Cuando el calor del verano aprieta el aire acondicionado se convierte en un compañero necesario para mantener los espacios a una temperatura fresca. Sin embargo, ajustar el termostato a unas temperaturas demasiado bajas puede tener consecuencias para la salud y alcanzar el término medio entre el confort y el bienestar es fundamental, especialmente en el contexto de las olas de calor de los últimos veranos. Ajustar correctamente la temperatura mínima no solo nos ayuda a encontrar el término medio en el bienestar o la salud, sino que también aporta el beneficio del ahorro energético y el rendimiento del aparato.

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Cuál es la temperatura ideal para el aire acondicionado

Durante las horas más expuestas a la energía solar, el uso del aire acondicionado ha de moverse en unos márgenes saludables, en este sentido, los expertos aconsejan ajustar el aire acondicionado entre los 23 y los 26 grados, un grado de adecuación que purifica el aire y ofrece un ambiente fresco, confortable, sin que el cuerpo sufra un choque térmico con las temperaturas de las zonas exteriores.

Superar este umbral hacia abajo no mejora de manera notable la sensación térmica y puede poner en riesgo el equilibrio térmico del cuerpo.

Cómo regular la temperatura durante la noche

Al irse a dormir, el cuerpo entra en una fase de descanso y conviene no programar el aire acondicionado por debajo de los 25 grados. Dormir en un espacio excesivamente frío provoca molestias respiratorias y puede perjudicar la calidad del sueño. Asimismo, la exposición prolongada a un entorno demasiado fresco aumenta el riesgo de contracturas musculares o la sensación de fatiga al despertar. Con una temperatura constante no inferior a 25 grados, el sueño será más reparador.

Peligros del aire acondicionado

La temperatura inferior a 23 grados en el aire acondicionado puede afectar a las vías respiratorias. La exposición prolongada al aire frío desencadena irritación de las mucosas y síntomas como dolor de garganta, tos, resfriados, o que puede agravar patologías como el asma. El 35% de las personas que viven en ambientes saturados de aire acondicionado, según las estadísticas, presentan obstrucción nasal, cuando el porcentaje es solo del 9% en el caso de ambientes con ventilación natural.

Otros efectos negativos sobre la salud

Más allá de la salud respiratoria, una temperatura excesivamente baja puede dar lugar a deshidratación, cefaleas o sequedad ocular. El cambio de temperatura, sobre todo en el caso de tener el cuerpo sudando, implica un aumento considerable en la probabilidad de padecer contracturas o malestar por el ambiente. La piel y los ojos son de lo más sensible a este tipo de entornos, provocando en esos casos irritaciones y una sensación casi permanente de sequedad. Evitar el contacto con el aire frío es posible para prevenir esos síntomas y también favorece un ambiente más saludable.

Evitar el abuso del climatizador

Un uso moderado del aire acondicionado es fundamental para proteger la salud y el desgaste del aparato; mantener una temperatura constante en el rango recomendado facilita de disfrutar de un ambiente agradable y de bienestar. También es importante el uso de funcionalidades como el despertador o el modo blanco extendido en el tiempo de la exposición al frío.

Mantener la ventilación del aire y el porcentaje de humedad

Cuando se utiliza el aire acondicionado se debe intentar equilibrar la buena ventilación periódicamente para poder renovar el aire interior y equilibrar el porcentaje de humedad de aire exterior. Un aire excesivamente seco puede potenciar la irritación en los ojos, en la nariz y en la garganta. Podría contrarrestarse con el uso de dispositivos humidificadores o bien abriendo las ventanas algunas horas al día.

Con una temperatura del aire acondicionado situada en más de 23 grados centígrados no sólo se protege la salud y el consumo energético; un uso equilibrado permite disfrutar del verano con más confort y a la vez sin riesgos innecesarios.

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