El general de brigada de la Guardia Civil Pedro Garrido Roca, ahora retirado, quiere dejar claro que él no representa a nadie y que habla en su propio nombre, pero indudablemente la experiencia que le precede y su trayectoria en el Instituto Armado hace que no sea una voz cualquiera para hablar sobre cómo está viviendo el cuerpo los ataques que se han producido de parte de personas vinculadas al PSOE, como la exconcejal y militante socialista Leire Díez, o de empresarios como Javier Pérez Dolset.

En conversación con El Independiente, Garrido --que entre 1989 y 1991 puso en marcha la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, cuyos miembros ahora están siendo atacados por dirigir investigaciones como el 'caso Koldo' o el 'caso Begoña Gómez'-- defiende que escribió hace unos días una carta de apoyo a sus compañeros como un "desahogo" ante lo que él ve como un "intento de desprestigio" de terceras personas que ni siquiera están relacionadas directamente con procedimientos judiciales en curso. Una situación que él, que ha pasado por la jefatura de Cataluña o por la seguridad de Casa Real, nunca había vivido.

El general admite que no conoce a los dos agentes en el centro de la diana desde la semana pasada, el teniente coronel Antonio Balas y el excapitán de la UCO Juan Vicente Bonilla, pero advierte de que la sensación en el cuerpo es que si a dos cargos que trabajan en una unidad de prestigio se les puede rebuscar en su historial profesional y personal cualquier detalle para torcerles el brazo, esa sensación de presión externa se puede extender dentro de la benemérita.

Pregunta: ¿Qué le llevó a escribir esa carta dando apoyo a la Guardia Civil?

Respuesta: Como había hecho en otras ocasiones y utilizando siempre la plataforma Linkedin, que es una red social para mostrar opiniones más profesionales que de otro tipo, pues lo hice básicamente como un desahogo ante lo que estaba viendo que era un intento de desprestigio de la Guardia Civil a través de dos miembros en este caso. Tratando de mermar las capacidades de todos los guardias civiles de cumplir con su deber por miedo a que alguien se ponga a investigar en sus vidas en cuestiones ajenas a aquello a lo que han trabajado. 

Ninguno estamos libres de poder ser investigados por algo que hayamos hecho mal, pero con arreglo a lo que está estipulado, a las garantías jurídicas o administrativas que nos correspondan, no para desactivar una investigación en la que estamos trabajando en base a un intento de desprestigio personal o profesional.

En la carta dice que siempre se han producido intentos de desarmar las investigaciones, pero que es la primera vez que ocurre por parte de terceros, por parte de personas que no están investigadas ¿Considera que lo que se ha visto de personas vinculadas al PSOE --como Leire Díez-- no había ocurrido hasta ahora?

A mí desde luego me resulta novedoso. Yo no tengo conciencia ni memoria de un intento de anular una actuación en un proceso judicial a partir de buscar irregularidades ajenas al desarrollo de la investigación. Ni tampoco llevadas a cabo por ajenos a los encausados, o sin intervención directa de los encausados. Es un elemento, lo que ha aparecido con el caso este de la señora Leire Díez, que a mí por lo menos eso me resulta novedoso en esos dos aspectos. Y la sospecha que parece derivarse es tratar de anular las actuaciones total o particularmente en función de un desprestigio de los investigadores.

¿En su cargo de general jefe de Cataluña, y además en un momento muy convulso entonces, nunca recibió presiones de este tipo?

Presiones de este tipo que estamos comentando desde luego que no. En nuestro trabajo, y no ya solo en los mandos, sino desde los empleos más básicos del cuerpo se pueden recibir presiones de gente que es denunciada, que está incursa en investigaciones y que en definitiva trata de modificar la nuestra actuación. Eso ocurrió en Barcelona y ha ocurrido en muchos más casos, pero de esta manera desde luego no. Hablando personalmente, quizás alguien intentó algún tipo de presión política, pero desde luego yo no la percibí y, en consecuencia, es como si no hubiera existido. Lo que sí hubo en esa ocasión no era tanto una presión como un intento de anulación de lo que había ocurrido. En esa época, sí me pareció doloroso el hecho de que ninguna de las personas que estuvieron investigando las actividades del denominado procés de independencia haya sido compensados por su participación en esa investigación. Pero eso al final no se puede calificar como presión, sino que se puede percibir por quienes los han vivido como una pérdida de apoyo o de no reconocer lo que han vivido como algo que debían hacer, haciéndoles sentir casi culpables de haberlo hecho. 

Usted dio un discurso que fue muy criticado en entornos independentistas, e incluso llegaron a pedir su cese, y muy alabado dentro del cuerpo en defensa de la labor de la Guardia Civil en el 1-0 ¿Echa de menos que alguien salga a defender ahora la labor de la benemérita?

Desde mi experiencia, creo que la labor de la Guardia Civil se defiende con más labor, sin dejar de cumplir el deber. Lo que sí puedo echar en falta en algún modo es que los guardias civiles tengan la seguridad de que cumpliendo con su deber nada tienen que temer de aquellos que se vean afectados por sus investigaciones directa o indirectamente. Las personas que están ahora mismo en los medios [Balas y Bonilla] entiendo que sí han recibido el apoyo, pero esa misma necesidad la tienen todos los guardias civiles, en cuanto salen a prestar servicio y tienen que estar seguros de que si denuncian a alguien por cualquier cuestión, una investigación administrativa, penal de cualquier tipo, el hecho de que esa persona sea directamente una persona relevante o sea amigo de una persona relevante no va a influir sobre ellos.

La directora de la Guardia Civil se ha reunido con los guardias afectados, ¿Es suficiente o de nuevo echa en falta una defensa pública?

Probablemente los afectados puedan considerarlo suficiente, eso ya dependería de esa conversación que estoy seguro que fue positiva, pero que desconozco. Eso lo tienen que valorar los afectados. Lo que se pone en riesgo ante esa falta de apoyo que he contado antes no son esos dos profesionales, sino todos los demás que están detrás y que ven cómo se actúa respecto de agentes que están en una unidad de alto nivel y con rangos superiores al suyo porque la comparación que hacen ellos es muy simple: si a estos dos señores que están en una unidad altamente especializada [Balas y Bonilla], altamente considerada en la Guardia Civil, uno de ellos es teniente coronel y el otro es capitán, y les pasa esto, ¿Qué me puede pasar a mí? Lo necesario es que cualquier guardia civil tenga claro que no le va a pasar nada mientras cumpla bien con su deber.

¿Tiene contacto con gente de la UCO? ¿Cómo están los ánimos en el cuerpo?

Si tengo contacto con los miembros actuales es esporádico, sí mantengo algún contacto más periódico con los antiguos de la unidad. Ante una situación de este tipo cala un poco en principio el desánimo, la sensación de soledad, pero lo cierto es que quizás por nuestro carácter militar estamos acostumbrados a que el deber tiene que seguir cumpliéndose. La función tiene que continuar y eso ayuda a sobreponerse. Si le añadimos que la gente recibe la seguridad de que puede seguir trabajando con absoluta normalidad... no deja de ser una acción si no ilegal, absolutamente irregular y desafortunada [la de Leire Díez], pero sin más trascendencia. Yo creo que es inevitable tener una reacción de desánimo en definitiva, el mismo que he tenido yo y que me ha llevado a escribir esa carta.