La 78ª edición del Festival de Cine de Cannes tiene nombre español, y si no que se lo digan a Oliver Laxe quien, a sus 43 años, recibió anoche la primera gran ovación del certamen por su película Sirat, su cuarto largometraje, con el que aspira a la codiciada Palma de Oro. Este franco-español (nació en París, pero pronto se mudó a la Galicia natal de sus padres) afrontaba ayer el éxito del filme que empezó a idear allá por 2011, en el que un padre (Sergi López) y un hijo (Bruno Núñez) buscan con ahínco a su hija y hermana respectivamente, desaparecida cinco meses antes en una rave en Marruecos.
Sirat (que en árabe significa "el camino recto" o "el camino que conduce a la verdad", pero también "el puente" que une el infierno y el paraíso) tuvo su estreno oficial anoche en el Gran Teatro Lumière. Pantalla en negro y los créditos empiezan a rodar, mientras el público congregado estalla en júbilo y aplausos para celebrar la obra que acaban de ver. Laxe, emocionado tras una ovación de nueve minutos de duración, se hace con el micrófono para dedicar unas palabras de agradecimiento a la gente allí presente. "Es una prueba de que en España estamos creciendo y haciendo cine con más alma cada vez más. Es un momento para celebrar", defiende entre vítores.
Oliver Laxe, el español que ha conquistado Cannes
Cada vez que Oliver Laxe ha presentado una película en Cannes, se ha ido con un premio bajo el brazo. Todos vós sodes capitáns (2010), su primer filme, se hizo con el Premio Fipresci de la Quincena de Realizadores; Mimosas (2016), el Gran Premio de la Semana de la Crítica; y O que arde (2019) se alzó con el Premio del Jurado de la sección Un Certain Regard. Pero con Sirat apunta a lo más alto: Laxe ambiciona con la Palma de Oro, el premio más codiciado del Festival, aquel que se llevó Anora (2024) el año pasado y que puso a la película de Sean Baker en el punto de mira para los Premios Oscar.
De padres gallegos, Laxe nació en París en 1982 pero, a los seis años, regresó con ellos a La Coruña. Estudió cine en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, pero fueron las ciudades de Londres y Tánger las que vieron sus primeros pinitos cinematográficos y una sucesión de cortometrajes que le permitió hacerse hueco en el mundillo del cine.
Fue en Tánger donde el políglota Laxe, que se considera un "cineasta de acentos más que de nacionalidad", creó el proyecto Dao Byed, un taller cinematográfico para niños pobres del Magreb. De esta experiencia nació su primer filme, un ensayo visual a medio camino entre el documental y la ficción que retrata la historia de un profesor que propone a un grupo de niños rodar una película en la ciudad marroquí.
Quizá sea su amor por el país africano lo que ha hecho al cineasta volver a Marruecos para Sirat, una producción original de Movistar Plus junto a El Deseo (productora de los hermanos Almodóvar) que se estrenará en salas el próximo 6 de junio. Una película que se maneja entre el cine de autor y el blockbuster estadounidense al más puro estilo Mad Max. Un filme sobre la identidad y la búsqueda de alguien que parece no querer ser encontrado. Una historia con la que el director invita a "caer al abismo" para que surja "lo mejor del ser humano".
La presencia española en Cannes
Pero Sirat no es la única película española que compite por la Palma de Oro en esta 78 edición del Festival. La otra es Romería, de Carla Simón (Verano 1993), que se estrena en el certamen después de haberse llevado el Oso de Oro en la Berlinale con Alcarrás (2022). La realizadora catalana compite por primera vez en Cannes presentando una sensible cinta con la que cerrar su trilogía sobre memorias familiares y desarrollada en Vigo. Ambos optan por una Palma de Oro que, hasta ahora, solo ha ganado un cineasta español: Luis Buñuel, en 1961, por Viridiana.
La presencia de estos dos cineastas españoles en la competición resulta casi inaudita en La Croisette, que parece acordarse de España únicamente cuando está Pedro Almodóvar de por medio. Al manchego solo se le han sumado en los 20 primeros años del milenio Isabel Coixet en 2006, con Mapa de los sonidos de Tokio, y Fernando Trueba, en 2020, con El olvido que seremos, aunque esta última fuera más colombiana que española. Los tres eran ya veteranos, conocidos. El nuevo cine español, de mirada intimista, no lograba hacerse hueco en Cannes.
Todo cambió en 2022, cuando Albert Serra logró entrar en la pugna con Pacifiction. Pero será este año cuando, por primera vez en casi 16 años, dos cineastas españoles se verán las caras por la Palma de Oro. No será una competición sencillla: sus adversarios son las nuevas películas de directores de la talla de Richard Linklater, Wes Anderson o Julia Ducornau, entre otros. El cine está que arde.
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