Se estima que la mitad de la población en algún momento de su vida tiene molestias fruto de las hemorroides, o almorranas, como se las conoce coloquialmente. Se trata de un conjunto de venas localizadas en la última porción del tubo digestivo, el canal anal. En sí mismas no son una enfermedad, si bien el problema surge cuando aumentan patológicamente de tamaño, se deslizan hacia el exterior o se produce una trombosis.
Las molestias más frecuentes son el picor, el escozor, el dolor y el sangrado. “La visita al especialista es fundamental cuando la sintomatología de las hemorroides se prolonga en el tiempo y cuando se dan los principales síntomas de alarma: dolor excesivo, hemorragia o cambio en las deposiciones, alternantes entre el estreñimiento y la diarrea”, advierte en este sentido el doctor José Tomás Castell, jefe adjunto de servicio en la unidad de Cirugía General y Digestiva del Centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud y del Hospital Universitario La Luz de Madrid.
Siendo habitual el sangrado en los procesos hemorroidales, tal y como comenta el doctor Carlos Durán Escribano, jefe del servicio de Cirugía General y Digestiva de los dos centros hospitalarios antes citados, es importante descartar otras causas de sangrado digestivo mediante la exploración y la realización de pruebas complementarias como la colonoscopia.
En resumen, el dolor y sangrado mantenidos en el tiempo junto con cambios en el ritmo intestinal son tres situaciones importantes que deben hacer consultar con el especialista.
Las cremas, solo por tiempo limitado
Según subrayan los citados doctores, en los casos más leves, denominados grados I y II, el tratamiento que puede seguir el paciente consiste en una combinación de una alimentación completa y saludable junto con medidas sintomáticas. “El uso de cremas y de supositorios está indicado en procesos hemorroidales leves, y siempre en un corto periodo de tiempo. No son un tratamiento definitivo de las hemorroides”, aclaran esto expertos.
El doctor José Castell defiende que tomar una dieta rica en fibra y en líquidos es fundamental para que las deposiciones sean más fluidas, lo que evita realizar esfuerzos en las deposiciones que ocasionan mayor prolapso anal. Indica también que los baños de asiento con agua templada “son un remedio socorrido”, sobre todo en las fases agudas, porque disminuye toda la inflamación en el área, y en consecuencia la sensación de dolor y de picor. “Esta práctica se debe hacer varias veces al día o tras hacer deposiciones”, sostiene.
Cuándo es necesaria la cirugía
Cuando el tratamiento médico y un cambio en los hábitos del paciente no son suficientes se debe optar por las opciones quirúrgicas prosigue el doctor Durán Escribano. Estos tratamientos se indican en hemorroides que se encuentran cuando el paciente tiene que reducírselas digitalmente o continuamente prolapsadas (grados III y IV). También para aquellas hemorroides de menor grado (I y II) que producen pequeños sangrados, picor o trombosis, rebeldes al tratamiento convencional y que impactan negativamente en la calidad de vida del paciente. En estos casos, un tratamiento precoz evita la evolución a grados superiores.
En la actualidad se tienden a realizar técnicas menos agresivas que la resección quirúrgica. El objetivo es disminuir el dolor postoperatorio y facilitar la reincorporación a las actividades diarias y laborales. En este sentido, el equipo de cirugía de Olympia y La Luz presenta una gran experiencia en el tratamiento de las hemorroides mediante ablación con láser o radiofrecuencia. La utilización de radiofrecuencia provoca la trombosis de los vasos arteriales y venosos del pedículo hemorroidal sin tener que resecar tejido, por lo que no se producen heridas quirúrgicas que ocasionan dolor e incapacidad. El láser también provoca una menor respuesta inflamatoria, lo que redunda en menor dolor postoperatorio.
Estos procedimientos se realizan en régimen ambulatorio sin necesidad de ingreso y no es necesaria una preparación previa (como el uso de enemas o laxantes). Para llevarlo a cabo se aplica una sedación anestésica y su duración es menor de 30 minutos.
Según refieren estos doctores, muchos pacientes piden consejo quirúrgico teniendo hemorroides de menor grado pero que les ocasionan molestias continuas como picor o pequeños sangrados, lo que altera su vida personal y social. En estos casos están especialmente indicados los procedimientos de ablación con radiofrecuencia o láser, ya que presentan los mismos porcentajes de éxito que la cirugía convencional, pero con menor dolor posoperatorio y un regreso más temprano a las actividades diarias.
“Con más de 200 casos de radiofrecuencia practicados en nuestro hospital, la satisfacción de los pacientes es muy elevada y la incorporación a sus actividades normales es más precoz”, concluyen los doctores Castell y Durán.
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