Aquí siempre tenemos que esperar al fútbol para que nos haga conscientes de las cosas. Conscientes de que no éramos la furia sino tuercebotas y pobres con la fruta del tiempo divinizada (Naranjito y tal), de que se gana con talento (el tiquitaca y eso) y no con estampitas ni con esos cojones del Fary como dados de peluche de taxi, o de que incluso yendo de país exitoso sólo parecemos Sergio Ramos, todo peluche de funda de volante también. Ahora la gente está dividida por la vacunación de la selección de fútbol, que a unos les parece más importante que vacunar a la Legión y a otros que es como ir a vacunarse a Qatar con una jeringa de oro como un mechero de oro, y con Xavi de palmero. En realidad no podemos decir si es necesario o justo vacunar a los futbolistas porque ni siquiera se sabía si era necesario o justo vacunar a los policías y guardias civiles de Cataluña, por ejemplo.
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