo del paciente para que sean estas las que luchen contra la enfermedad. Además de las vacunas, se incluyen los llamados anticuerpos monoclonales, las terapias con células T o las de virus oncolíticos.

En estas últimas trabaja Alonso en el Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra: "Trabajamos con adenovirus, poliovirus y virus herpes que se modifican para luchar contra el tumor. Son estrategias seguras, que también buscan despertar al sistema inmune. Estamos viendo que algunos pacientes responden".

Las terapias CAR-T son otras de las que se están probando. "En este caso se modifican los linfocitos del propio paciente para atacar al tumor y después se le vuelven a infundir. Hasta ahora no han demostrado gran eficacia pero es otra línea de investigación", reconoce Alonso.

En un cáncer tan letal como el glioblastoma, la vista también se pone en la combinación de terapias. "Lo que parece que tiene más futuro ahora mismo es combinar distintas estrategias de inmunoterapia. Anticuerpos, por ejemplo, con vacunas. Parece que una única estrategia no basta y hay que emplear varias de forma simultánea para desbloquear el sistema inmunológico a esos antígenos que expresa el tumor. Ojalá tengamos suerte y alguna funcione", reflexiona Alonso.