Jennifer Arnold padece acondroplasia (enanismo), y pasó gran parte de su infancia en hospitales. Fue allí donde se le ocurrió que la única manera de "devolver" todo el cariño y el buen trato que había recibido era estudiar medicina, y dedicar su vida a tratar pacientes con la misma "compasión y empatía" que ella había sentido. Aunque no se lo pusieron fácil, finalmente lo logró, y se especializó en neonatología. Una labor que compagina desde 2009 con la de protagonizar un programa en la televisión estadounidense que la ha catapultado a la fama.

Arnold ha pasado los últimos días en nuestro país porque ha desarrollado un proyecto que promete salvar la vida de cientos de bebés, lo que le ha valido para ser finalista en los Premios Fundación MAPFRE a la Innovación Social 2023. "Nunca había estado en España, y me encanta. La comida es fenomenal", comenta justo antes de darle un último bocado a su sándwich y de beber un trago de agua. Cuando empieza a hablar de su proyecto, que le está llevando a recorrer el mundo entero, lo hace siempre con una sonrisa. Se nota que lo está disfrutando y que está muy orgullosa de él.

Preparar a familias y médicos

"A mí me interesaba la simulación como herramienta de formación para enfermeros y médicos. Empecé a trabajar en este campo y me di cuenta de que estábamos dando de alta a familias con bebés que tenían situaciones complicadas en términos médicos. Y los padres necesitaban saber cómo cuidarles en casa, sobre todos a aquellos que tienen traqueotomías o utilizan ventilador para respirar, porque muchos de ellos se pueden enfrentar a situaciones que podrían amenazar sus vidas. Y en algunos casos no iban a poder sobrevivir", explica Arnold.

"Empecé este trabajo en 2012 y ya hemos tenido muchos casos de familias que han podido salvar la vida de sus hijos"

jennifer arnold

Para preparar a las familias, y también a los propios médicos, ante cualquier imprevisto Arnold desarrolló un maniquí adaptado a las necesidades de los bebés con el que poder practicar. Y además creó un plan de estudios basado en recrear las complicaciones médicas similares a las que luego se podrían enfrentar. "Cada familia debería poder formarse antes de volver a casa con el bebé. Empecé este trabajo en 2012 y ya hemos tenido muchos casos de familias que han podido salvar la vida de sus hijos. Por eso ahora queremos ampliar este programa, extenderlo a otras instituciones y poder tener prototipos en cada uno de los hospitales", comenta.

El prototipo de maniquí que desarrolló está centrado sobre todo en poder resolver los problemas que se pueden ocasionar en aquellos bebés que tienen una traqueotomía. Pero también sirve para practicar complicaciones derivadas de enfermedades como la diabetes o del cierre de las vías respiratorias. Situaciones que los padres de esos niños se suelen encontrar con frecuencia, pero ante las que normalmente no saben cómo reaccionar. Arnold les enseña a enfrentarse a ellas y a minimizar daños.

Estrella de la televisión estadounidense

Desde 2009 Arnold protagoniza junto a su marido, que también padece enanismo, un programa de televisión estadounidense llamado La pequeña pareja, que les ha convertido a ambos en estrellas. Pero la propia Arnold explica que rechazaron en repetidas ocasiones participar en él cuando los productores se lo ofrecieron por considerarlo demasiado sensacionalista.

"Mi marido y yo somos profesionales que hemos trabajado muy duro para llegar donde hemos llegado, él en el mundo empresarial y yo en medicina. Pero los del programa fueron muy insistentes. Y un día conocí a una niña que se acercó a mi en un centro comercial y utilizó la palabra adecuada para referirse a mí, y no la peyorativa. Fue entonces cuando pensé que quizás sí merecía la pena darle una oportunidad al programa para enseñarle a todos que somos más parecidos que distintos a los demás", rememora la neonatóloga.

"Veo la fama como una oportunidad, y la intento utilizar para hacer el bien y aumentar el conocimiento en temas como la medicina"

jennifer arnold

Pensaron que no grabarían más de un episodio, pero llevan ya 14 temporadas de programa. Arnold explica que la clave ha sido que en él comparten experiencias vitales con las que muchas personas se identifican, como el cáncer o la infertilidad. Y también la adopción. Y es que la pareja adoptó a dos niños, de origen chino e indio, que también padecen enanismo.

"Yo veo la fama como una oportunidad. Y la intento utilizar para hacer el bien. Para mis seguidores mis redes son una plataforma para aumentar su conocimiento en temas como la medicina, la asistencia sanitaria, las vacunas o el cáncer. Yo no obtengo dinero como influencer por difundir esta información. Pero hoy en día hay temas, como el Covid, donde hay mucha desinformación, y es algo muy peligroso. Así que si tengo seguidores que me conocen y confían en mí y puedo compartir con ellos información fiable lo haré", asegura.

Rechazada en 40 universidades

Arnold ha alcanzado un estatus mediático y profesional enorme. Pero no ha sido nada fácil. Y es que explica que, aún tuvo siempre claro que quería estudiar medicina, las universidades estadounidenses ni siquiera le daban la oportunidad de entrevistarla a causa de su discapacidad. Hasta 40 instituciones de todo el país la rechazaron antes de que finalmente la aceptara la Universidad Johns Hopkins de Baltimore.

Arnold eligió la especialidad de neonatología precisamente porque consideraba que era la que mejor casaba con su enfermedad. Pero arrastraba el deseo de estudiar medicina desde niña, cuando tuvo que ser operada más de 30 veces. Allí, entre todo el personal médico, conoció a un "santo", que se convirtió en su cirujano.

"No tendría la vida que tengo si no hubiera sido por él. Tenía mucho talento, era muy delicado, y adoraba a sus pacientes. Trabajaba día y noche y volaba de un país a otro por cualquier urgencia. Por eso estudiar medicina era una manera de poder devolver todo esto", afirma.

Y lo ha conseguido. Su proyecto finalmente no ha estado entre los tres ganadores de los Premios a la Innovación Social de Fundación MAPFRE, pero eso es lo de menos. Lo importante es que la doctora que ha sido infravalorada buena parte de su vida ha demostrado que el mundo estaba equivocado. Y en lugar de guardar rencor, ha utilizado su experiencia para devolver el cariño de aquellos que sí se lo mostraron. "He conocido a otras personas que me han subestimado. Pero no les presto atención, no quiero perder el tiempo y ponerme triste. La vida es demasiado corta", concluye.