Desde marzo de 2020 hasta marzo de 2025, el Índice de Precios al Consumo (IPC), se ha incrementado un 19,9%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin embargo, el precio de los alimentos ha sido junto a la energía, el componente de la cesta de la compra que más se ha alzado, un 31,1%. A pesar de que el índice general de abril (2,2% interanual) se ha mantenido en el entorno deseado por la Unión Europea del 2%, el Banco de España ha emitido este miércoles un informe que alerta de que los precios continuarán aumentando en el medio plazo.

Tras alcanzar la inflación su máximo entre 2022 y el primer trimestre de 2023, con alzas de hasta dos dígitos, el incremento de los precios se ha ido moderando progresivamente. Según ha descrito en su informe el Banco de España, este aumento se ha debido a diversas perturbaciones que han afectado a la oferta agrícola. Entre ellas, ha destacado tres.

La primera es el incremento de los costes energéticos, asociado al encarecimiento del petróleo y del gas, así como de los fertilizantes desde el inicio de la guerra de Ucrania. En segundo lugar, los "fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático". A modo de ejemplo, el Banco recuerda la sequía de los años 2022 y 2023 por la que la escasez de agua afectó intensamente a los rendimientos agrícolas españoles y europeos, y con ello, a la oferta de productos alimenticios.

Por último, la entidad financieria ha señalado la "implementación de políticas comerciales restrictivas sobre la explotación de determinados productos en algunos países". En el año 2022, ante el aumento de los precios de determinados alimentos, se incrementó el número de países que pusieron restricciones a las exportaciones de alimentos y fertilizantes con el objetivo de garantizar el suministro interno y frenar el crecimiento local de los precios, según lo notificó en 2023 la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En la misma línea que el Banco de España, tanto el Banco Mundial como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) han atribuido el alza de los precios a los factores climáticos, las tensiones geopolíticas y las políticas comerciales. De esta forma, el Banco de España ha advertido en su informe que ante la persistencia de estos factores "avala la posibilidad de que los precios de los alimentos se mantengan elevados en el medio plazo".

Mayor incidencia en España que en Europa

Asimismo, el Banco también ha señalado que la incidencia en los precios ha sido mayor en España que en la UEM (Unión Económica y Monetaria). Para el periodo comprendido entre el último trimestre de 2019 y el último de 2024, los precios de los alimentos se incrementaron un 33,9% en España y un 31,2% en la UEM.

Esta diferencia de 2,7 puntos porcentuales, la autoridad bancaria ha explicado que se debe a "las divergencias procedentes del efecto composición en las cestas de la compra entre ambas áreas". Es decir, aunque los precios de cada componente de la cesta de la compra han crecido de forma similar en ambas regiones, el impacto en el índice de precios de los alimentos "dependerá del peso de dicho componente en la cesta de consumo de alimentos", ha concluido el Banco.

Por ejemplo, entre el último trimestre de 2019 y el último de 2024, el precio del aceite de oliva creció un 139% en España, mientras que en la UEM lo hizo un 102%. Sin embargo, en la cesta de consumo española este alimento pesa un 0,6%, lo que triplica el peso en la cesta europea (0,2%). Así, la contribución del aceite de oliva a la inflación acumulada en el periodo mencionado fue de 0,8 puntos porcentuales en España y de 0,2 puntos en la UEM.