El crujido en las rodillas al sentarse o levantarse puede parecer un simple síntoma de la edad avanzada, pero en muchas ocasiones esconde una carencia nutricional que no podemos dejar pasar. Aunque es cierto que el envejecimiento natural provoca desgaste en las articulaciones o en los cartílagos, también lo es que la carestía de ciertos nutrientes esenciales, como puede ser la vitamina D, el calcio, o la glucosamina, cumple un papel fundamental en la salud ósea. Tener unos niveles adecuados de estas sustancias puede suponer la diferencia entre un envejecimiento sano o un envejecimiento doloroso e incluso con enfermedades más graves.

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Claves para prevenir el desgaste en los huesos

El cartílago es una estructura que hace de almohadilla flexible que recubre los extremos de los huesos. Su función es la de prevenir el roce de los huesos y también ayudar al movimiento. Al cabo de un tiempo puede irse desgastando, provocando fricciones que pueden ocasionar el característico “crujido” al desplazarse. Según el avance del entorno patológico de este proceso resulta en una condromalacia, e incluso en una artrosis. Estas situaciones se pueden agravar, por no abordar este proceso desde su base si no es con la nutrición.

Por qué crujen las rodillas

Los crepitantes articulares se pueden considerar como completamente normales si no existe dolor o inflamación en los tejidos. En muchas ocasiones, los crujidos se deben a burbujas de gas que haya en el líquido sinovial que lubrica la articulación. Sin embargo, cuando los crujidos se producen de manera persistente y aparecen también molestias es el momento de repasar déficits nutricionales. La salud de los huesos y de las articulaciones depende de manera importante de la ingesta de calcio y de la adecuada absorción aportada por la vitamina D.

Vitamina D y huesos

La vitamina D resulta ser muy importante para que el cuerpo asimile correctamente el calcio, que es uno de los minerales que forman la estructura ósea. Sin la vitamina D, el organismo no puede fijar el calcio en el tejido óseo, lo que acaba debilitando los huesos con el paso del tiempo. La vitamina D no solo contribuye a la fortaleza del esqueleto, sino que también incide en la función muscular y en el sistema nervioso, de ahí que la misma vitamina D se convierta en una de las piezas bases del bienestar en su conjunto.

El sol, la fuente olvidada de vitamina D

En lugares con clima soleado como el caso concreto de España, para nada llama la atención que haya un déficit extendido de vitamina D. No obstante, factores tales como la aplicación incesante de protección solar, un modo de vida interior y la ausencia de horas diarias de exposición solar posibilitan que más del 70 % de la población no logre niveles adecuados. Simplemente diez minutos al día de exposición moderada en brazos y piernas del cuerpo pueden ser suficientes para iniciar su producción.

Cómo cuidar los huesos desde la alimentación

Para que las articulaciones se mantengan a salvo, y para que las rodillas crujan de forma habitual, deberás  incluir en tu dieta alimentos ricos en calcio como los lácteos, las sardinas, las almendras o vegetales como el brócoli y el kale. Por otro lado, la vitamina D se encuentra en pescados grasos como el salmón, el atún y la caballa entre otros alimentos como huevos y los productos fortificados.

Evitar los ultraprocesados y priorizar lo natural

Una alimentación poco equilibrada, rica en azúcares y en productos ultraprocesados, afecta negativamente a la inflamación y al debilitamiento del tejido óseo. Sin embargo, optando por los alimentos frescos, de temporada, sin aditivos, favoreceremos la captación de los nutrientes necesarios. El equilibrio entre buena alimentación y la apropiada exposición a la luz solar constituye la mejor estrategia para prevenir problemas óseos antes de que aparezcan los primeros síntomas.

Por tanto, no se trata solo de la edad o el deterioro natural. Escuchar el cuerpo, hacer caso al crujido en las rodillas e ir a la raíz de la prevención nutricional puede significar un cambio importante en la salud de las articulaciones. La vitamina D no solo es conveniente, es esencial.

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