Aumenta el número de personas que comparten su vida con alergias alimentarias que, diariamente, ponen su salud en peligro. Aunque el etiquetado de los alimentos generan la seguridad, algunos expertos advierten que es insuficiente. La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) lanza un mensaje rotundo al respecto: las etiquetas actuales no garantizan la seguridad de los alérgicos. Las advertencias no precisas, la poca regulación de las trazas y la escasa formación en el sector de la hostelería desprotegen a millones de pacientes.

Riesgo real para los alérgicos en los supermercados

En España, las leyes son muy estrictas y llegan a garantizar que se incluyan 14 alérgenos en las etiquetas. A pesar de ello, para frases como "puede contener trazas" no existe una base científica suficientemente estandarizada. Para la doctora María José Goikoetxea, vicepresidenta del Comité de Alergia a los Alimentos de la SEAIC, este tipo de ambigüedad puede suponer un grave peligro para los consumidores, dado que con una pequeña cantidad de alérgeno se pueden provocar reacciones graves o fatales.

Etiquetas que generan confusión

Muchos consumidores interpretan que la advertencia de trazas significa que el producto no es seguro, cuando en algunos casos ni siquiera hay riesgo real. Esta falta de precisión provoca una falsa sensación de seguridad o, por el contrario, limita las opciones alimentarias. La SEAIC reclama un etiquetado que considere toda la información disponible, incluyendo la posibilidad de contaminación cruzada, que contribuya a que se tomen decisiones.

Los alérgicos no están seguros en restaurantes

Algunos restaurantes se ajustan a la normativa, pero son numerosos los trabajadores que no han recibido la formación pertinente para poder conocer qué son las alergias alimentarias. En este sentido, la SEAIC advierte de que no es suficiente el hecho de dar una carta con el listado de alérgenos: el personal debería saber identificar los riesgos y llevar a cabo los protocolos que eviten la posibilidad de una reacción. En caso contrario, cualquier error puede convertirse en una urgencia médica.

Adrenalina, una herramienta limitada

Si se presenta una anafilaxia, la administración de adrenalina en el acto puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Sin embargo, la disponibilidad de autoinyectores en lugares públicos como restaurantes, colegios, etcétera es escasa. Desde la SEAIC se propone que su disponibilidad sea amplia, igual que la existencia de desfibriladores en espacios con gran afluencia de público. Es cuestión de que el tiempo de reacción ante una crisis alérgica sea importante, y no tener esta herramienta puede resultar mortal.

La desinformación sobre alergias pone en peligro a todos

Uno de los mayores retos con los que suelen tener que lidiar los alergólogos es la mezcla de lo que son las alergias, con las intolerancias y preferencias. Una alergia puede dar lugar a una respuesta inmune peligrosa, mientras que las intolerancias provocan molestias digestivas, lo que no siempre son percibidas por la sociedad, trivializando todo el problema.

Concienciación desde edades tempranas

La SEAIC también hace énfasis en la educación sobre las reacciones alérgicas desde el periodo infantil y el marco educativo, para el conocimiento entre tipos de reacciones, la empatía por las respuestas del otro y la definición de los espacios seguros. Solo de esta forma será posible la creación de una sociedad que entienda y respete las necesidades de las personas alérgicas, tanto en el hogar como fuera de él.

La seguridad de los pacientes alérgicos no se puede basar en etiquetas poco precisas. Un sistema etiquetado más generoso junto con una mejor formación y con recursos específicos es fundamental para evitar tragedias evitables. La alerta que lanza la SEAIC debe hacerse escuchar por legisladores, empresas y consumidores. Una etiqueta puede salvar vidas, si se hace bien.