Tropezar con una puerta giratoria, recibir un tortazo o sufrir un malentendido con el señor Barriga. En el mundo de Chespirito, todo podía ser motivo de risa. Roberto Gómez Bolaños, el creador de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, vuelve ahora al centro del escenario con Chespirito: Sin querer queriendo, una serie biográfica estrenada en la plataforma Max que adapta sus memorias y explora las luces y sombras de su vida profesional y personal.
"La gente ya lo conoce en todo el mundo, no es gracias a nosotros", reconoce Pablo Cruz Guerrero, encargado de interpretar al comediante. "Lo difícil fue hacerle justicia y contar una historia que permitiera ver otros rasgos de su vida", explica en conversación con EFE.
La serie, producida por su hijo Roberto Gómez Fernández, recorre desde sus inicios como guionista y creativo en los años 60 hasta algunos de los episodios más recordados por los fans, como el viaje a Acapulco del Chavo. Pero también aborda con franqueza las tensiones que surgieron dentro del reparto, como las disputas por los derechos de personajes icónicos o la separación con su viuda, Florinda Meza, quien ha solicitado expresamente que ni su imagen ni su nombre aparezcan en la ficción.
La risa, la mejor medicina
"Era una familia que se veía las caras a diario, y eso, como actor, puede ser agotador", comenta Juan Lecanda, que interpreta a Carlos Villagrán, el actor tras Quico. "A pesar de todo, siguieron haciendo comedia. Por eso el programa ha trascendido, incluso medio siglo después".
La producción intenta ir más allá del mito. Muestra a un Chespirito obsesionado con la perfección, rodeado de conflictos pero firme en una idea: la risa como misión. "Él sabía que su trabajo era llevar felicidad a toda Latinoamérica", recuerda su hijo. "Siempre les decía: te ven 300 millones de personas, no les hagas daño".
Hay algo profundamente nostálgico en revisitar este universo de vecindad y cachetadas, en un mundo donde la corrección política ha puesto en entredicho muchos referentes del humor clásico. Pero Chespirito: Sin querer queriendo se reivindica como homenaje, intento de verdad y, sobre todo, como recordatorio de que "no hay mejor medicina para muchas cosas que la risa".
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