El frío marca la tendencia en los meses de invierno e incluso, en los lugares más al norte de España, también en los tramos más señalados de otoño y el inicio de la primavera. Hablamos de un estado, por la temperatura, que tiene por norma general más detractores que adeptos, si lo comparamos con el verano y el calor, pero especialmente, hay que resaltar a aquellas personas frioleras, las que no soportan las bajas temperaturas y que podrían ser incluso intolerantes al frío. 

Por qué hay personas frioleras

No se trata de una elección, como puede ser el escoger entre el verano y el invierno como etapa favorita del año. Es el cerebro el que se encarga de regular la temperatura en las personas y que mantiene nuestro organismo a una temperatura en la que nos sintamos cómodos.

Para ver si somos más o menos frioleros es determinante centrarse en las edades, ya que en una misma familia, que vive bajo el mismo techo y a una temperatura igual, no es lo mismo la recepción, en este caso del frío, por parte de una persona de 50 años que por una de 20, con estos últimos más adaptables al frío sin sufrir. 

Todas las personas sufrimos frío, aunque unos se adaptan mejor que otros a ello y lo soportan de manera más sencilla. Para ello, también puede influir el ambiente del que venimos, y es que si has vivido los últimos meses en lugares más fríos, serás capaz de soportarlo mejor, a priori, que una persona que reside en el sur de España, con ambiente caluroso y a temperatura más alta durante el año. 

¿Qué afecta a los frioleros?: genética, grasa y estrés

La herencia también es fundamental a la hora de conocer los mecanismos del ser humano, según informan expertos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, en cuanto a regular la temperatura.

Las personas con la piel más grasa tendrán más protección y menos pérdida de calor interno, por lo que aquellos con sobrepeso podrían soportar mejor el frío, si bien es desaconsejable por todos los problemas derivados mucho más importantes que ser más o menos friolero. 

Además, también el estrés puede afectar a cómo soportamos el frío, en este caso de manera negativa, ya que afecta al cerebro y evita que regulemos la respuesta habitual que tiene nuestro cuerpo ante las bajas temperaturas que podemos encontrar en la calle o en nuestra propia casa. 

Mujeres, más frioleras que hombres

Las mujeres, según la SEMG, tienen dos mecanismos para poder regular la temperatura corporal, bien cerrando los vasos sanguíneos de la piel para impedir que pierda calor y con mayor proporción de grasa subcutánea que el hombre. Sin embargo, las señales que llegan al cerebro de las mujeres desde la piel se traducen como frío de manera más fácil que en los hombres y hacen que tengan la necesidad de cubrirse. 

Las soluciones y peligros al frío

Pese a que se ha podido escuchar que el abrigo exagerado como combate al frío es malo, esto no es verdad, siempre y cuando se haga con límites lógicos y que no puedan derivar en otros problemas. Eso sí, hay que tener en cuenta que si abrigamos demasiado a una persona, puede sudar en exceso y este acabar convirtiéndose en frío, así que el efecto sería contrario al que buscamos.

El sistema de capas sí que puede ser recomendable ya que permite una adaptación al frío que haga en ese momento en función de lo necesario para la persona.