Había que poner una fecha. Si bien es cierto que desde 1959 ya hubo grabaciones y actuaciones, y los primeros discos llegaron a algunas tiendas a partir de 1957, si hay que poner un verdadero punto de partida íbero al género en el que reinó Elvis, ese momento es la mañana del domingo, 18 de noviembre de 1962.

Todo empieza mucho antes. En el siglo XIX. Un écuyer nacido en Irlanda decide instalar en una de las plazas más animadas del Madrid del romanticismo, un escenario estable en el que poder asombrar a todos con sus acrobacias a caballo. Nos va a dar una pista su apellido. Se trataba de Thomas Price.

Así nace, en medio de una ciudad que aún debería sufrir convulsiones políticas y alguna epidemia, el escenario ideal para que naciera el Rock en España: el circo Price. Y que no sucumba el lector a la tentación de pronunciarlo como mandaría el hecho de que el susodicho sea irlandés. Se pronuncia absolutamente castellanizado, como se leía en un tiempo en el que no se sabía tanto del idioma de Shakespeare: price. Como suena.

Un siglo después de que las acrobacias llegaran a la madrileña Plaza del Rey, otro acróbata, pero este de la música, se la jugó en plena dictadura. Pepe Nieto, batería de los Pekenikes, era también arreglista de artistas como Massiel, Julio Iglesias, Nino Bravo, Vainica Doble, Marisol o Cecilia. Sus bigotes a lo Íñigo le hacían inconfundible en las portadas.

Pepe, junto a otros locos como su hermano, el periodista Miguel Ángel Nieto, decidieron tomar al asalto los domingos por la mañana del escenario donde desfilaban leones y trapecistas para iniciar algo completamente novedoso: actuaciones de música rock. Sin duda, tenía algo de circense la escena. A fin de cuentas, eran melenudos con guitarras, según los cánones de la época.

Bien es cierto que la dictadura no censuró explícitamente el movimiento que estaba cambiando la cultura en el mundo, pero tampoco lo vio con buenos ojos. Seguramente formaría parte de alguna de las concesiones no explícitas que indirectamente llegaron con el plan Marshall. En las portadas de las revistas de la época se podía leer que el rock and roll era “la última moda americana”.

El caldo de cultivo para que este fenómeno tuviera lugar lo encontramos en el sustrato que poco a poco, pero de forma inexorable, iba colándose en los hogares gracias a los quioscos y las antenas de la VHF. Desde 1961 se emitía en TVE una “marcianada” para la época llamada “Escala en Hi Fi”. Una vez más recordamos al lector que debe pronunciarlo como suena: “en i fi”. Pues lo mismo que ocurre con el “wifi”, aunque somos el único país del mundo que lo dice así.

También acababan de aparecer revistas como “Discóbolo”, que durante nueve años dedicó sus páginas a la más rabiosa actualidad del mundo de la “música ligera”, como siempre se denominó en aquel legendario “Gente Joven” posterior.

En la radio, antes de que irrumpieran Los 40 Principales en julio de 1966, ya existía un formato curioso llamado Vuelo 605, capitaneado por un tripulante de Iberia, con quien tuve el gusto de compartir micrófono llamado Ángel Álvarez. El aviador llegaba desde remotos destinos norteamericanos cargado de novedades, muy apreciadas para los amantes de la música cuando las incluía en su programa.

Y es que el auténtico vuelo 605 conectaba Madrid con nada menos que Nueva York, en aquellos años 60 de “semiaperturismo”… y turismo. Que no falte.

Un granaíno llamado Miguel y de nombre artístico Mike Ríos, alguien que destacaría como presentador y actor llamado Micky junto a sus Tonys, el músico Albert Hammond o el “conjunto musical” Los Diablos Negros estaban a punto de poner en marcha toda la maquinaria del rock español que tendría su apogeo en la gira “Rock n Ríos” de 1982.

¡Qué noches las de aquel año!. Las del 5 y 6 de marzo quedaron para siempre registradas en uno de los mejores discos que ha dado el rock patrio. Más adelante vinieron otros, claro. Por citar algunos ejemplos inmortalizados en formatos consumibles, me atreveré a dejar a alguien en el tintero cuando menciono, por ejemplo, a Héroes del Silencio. Los maños no solamente se circunscribieron a la piel de toro. Llevaron nuestro potencial rockero a la mismísima Alemania.

Otro de los tótems del rock español sería sin duda el grupo “Burning”. Todavía vivía el dictador cuando decidieron llamarse así, desde el muy significativo enclave del barrio madrileño de Carabanchel. La televisión ya de los 80 les hizo sitio, en un esfuerzo de modernidad que se plasma claramente en la voz rota de Lolo Rico cuando reivindicó, en este fragmento de “La bola de cristal”, un poco de decencia frente a los “playback” que inundaban la tele.

Nacha Pop, con el gran Antonio Vega al frente, se marcó un directo recopilatorio auspiciado por su discográfica Polygram que más tarde formaría parte de las radiofórmulas musicales en forma de LP.

Y luego ya quedan los gustos de cada uno. Muchos habrá que reivindiquen, por ejemplo a un Fito con sus Fitipaldis en su Bilbao natal.

Ahí están Loquillo, Extremoduro, Platero y tú… Hay tantos artistas que han capitaneado desde sus bandas el rock en directo español…

Pero hoy conviene recordar que todo comenzó hace exactamente 60 años en aquel circo del centro de Madrid, con unos centenares de valientes que decidieron retar a lo establecido, como marcan los cánones del buen rock and roll.